martes, 20 de octubre de 2020

Correspondencia a "El Nacional" de Lima sobre el combate de Angamos

 [Ilustracion del Combate de Angamos]
 
A bordo de la «Union», al ancla en el puerto del Callao, Octubre 12 de 1879.
 
(Fragmentos.)
 
Señor director de EL NACIONAL:
 
A las doce de la noche el Huáscar recaló a la ensenada de Antofagasta, siguiendo nuestra corbeta sus aguas, i aguantándonos a una milla fuera del puerto, a aguardarle.
 
Se avistaban las luces del pueblo desde el sitio a donde nos habíamos aguantado.
 
Esperamos hasta las dos de la mañana, hora en que salimos, para aguantarnos sobre nuestra máquina aguardando a dos millas de Punta de Tetas hasta las tres de la mañana que salió el Huáscar i puso proa al Norte pasando entre nosotros í la costa como una exhalación.
 
A las 3.30 A. M. se avistaron tres buques al Norte; procedimos a reconocerlos, después de haber cambiado con el Huáscar la señal de buques sospechosos a la vista.
 
Del reconocimiento resultaron ser cuatro buques enemigos; se hizo al Huáscar la señal respectiva i navegamos al S. O., atrayendo la atención de esos buques, dando al Huáscar tiempo de ganar terreno al Norte.
 
No habia duda: los buques enemigos nos perseguían i avanzaban dándonos caza con un anclar rápido.
 
Entonces empezó un plan de defensa hábil e intelijente, que hubiera producido buen efecto si la noche no hubiera estado tan adelantada i el dia próximo a rayar.
 
Nuestra corbeta empezo a evolucionar trazando círculos, navegando con la mitad de su anclar, para llamar la atención de los buques enemigos, mientras el Huáscar avanzaba para ponerse fuera de su alcance.
 
La corbeta obedecía al timón, gobernado por la voz del intelijente marino que lo comanda como un corcel fogoso bajo la mano hábil de un buen jinete. El comandante jeneral, sereno i tranquilo, con su habitual prudencia i mirada perspicaz, seguía desde el puente las maniobras.
 
Nuestro mejor andar nos permitía acercarnos o alejarnos del enemigo a voluntad, navegando entonces en todos los rumbos para desorientarlo i permitir que el Huáscar se pusiese fuera de su alcance.
 
Por orden del comandante jeneral que dirijia todos los movimientos, se cortó nuestro andar i se arrojó por la chimenea una inmensa columna de humo, con el fin de llamarla atención del enemigo sobre la corbeta, lo que se consiguió, pues mientras el Huáscar se escapaba nos perseguían a nosotros.
 
Esta lucha duró hasta las 7 de la mañana, hora en que se pudo apreciar en su verdadero valor nuestra situación. El dia habia aclarado por completo i se divisaba distintamente en el horizonte los buques enemigos que obedeciendo a un plan combinado de antemano dominaban nuestra posicion.
 
Uno de los vapores que nos perseguía por el Norte se desprendió del convoi i se encaminó hacia tierra. 
 
Estábamos rodeados por dos divisiones: una por el lado de la costa i la otra por el Noroeste.
 
La primera la componían un vapor, un blindado i una corbeta; la segunda era compuesta también de un vapor, un blindado i una corbeta. Total 6 buques i con el que había tomado la dirección de la costa 7 que nos perseguía desde la madrugada.
 
A las 8 de la mañana, con el auxilio de los anteojos, se divisaban los buques enemigos en su tamaño real i se podía seguir distintamente las peripecias de la caza que nos daban.
 
El Huáscar iba por nuestra proa.
 
La división de la costa que venia siguiendo nuestras aguas, se iba quedando atrás i la corbeta izó sus velas para acelerar su andar.
 
Pero la división del Noroeste marchaba con una rapidez que hasta entonces no se; conocía en los blindados enemigos i venia a cortarnos la retirada.
 
A las 8 i media se habian acortado tanto las distancias, que esperábamos por momentos ponernos a tiro de cañón.
 
El Huáscar se iba quedando atrás a pesar de que nuestra corbeta no marchaba con toda la fuerza de su máquina.
 
Estábamos casi frente a la Punta de Mejillones de Bolivia.
 
El enemigo nos habia acorralado.
 
Era ese el plan del. redactor de Los TIEMPOS cuando preguntaba, en su estilo a la Gírardini, después del combate de Antofagasta: ¿por qué no se acorrala al Huáscar i se le obliga a presentar un combate con nuestros blindados, en el que tiene irremediablemente que sucumbir?
 
Sí, ese era el plan, que la casualidad o el arrojo temerario del contra-almirante Grau habia dado lugar a que lo pusiesen en práctica. 
 
No habia otra perspectiva que una lucha monstruosamente desventajosa para nuestras naves, lucha colosal, en que el solo pensamiento de resistencia era el heroísmo sin límites, en su grado infinito.
 
La persecución de los blindados se dirijia al Huáscar unicamente; la corbeta i el trasporte de la segunda división nos perseguían a nosotros: en la primera conocimos a la O'Higgins i en el trasporte al Loa.
 
A las 8 de la mañana, los buques que nos perseguían por el Norte habian quedado un poco atrás; pero los otros avanzaban con una rapidez estraordinaria.
 
Era irremediable un combate por parte del Huáscar, que no podia competir en el anclar con el Cochrane, que era el blindado que lo acosaba.
 
A las 9 i 20 A. M. el Huáscar puso la proa a la costa.
 
Una vez cerca de ésta, presentó su costado al enemigo, haciendo dos tiros sobre él. Eran las 9.39 cuando rompió los fuegos.
 
La tripulación de nuestra corbeta, encaramada en las jarcias i aglomerada sobre la toldilla i en el castillo de proa, lanzo un entusiasta ¡viva el Perú!
 
El monitor hubiera podido seguir navegando en retirada durante algunas horas mas, aplazando el combate lo mas tarde que le fuese posible. La hora no era a propósito para poder sacar ninguna ventaja, pues el dia estaba principiando.
 
Pero el contra-almirante Grau quiso ser el primero en romper el fuego.
 
Entonces empezó el combate.
 
El Huáscar hizo dos tiros mas, que fueron contestados por el blindado, disparando los dos cañones de la batería de estribor.
 
Estos tiros de uno i otro lado fueron demasiado altos, yendo a caer en el mar, donde levantaron pequeñas columnas de agua. A las 9 i 40 m. el Huáscar gobernó para ponerse en mejores condiciones i continuar el combate.
 
A las 9.42 m. el blindado hizo tres tiros, todos demasiado altos.
 
El Huáscar disparó en seguida los dos cañones de su torre, que no obtuvieron mejor efecto que los del enemigo, sin embargo de que sus punterías eran mas certeras. A las 9.45 m. una bomba del Huáscar reventó en la proa del blindado, saltando los cascos sobre la cubierta de éste.
 
A las 9.46 m. un proyectil lanzado por el blindado fué aparar a la Punta, en tierra. A las 9.48 m. el Huáscar hizo un tiro corto i otro alto.
 
El blindado hizo uno alto también. A las 9.50 el blindado hizo dos mas, también altos. A las 9.58 m. el Huáscar se apartó de tierra i gobernó sobre el blindado, embistiéndole con el ariete, para pasarlo por ojo.
 
Este viró con rapidez i esquivó el golpe.
 
El monitor pasó por la popa del blindado i siguió haciéndole fuego sobre el costado opuesto. Entonces hizo uso de su ametralladora i fusilería.
 
A las 10 el blindado hizo un tiro alto. A las 10 i 3 m.el Huáscar hizo dos tiros, pero ambos cortos. A las 10.5 el blindado hizo tres tiros altos. A las 10.9 m. al Huáscar hizo dos tiros, que parecen haber pasado por la cubierta del blindado yendo a caer al mar. A esta hora volvió a pasar por la popa del blindado, para ponerse cerca de la costa en su primera posición.
 
Desde entonces la distancia que nos separaba del sitio del combate no nos permitía apreciarlo en todas sus peripecias.
 
Los combatientes estaban a 300 metros de distancia uno de otro.
 
Hubo ocasiones en que las evoluciones que hacían para acercarse i ofenderse los ponía a distancia de tiros de piedra.
 
El combate seguía cada vez mas reñido.
 
El Huáscar parecía un barquíchuelo; el blindado seasemejaba a una inmensa mole negra, a un monstruo marino.
 
Era la lucha de David con Goliat. El combate tomaba un aspecto colosal: era la lucha de un pigmeo con los alientos de un jigante contra un monstruo.
 
El Huáscar no era una máquina de guerra inconsciente que arrojaba proyectiles; tenia una fisonomía propia, era la espresion de la voluntad de su comandante que se veia en todas sus manifestaciones; parecía un león hostigado que estaba dispuesto a vender caro su vida.
 
Se precipitaba sobre el enemigo furioso i éste esquivaba sus golpes; avanzaba i retrocedía, se detenia i volvía en seguida a avanzar, daba vuelta a su alrededor buscando donde herirlo; atacaba siempre i solo le daba tiempo al contrario para defenderse; sus maniobras eran rápidas como el pensamiento; era un león enfurecido que trataba de despedazar al enemigo que lo acosaba.
 
Pero el combate aun no había tomado el aspecto jigantesco que hace de él una escepcion de los demás.
 
El otro blindado se acercaba i a las once i media, hizo su primer disparo sobre el Huáscar.
 
El combate era insostenible i sin embargo, nuestro monitor seguía batiéndose.
 
Se colocó entre los blindados i disparó sobre ambos sus cañones alternativamente.
 
Fué una maniobra atrevida, porque ninguno de los blindados podia hacer fuego sin ofenderse mutuamente: Pero esta posición no podía durar mucho tiempo; los blindados maniobraron i el Huáscar hizo lo mismo, quedando los buques enemigos paralelos frente uno al otro, mientras que el monitor solo podia ser ofendido por el costado de uno de ellos, del que estaba a la cuadra.
 
El Covadonga pasó frente al monitor i le hizo un disparo, siguiendo después las aguas de los dos buques que nos perseguían.
 
A las doce apenas veíamos los humos de los combatientes, que se confundían formando una nube negra cerca de la costa.
 
No era posible apreciar mas los detalles de la lucha.
 
Nuestra corbeta seguía navegando en retirada; en todos los rostros se pintaba la consternación. Todo el mundo sin escepcion de clase hubiera querido batirse i auxiliar al Huáscar, pero era de todo punto imposible hacerlo.
 
Al habernos aproximado a los blindados a la distancia en que pudiesen ofenderles nuestros cañones, hubiéramos sucumbido a sus tiros.
 
Ademas, para entrar en combate era preciso hacerlo con todos los buques de madera; i nuestra corbeta no podia batirse con cuatro de artillería de mayor calibre, arriesgándose en una lucha cuyo resultado no era dudoso, pues atendidas las fuerzas, el número i la superioridad del enemigo, éstos nos hubieran echado a pique inmediatamente.
 
El amor propio i la dignidad nos inducía al combate; el deber, la conveniencia i la prudencia, nos aconsejaban lo contrario. Se habia hecho todo lo posible por salvar el Huáscar i no se podia hacer mas, pues, sobre la lucha del momento, estaba la guerra tomando un jiro terrible para las naciones aliadas, con la pérdida de la primera nave de nuestra escuadra, en un combate honroso para el Perú i en la que la derrota era una verdadera gloria.
 
Nuestra corbeta seguía navegando en retirada, mientras continuaba a lo lejos el combate, grande, inimitable, jigantesco, tal como debe ser entre un buque con un blindaje de cuatro pulgadas i dos cañones de a 300, contra dos buques de nueve pulgadas de blindaje cada uno, montando ambos doce cañones de a 300 también.
 
Es el primer combate entre blindados que rejistra la historia de la guerra naval.
 
El Loa i la O'Higgins seguían persiguiéndonos con un andar de 11 a 12 millas, con toda la fuerza de sus máquinas.
 
Nuestra corbeta iba también con toda la fuerza de la suya, la cubierta se estremecía bajo nuestros pies i el aparejo temblaba con la remecía del buque en su vertijinosa carrera, cortando con su quilla el agua con una velocidad rápida.
 
El Loa ganaba terreno acortando la distancia.
 
A las 3.30 m. P. M. nos hizo un tiro de cañón que quedó corto. A las 3.40 m. volvió a hacer otro, corto también.
 
A las 3.42, hizo un tercer tiro también corto.
 
A las 4 de la tarde con un cañoncito de a 12, que teníamos a la popa, se le hicieron dos disparos con bombas, cuyo efecto por el tamaño del proyectil no se pudo apreciar.
 
Entonces acortó su andar, quedandose atrás, hasta las 6 de la tarde en que tanto la O'Higgins como el vapor se perdieron por completo de vista.
 
Durante la persecución que nos hicieron ambos buques, se mantuvieron a una distancia prudente para en caso de combate hacerlo los dos contra nosotros.
 
La artillería de ambos buques es de a 150 de calibre.
 
Seguimos navegando al Norte, fondeando en Arica a las 8.36 m. de la mañana del dia 9.
 
M. F. HORTA.
 
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 512.
 

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