El éxito ha acompañado una vez mas a los bravos marinos de nuestra escuadra.
Los lectores del estranjero registrarán en estas columnas las noticias que trasmitidas por los hilos del telégrafo desde el teatro de la guerra, han llevado el entusiasmo de uno a otro confín de la nación chilena.
El monitor Huáscar que paseaba el pabellón peruano en nuestros mares, acechando las fáciles presas, destruyendo las embarcaciones menores, esquivando siempre el combate leal, huyendo al primer asomo de un peligro, fué al fin forzado a contestar los fuegos del blindado Cochrane, i en la mañana del 8 de octubre arrió su bandera, impotente para seguir en la lucha e incapaz de hundirse en los abismos como la heroica nave que en la rada de Iquique ha dado a sus tripulantes la vida de la inmortalidad en la historia americana—la Esmeralda.
El Huáscar forma hoi parte de la escuadra chilena.
I no tardará en volver sus cañones contra los mismos puertos que lo veian salir para emprender sus correrías vandálicas sin peligros i sin glorias para una nave de guerra.
El combate de Punta Angamos ha arrebatado al Perú con la pérdida del blindado Huáscar i del primero de sus marinos, el almirante Grau, toda espectativa de predominio marítimo.
Sus costas están accesibles al ejército de operaciones: sus puertos al bloqueo de la escuadra chilena.
Faltarán los recursos al ejército aliado si Chile quiere que en la inacción, las privaciones i el hambre le sirvan de ajentes aniquiladores.
Le destruirá en medio del pánico, si quiere que sus soldados le ataquen ruda i rápidamente en sus propios campamentos, que no pueden ya abandonar sin perecer en los desiertos, desde que el mar les cierra sus comunicaciones.
El Perú al brindar su alianza a Bolivia le daba como garantía de triunfo el poder de su escuadra.—Bolivia hizo avanzar sus tropas a grandes jornadas para que durante meses enteros llevasen la vida de las plantas parásitas subsistiendo de los dineros del Perú i utilizando de sus armamentos. Hasta el presente las huestes aliadas no han podido ni siquiera han pretendido marchar en busca de enemigos a quienes combatir. Hai situaciones que no pueden prolongarse sin riesgo de extinguir las fuentes vitales de los pueblos.— Chile divisa ya en los horizontes del porvenir los signos de su completa victoria.
El combate naval del 8 de octubre le permite poner fácilmente en acción sus fuerzas marítimas i terrestres.
Los próximos números de este Boletín contendrán las noticias de tos sucesos que se desarrollen en el teatro de la guerra merced a la nueva faz que va a imprimirse a las operaciones.
Aun no se conocen en Chile las perturbaciones que esperimenten las autoridades del Perú al darse cuenta de la captura del Huáscar, que a no dudarlo llevará el desaliento a todos los ánimos, la consternación a la sociedad, el luto a numerosas familias, el pánico a los autores de la guerra que nos divide.
I quizá en medio de la atmósfera afixiante que se produzca, el tumulto de las asonadas populares se paseará por los campamentos de Lima, del Callao, de Arica i de Iquique.
De todas suertes, Chile no necesita de ese ausiliar para afirmar sus derechos. Vencerá por el empuje de sus propias fuerzas i sus propios recursos.
La solución definitiva se aproxima.
Es ya tiempo de pensar en las condiciones de la paz.
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 357.
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