jueves, 6 de junio de 2019

Ocupación de Lurin y Pachacamac

[La Plaza de Lurin (1838), por el pintor frances Leonce Angrad]

PEQUEÑOS TIROTEOS

Después del tiroteo ocurrido en las márjenes del Lurin en la mañana del 23, avanzaron nuestras tropas a tomar posesión del pueblo de este nombre, que fué ocupado sin encontrar ni asomos de resistencia. Por el contrarío, fué tan precipitada la fuga del enemigo desde ese punto, que cayeron en poder de la segunda división unos diez animales vacunos, no menos de cien carretas i muchos pertrechos de boca que vinieron a maravilla para las necesidades de las tropas.

El dia siguiente, 24, contando ya nuestro ejército con un valle de escelente forraje para los caballos i en que el agua es abundante i de buena calidad, continuaron las tropas avanzando desde las caletas Cruz de Palo i Curayaco.

A las tres de la mañana del mismo 24 salía valle arriba, en dirección a la hacienda de Manchay, en donde se suponia la existencia de alguna fuerza enemiga, una espedicion de reconocimiento compuesta de 300 hombres del rejimiento 3.° de línea, 200 del Esmeralda i 150 Cazadores a caballo a las órdenes del comandante don Baldomero Dublé Almeida.

Esta escasa tropa se apoderó del pueblo de Pachacamac, situado hacia el este de Lurin, sin encontrar allí ni asomos de resistencia. Sin embargo, el terreno se prestaba para ser defendido con ventaja, pues el camino que tuvo que seguir nuestra tropa desde Lurin era un estrecho sendero abierto en la falda de los cerros de la ribera sur del rio. El piso era en partes pedregoso i en partes arenoso i pesado, estando de trecho en trecho cortado por machones de bosque mui adecuados para la colocación de emboscadas.

En Pachacamac cruzó la espedicion el valle i el rio, pasando a la ribera norte, i a las cinco de la mañana sorprendía nuestra descubierta de caballería las avanzadas enemigas, que huían dispersas, no sin dejar un herido en poder nuestro.

Continuó la marcha por la falda de los cerrillos de la ribera norte del Lurin hasta que al atravesar una puntilla rocallosa como de 50 metros de elevación, rompió de repente el enemigo sus fuegos, parapetado entre las crestas i quebraduras delas peñas.

La partida chilena contestó inmediatamente los disparos del enemigo, i durante quince minutos se sostuvo de una i otra parte un nutrido tiroteo. Después de este tiempo, viendo sin duda el enemigo que se esponia a caer prisionero, abandonó apresuradamente sus parapetos i se desbandó por entre el bosque.

Durante el tiroteo recibió contusiones en la mano izquierda i en la cabeza el sarjento mayor del 3.° de línea don Gregorio Silva, en circunstancias en que, huyendo un enemigo, se adelantó a su tropa para perseguirlo. Tres soldados peruanos ocultos entre las breñas dispararon entonces a boca de jarro sus rifles sobre el mayor, aunque sin lograr herirlo: i siendo tres contra uno cargaron sobre él a culatazos i palos con sus rifles.

El mayor Siva fué arrojado al suelo i habria sin duda perecido si no aparecen entonces algunos soldados de su cuerpo para protejerlo, a cuya vista emprendieron los peruanos una precipitada fuga.

Fué también herido de bala en una pierna un soldado del 3.° del línea i muerto un soldado del Esmeralda. A los enemigos parece que no se les hizo ningún muerto, a causa do los parapetos que los cubrían, pero se alcanzó a tomar prisionero a uno de los fujitivos.

Después de este tiroteo vieron con sorpresa los espedicionarios que el puente que por esas cercanías une ambas riberas del Lurin se encontraba en el mas perfecto estado de conservacion, i esta feliz circunstancia, que demuestra la precipitación i la falta de serenidad de los defensores de Lima, es de una ventaja incalculable para el paso de nuestro ejército.

A las siete de la mañana regresaba al campamento de Lurin la pequeña partida espedicionaria, despues de haber cumplido con toda felicidad su comisión.

Al mismo tiempo que el comandante Dublé practicaba este reconocimiento hacia el interior del valle, partía también del campamento de Lurin el sarjento mayor don Manuel Rodríguez llevando. un corto piquete de caballería, en direccion a Chorrillos, con el objeto de reconocer sus cercanías i los caminos que a él conducen.

A poco de internarse el mayor Rodríguez por los encajonados cerros situados al norte del campamento, sorprendió un puesto avanzado del enemigo i tuvo la fortuna de tomar prisioneros al oficial que lo mandaba i a uno de sus soldados. Los demás huyeron sin tratar siquiera de disparar un tiro, i fué imposible darles caza.

Pero por los prisioneros se supo que en el pueblecito de San Juan, situado cinco leguas al norte de Lurin i en donde hai abundantes recursos de agua i de forraje, se encontraba acantonado un cuerpo de ejército peruano compuesto de jente de las tres armas. Con el objeto dé reconocer la exactitud de este informe salió para ese punto el comandante don Ambrosio Letelier acompañado de 100 hombres del rejimiento de Carabineros de Yungai.

El comandante Letelier salió a las 6 de la mañana del dia 25, acompañado de 200 Carabineros de Yungai, bajo las órdenes del teniente coronel Alcérreca.

La columna se detuvo a pocas cuadras de la hacienda de Villa: grupos enemigos se presentaban aquí i allá en las cumbres de los cerras. Un piño de animales cabalgares pacia en libertad al lado de una laguna flanqueada por espesos pajonales.

Tentado por la esperanza de arrebatar la caballada a vista i paciencia del enemigo, el animoso teniente coronel Alcérreca avanzó al frente de una línea de carabineros dispersados en tiradores, mientras el grueso seguia formando la reserva.

Al notar este movimiento, los enemigos, que, al parecer, se disponían a retirarse, descubrieron algunas líneas compactas de infantería que mantenían ocultas tras de los morros, i una guerrilla se estendió rápidamente en un faldeo, i rompió un vivo fuego sobre nuestra caballería.

El jefe del reconocimiento, considerando cumplido el objeto de la espedicion i no queriendo sacrificar tropa por el gusto de quitar los animales cabalgares del enemigo, dio la señal de retirada, a que el comandante Alcérreca obedeció mas no sin que los carabineros arrebataran a lazo unos cuantos caballos i yeguas, bajo los fuegos de la guerrilla, que avanzaba con ánimo de envolverlos por la derecha.

Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 904.

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