domingo, 28 de junio de 2020

Final del Combate de Sangra, por Benjamin Vicuña Mackenna

 [Los cuatro oficiales del Buin que pelearon heroicamente en Sangra]

Con el último i frustrado intento de la calamina, los guerrilleros de Canta se desalentaron a fondo, i cesaron el fuego.

Parecíales a cada momento divisar entre los resplandores del incendio, los képis de la columna chilena que llegaba al socorro, i aunque vencidos i humillados, comenzaron a retirarse llevando a todos sus heridos i aun sus muertos, a guisa de indios. Entre estos iban tres oficiales cuyos nombres han conservado con elojio los boletines peruanos. Llamábanse Falcon, Patiño i Calderon; al primero lo habia derribado  de un balazo el subteniente Saavedra, reconociéndolo entre el humo i las llamas por haberse terciado impávidamente al hombro su propio maletin de viaje, como trofeo de victoria i de saqueo.


A esa hora, el indomable i afortunado capitan Araneda sacó su reloj, i a la luz del incendio que todavía fulguraba, vió que su heróico triunfo habia comenzado a las dos de la mañana. Cuatro horas despues amanecia, i con la primera ténue luz del alba, hizo tocar la diana de los vencedores al valeroso corneta de Osorno...

El combate de Sangra, habia durado trece horas!

El graznido precursor de los cóndores habia sido escuchado en las alturas i el clamoreo del bronce matinal, repercutiendo en los espacios en su eco...

Los chilenos habian otra vez vencido, i quedaban dueños del campo de batalla—siete contra setecientos.

Seis horas mas tarde llegaba el comandante Méndez que habia salido  de Casapalca a la una de la noche con crecido refuerzo; i en medio de su indecible admiracion por aquel hecho de armas, ordenaba enterrar respetuosamente a los muertos miéntras que el cirujano Sierralta, hacia la primera cura a los heridos. Estos, en número de 17, llegaban el dia 29 de Junio a la estacion del puente Balta, en Lima, dejando un cadáver mas en el camino; miéntras el bravo entre los bravos del Buin se dirijia con sus siete sobrevivientes hácia Cuevas donde se parapetó durante algunos dias.

Los peruanos, entretanto, orgullosos, sino de su éxito, de la matanza de los renombrados buines i con la escasa presa de sus rifles i uniformes recojidos en las trincheras, pidieron a su Asamblea reunida en Ayacucho, premios estraordinarios para los combatientes de Sangra, i entre otros ascender a ciudad la villa de Canta, para perpétua memoria de su hazaña. (Mocion Pastor, Tudela i Vento, del 10 de Agosto de 1881.)

En cambio, el vencedor de Sangra i sus bravos compañeros acojidos con platónica admiracion por todos, chilenos i peruanos en Lima, recibieron el pago acostumbrado que en esta tierra olvidadiza suele tributarse a los que se baten i cumplen sublime deber en breña solitaria, sin testigos, sin corresponsales, sin jeneral en jefe i sin ministros en campaña.

Pero no importa!

Porque, al ménos en el porvenir, la historia que hace la justicia nó de los galones sino de la gloria, al nombre de Sangra, que pocos pronuncian con correcion de ortografía, será dueño de añadir el de las Termópilas, i llamar al capitan chileno que allí perdió toda su tropa, con escepcion de siete, el «LEONIDAS DE CHILE».

B. VICUÑA MACKENNA.

Fuente: Vicuña Mackenna, Benjamín, Sangra: la jornada heroica: (26 de junio de 1881), Santiago: L. A. Lagunas M., 1915, P. 32.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario