jueves, 10 de septiembre de 2020

La Expedición Lynch: Parte oficial de su Comandante en Jefe.

[Fotografia de Patricio Lynch]

Vapor "Itata" Quilca, Noviembre 1.° de 1880.

Señor Ministro:

Designado por V. S. para dirijir la espedicion que ha tenido por objeto distribuir en el territorio enemigo del Norte una parte de las consecuencias materiales de nuestras victorias, segun la práctica observada por las naciones civilizadas en idénticas circunstancias, me cabe hoi el honor de dar cuenta a V. S. de cómo ella ha hecho su marcha por las fértiles llanuras i poblados territorios de la costa del Norte del Perú i de los resultados obtenidos de su accion.

Cumpliendo las instrucciones recibidas de V. S., a las 8.35 P. M. del 4 de Setiembre zarpaba del puerto de Arica con los trasportes Itata i Copiapó para dirijirme al puerto de Mollendo en demanda de la corbeta Chacabuco, que debia convoyar la espedicion en union con otro buque de guerra de nuestra armada.

Con anterioridad se habian desembarcado en el trasporte Itata, con las debidas precauciones, 550 hombres del Batallon movilizado Colchagua, al mando del teniente coronel de Guardias Nacionales don Manuel J. Soffia, y otros tantos del Batallon Talca, tambien movilizado, al mando del teniente coronel del ejército don Silvestre Urízar Garfias, batallones que se encontraban acantonados en el puerto de Iquique.

A estas fuerzas se agregaron en el puerto de arica 100 hombres del Rejimiento de Granaderos a caballo i otros tantos del Rejimiento de Cazadores a caballo, al mando unos i otros del teniente coronel de ejército don Francisco Muñoz Bezanilla.

En el trasporte Copiapó iban embarcados 500 hombres del Rejimiento Buin 1.° de Línea, al mando del teniente coronel de ejército don Juan Leon García, i tres piezas de artillería Krupp de montaña, con su respectiva dotacion de animales i municiones, al mando del capitan de ejército don Emilio Contreras.

Aun cuando, segun las instrucciones de V. S., los indicados trasportes debian ser convoyados desde Arica por el vapor de guerra Abtao, ello no pudo tener lugar por la circunstancia de que da cuenta el documento número 1 de los que tengo el honor de acompañar a este parte.

Convoyado desde Mollendo por la corbeta Chacabuco, que suspendió accidentalmente el bloqueo de ese puerto, seguí mi marcha hasta detener el convoi, el dia 8 de Setiembre en las islas Hormigas, para reunirme allí con la mencionada corbeta que poco ántes habia despachado en demanda del Callao con correspondencia para el señor Comandante en Jefe de la escuadra.

En esa correspondencia decia al señor Comandante en Jefe, entre otras cosas, lo siguiente:

"En las instrucciones que he recibido del señor Ministro de la Guerra, se me designa el puerto de Paita como el primero objetivo de mis operaciones.

Tal designacíon se me ha hecho en la intelijencía de que, por empezar ántes mis operaciones, hubiera sido posible sorprender en ese lugar o en sus cercanías el cargamento de armas desembarcado en Tumbes.

Como por las noticias que tengo, llegaria tarde a Paita para cumplir las órdenes del Ministro de la Guerra, he resuelto desembarcar en Chimbote para adquirir en ese puerto, que es hoí el centro del comercio del Perú, mejores datos sobre el lugar en que se encuentran los armamentos llegados últimamente para las fuerzas del enemígo, siempre que Y. S. no tuviere otras noticias que hagan cambiar mi resolucion.

Dependiendo el resultado de mis operaciones de datos ciertos sobre las cosas del enemigo, sírvase V. S. comunicarme cuanto haya llegado a su conocimiento y que puede ser de utilidad para el mejor resultado de ella."

Al señor Comandante en Jefe de la escuadra pareció mui acertada mi determinacion de empezar mis operaciones por Chimbote, por tener noticias que alli se habian efectuado hacia poco algunos desembarcos de armas.

Reunido a la corbeta Chacabuco seguí rumbo a Chimbote, acomodando la marcha del convoi para llegar a ese puerto en la madrugada del dia 10,a fin de sorprender las fuerzas que era natural existieran en ese lugar.

En el acto de nuestro arribo empezó el desembarco de tropas de la division, en el órden i con las precauciones acordadas el dia anterior en consejo del que suscribe con los comandantes de los cuerpos.

No habiendo opuesto resistencia alguna la poblacion de Chimbote, fué ella ocupada en el mayor órden, acuartelándose mi division en los espaciosos edificios de la estacion del ferrocarril.

Despues de atender al resguardo de las propiedades públicas i privadas, hice notificar al ciudadano enemigo, don Dionisio Derteano, propietario de uno de los mas hermosos establecimientos azucareros del Perú, situado a corta distancia de Chimbote, que ímponia a sus haciendas Puente i Palo Seco una contribucion de guerra de 100,000 pesos, que debia ser pagada en metálico o en especies en el plazo de 48 horas.

Con el objeto de hacer efectiva esa contribucion, marché el mismo dia 10 por el ferrocarril a las mencionadas haciendas con 400 hombres del Batallon Colchagua, al mando de su comandante. Allí quedaron destacadas esas fuerzas esperando la satisfaccion de la contribucion impuesta.

Entretanto, la caballería recorria los pueblos de Santa, Guadalupito, i llegaba hasta Virú en persecusion de una partida de armamento que, segun noticias recojidas en Chimbote, se trasportaba para Lima desde los puertos de mas al Norte. Esta correría no realizó su objeto por haber pasado ya para el Sur, el armamento perseguido.

Miéntras volvia la caballería de su escursion se facilitaron al señor Derteano todos los medios que estaban a nuestro alcance para que pudiera satisfacer la contribucion exijida, que se manifestaba dispuesto a pagar.

Cuando todo hacia presumir que se obedeceria mi requerimiento, en la mañana del dia 13 se me comunicó que un decreto del Supremo Dictador del Perú, trasmitido al señor Derteano, prohibia la satisfaccion de la contribucion exijida, conminando al que la pagara con la confiscaccion de sus bienes, y que ese caballero acataba el mencionado decreto.

Para evitar que tuviera cumplimiento en un territorio sometido a la lei marcial del ejército de Chile una disposicion del Jefe Supremo del país invadido, que no tenia procedente en la práctica de las naciones civilizadas en los principios a que obedecia, dispuse que se trataran a las propiedades del señor Derteano con el mas severo rigor de la guerra.

En la tarde del mismo dia 13 llegaba a Chimbote la corbeta O'Higgins, enviada por el señor Comandante en Jefe de la escuadra para resguardo de los buques del convoi.

Por el Comandante de la corbeta tuve noticia que se habia desembarcado armas para el enemigo en el puerto de Huacho i que en el de Supe se notaba mucha carga en tierra.

Con esos datos i otros que obtuve en Chimbote me dirijí en el trasporte Copiapó, convoyado por la O'Higgins, al puerto de Supe adonde desembarcaba con 400 hombres del Rejimiento Buin en la tarde del dia 14.

En ese puerto fuí noticiado de que la carga notada en tierra por el comandante de la corbeta a su pasada por ahí, era formada por 5,000 rifles Peabody i sus respectivas muiniciones, í que habian sido internados el dia ántes mediante al voluntario ausilio prestado por los hacendados vecinos.

A pesar de carecer allí de todo medio de trasporte, me dirijí a pié en la noche de ese mismo dia a la hacienda de San Nicolás, adonde era probable que encontraran parte del armamento internado.

En esa hacienda se hallaron en efecto mas de 200,000 tiros para rifles Peabody, que fueron destruidos.

De la misma manera se incendiaron e hicieron saltar con dinamita las casas del fundo i el valioso establecimiento azucarero que allí existia.

Con tal castigo es de esperar que en adelante los paisanos que tengan bienes que conservar se cuidarán de comprometerse en hostilidades sin haber recibido comision pública para ello.

No teniendo fuerzas ni elementos suficientes para continuar mas allá de San Nicolás, el dia 15 me reembarqué en Supe i me dirijí a Chimbote, adonde llegaba al siguiente dia.

En este último puerto apresuré el reembarque de todas las fuerzas de la division para reconocer en el mar al vapor Islai, que segun comunicaciones sorprendidas al enemigo, debia traer una importante carga.

Antes de zarpar de Chimbote, cumpliendo las intruccciones de V. S., hice destruir todas las locomotoras del ferrocarril. No fuí mas allá en la destruccion de esa línea férrea por haberme asegurado en comunicacion oficial el representante consular de Norte-América en ese puerto, que la propiedad del material rodante del ferrocarril pertenecia a un ciudadano de su nacion i por no haber podido constatar con evidencia la inexactitud de esa afirmacion.

Se destruyó asimismo en Chimbote el edificio fiscal de la Aduana, único bien que allí poseia el Estado, despues de ponerse en salvo las mercaderías de neutrales que contenía.

No me pareció conducente para el objeto de mis operaciones, la destruccion del viejo muelle del puerto, por haber tenido el proyecto de volver allí una vez que cumpliera mi cometido mas al Norte, i porque su destruccion podria ser inconveniente para futuras operaciones que puede exijir el desarrollo de la guerra.

A poco de haberme hecho a la mar, fuí avisado que un buque de guerra de los Estados-Unidos de Norte-Ámerica, que llegaba en demanda de nuestra espedicion pedia comunicar. La marcha del convoi se detuvo i recibí entónces por conducto del señor comandante de ese buque varias notas de los señores ministros estranjeros residentes en Lima, i entre ellas una del señor Enviado Estraordinario i Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de Norte-Ámerica en Lima, que ya he tenido el honor de remitir a V. S. con su contestacion, en la cual se me hacia presente, con el objeto de que suspendiera mis operaciones, que mediante a los buenos oficios de dicho señor Ministro los gobiernos belijerantes habian aceptado la mediacion de los Estados Unidos de Norte-Ámerica para hacer la paz, i que tal circunstancia debia bastarme para esa suspension a fin de evitar toda emerjencia que hiciera malograr la feliz oportunidad que se ofrecia para el restrablecimiento de la paz.

Pareciéndome que no estaba en mis facultades de Comandante en Jefe de una limitada division del ejército acceder a los deseos del señor Ministro de los Estados Unidos, i suponiendo, por otra parte, que a ser ciertas sus afirmaciones, V. S. se habria adelantado a comunicarme nuevas órdenes; creí conducente contestarle que continuaria mis operaciones hasta tanto no recibiera de V. S. instrucciones especiales para suspenderlas.

Ya ántes de recibir la referida comunicacion, a mi pasada por el Callao habia sido impuesto por el señor Comandante en Jefe de la escuadra que el señor Ministro de S. M. B. en Lima se habia dirijido a él en nota confidencial, haciéndole presente idénticas consideraciones a las ya enunciadas del señor Ministro de los Estados Unidos; pero no dí a ésta mas importancia que a aquéllas.

Junto con remitirme el señor comandante de la nave mencionada la nota de su Ministro a que he hecho referencia, solicitó de mí una entrevista para agregarme en su propio nombre i en el de su Ministro algunas otras observaciones, entrevista que no pude accceder por encontrarme en la mar pendiente de la pasada para el Sur del vapor inglés Islai, que debia traer una importante carga para el Perú, segun telegramas sorprendidos al enemigo.

Siguiendo el convoi rumbo hácia el Norte, pronto fué avistado i rejistrado dicho vapor por oficiales de la corbeta Chacabuco, los cuales estrajeron de su bordo 24 cajones con la marca indicada en las comunicaciones sorprendidas i cuatro mas con marca diversa que en el rejistro del cargamento del buque resultaron pertenecer al Gobierno del Perú.

Tan pronto como el señor comandante de la corbeta me dió cuenta que el contenido de dichos cajones era moneda del Perú en su mayor parte, nombré una comision compuesta del comandante del Rejimiento Colchagua don Manuel J. Soffia, del secretario general de la división don Daniel Carrasco Albano i del cirujano en jefe don Daniel Herrera, para que se recibiera de ellos i me diera cuenta de su contenido.

Segun esa comision cuyo informe orijinal tengo el honor de acompañar con sus anexos bajo el número 2, los 24 cajones que correspondian a las marcas i señales anunciadas en las comunicaciones sorprendidas contienen siete millones doscientos noventa mil soles (7.290,000 soles) en billetes de la emision autorizada de la República del Perú, i los restantes 4 cajones, trescientos setenta i cinco mil soles (375,000) en estampillas de la Union Postal para el servicio de los correos del Perú, los cuales son estimados en plata por su valor nominal.

Continuando la marcha interrumpida, tocábamos el dia 18 de Setiembre en la isla de Lobos de Afuera, para destruir allí los elementos de carguío de huano que aun restaban i para esperar en ese lugar una hora oportuna de salida que nos permitiera arribar al puerto de Paita en la madrugada del siguiente dia.

Como en Chimbote, nuestras fuerzas desembarcaron en ese puerto en el mayor órden i sin que se nos opusiera resistencia alguna.

Por haber huido las autoridades locales i no encontrar con quien entenderme para el pago de la modesta suma de 10,000 soles en plata que deseaba imponer como contribucion de guerra a la poblacion, nombré una comision municipal provisoria compuesta de sus vecinos mas honorables, la cual debia asumir la representacion local.

Como me espusiera esa comision que la poblacion de Paita no estaba dispuesta a atenter mi requerimiento por temor al castigo que pudiera imponerle el Supremo Dictador del Perú, ordené incendiar i arrasar las valiosas propiedades de la Prefectura de la Aduana, de la estacion i maestranza del ferrocarril que conduce hasta el interior en direccion a Piura. Por humanidad i en atencion a que igual castigo impuesto a algunas propiedades particulares habia comprometido toda la poblacion, construida de caña i paja en su mayor parte i distribuida en calles mui estrechas, no fuí mas allá en el rigor de la guerra con que pude haber tratado a esa pobre poblacion.

Antes de que se procediera a la destruccion de la Aduana, la comision municipal se hizo cargo de todas las mercaderias que contenian sus almacenes, por pertenecer ellas a comerciantes estranjeros.

Miéntras se castigaba al pueblo de Paita, me puse en marcha con la caballería hacia el interior en seguimiento del material rodante del ferrocarril para destruirlo, lo cual pudo efectuarse, en parte, en la estacion de Huaca, a 30 quilómetros de la mar.

Vuelto a Paita, esperé allí, embarcado, la llegada del vapor Pizarro que, segun denuncios, debia traer armas desde Panamá para el Gobierno del Perú. Habiendo arribado ese buque el dia 22, fué prolijamente rejistrado sin que se le encontrara contrabando de armas.

En la tarde del mismo dia se hacia a la mar el convoi con rumbo a la isla de Lobos mas a tierra, con un objeto idéntico al de nuestro arribo a la isla de mas afuera.

De la isla mencionada se dirijió la espedicion al puerto de Eten, adonde desembarcó la division despues de grandes esfuerzos para vencer los obstáculos opuestos por la falta de elementos de desembarque i por la mala calidad del puerto.

Una vez desembarcado, dirijí un oficio al prefecto de Lambayeque manifestándole el objeto de mi desembarque i requiriéndolo por el pago de la moderada suma de 150,000 soles en plata u oro que imponia como contribucion de guerra al rico i poblado departamento de su mando.

Como se negara el mencionado prefecto a satisfacer mi requerimiento i me amenazara con resistencia armada, avanzó nuestra division recorriendo las poblaciones de Eten, Monsefú, Chiclayo, Pimentel, Lambayeque i Ferreñafe, obteniendo en unas, el pago de moderadas contribuciones i, en otras, castigando con humanidad la contumacia de sus habitantes, i sin encontrar en parte alguna resistencia que merezca ser mencionada en este parte.

Despues de recorrer i castigar al departamento de Lambayeque, me puse en marcha hácia el de la Libertad, saliendo del puerto de Eten el dia 5 de Octubre.

A nuestro paso por las haciendas de Ucupe i Cayalti, i de las poblaciones de Pueblo Nuevo, Guadalupe, San José, Chefren, San Pedro i Pacasmayo, se les requirió tambien por contribuciones de guerra, que pagaron sus habitantes con la mayor solicitud.

Cuando proveia a la division en la ciudad de San Pedro de los elementos necesarios para atravesar el desierto que la separa del hermoso valle de Chicama, recibí un parlamentario del prefecto del departamento de la Libertad anunciándome que la provincia de Trujillo opondria a mi marcha resistencia armada i que ántes de esponer a sus habitantes a los males de la guerra, deseaba que le concediera una entrevista con el objeto de hacerme presente consideraciones que creia fueran bastantes para que suspendiera mis hostilidades. De acuerdo con los comandantes de los cuerpos que forman mi division, se contestó al prefecto que no tenia inconveniente para concederle la entrevista que solicitaba, i que para ello podia presentárseme con arreglo a los usos de la guerra en cualquier parte del camino que iba a recorrer la division.

En la tarde del dia 16 de Octubre se ponian en marcha nuestras fuerzas hácia el valle de Chicama, despues de haberse requerido ántes a sus habitantes por el pago de la cantidad de 150,000 soles en plata u oro, como contribucion de guerra que debian satisfacer, i acampaban en la madrugada del siguiente dia en Monte Seco, a la entrada del valle. En Monte Seco ocupaban ventajosísimas posiciones las fuerzas con que la provincia de Trujillo tuvo intencion de oponernos resistencia. Dispuesto el órden de ataque, avanzaron nuestras tropas, pero sin encontrar un solo hombre a quien combatir. Segun noticias que se obtuvieron en el pueblo de Paijan, adonde acampamos el mismo dia, el coronel don Adolfo Salmon, al frente de 800 hombres de infantería i caballería, huyó en direccion a la sierra tan pronto como vió moverse nuestras fuerzas.

De Paijan seguimos marcha al pueblo de Chocope, centro de las haciendas del valle, i cuando alli me preparaba a hacer sentír a aquel territorio todo el rigor de la guerra, recibí instrucciones de V, S. para reembarcarme inmediatamente con el objeto de hostílizar otra parte del territorio enemigo.

Las nuevas instrucciones de V. S. me obligaron a moderar mis exijencias con el doble objeto de no hacer insfructuosa nuestra penosa marcha í evitar que quedaran mis requerimientos sin la dura sancion de la guerra.

El cumplimiento de las nuevas órdenes de V. S. no fué obstáculo, sin embargo, para que, miéntras se movia hácia la mar una parte de la infantería, aprovechara el tiempo enviando a la ciudad de Ascope algunas fuerzas en persecucion del prefecto de Trujillo i sus tropas.

Durante nuestra larga travesía por el territorio de la costa Norte del Perú, no pocas veces fuí molestado por algunos estranjeros que, apoyados por sus respectivos ministros, indudablemente ignorantes de los antecentes de cada caso, pretendian ocultar los bienes pertenecientes a ciudadanos enemigos; pero, cumpliendo las instrucciones de V. S. les habria hecho sentir todo el rigor de la guerra, si no hiubieran tenido el buen sentido de satisfacer mis requerimientos.

En las copias que acompaño bajo los números... i los orijinales que tengo el honor de remitir a V. S., podrá ver que he procurado sostener con firmeza los principios que presiden los actos modernos de la guerra, que es natural sean tan respetados cuando ponen en práctica las naciones poderosas como cuando los ejercitan las mas débiles.

Embarcadas mis tropas, la infantería en el puerto Malabrigo i la caballería en el de Pacasmayo, me he dirijido a este puerto de Chilca para cumplir las nuevas instrucciones de V. S.

Al pasar por el Callao, di órden al comandante de la corbeta O'Higgins que se agregara a la escuadra bloqueadora, llevando consigo al vapor Isluya apresado en Paita, de cuya captura ya he dado cuenta a V. S., i una lancha forrada en cobre tomada en el puerto de Eten, que servirá a los buques de la escuadra para el trasbordo de carbon i víveres.

En el cuadro adjunto bajo el número... i en los documentos a él acompañados se servirá encontrar V. S. el detalle del producido de las contribuciones de guerra impuestas a las haciendas i poblaciones del territorio recorrido.

No estimaria completo este parte de las operaciones que V. S. tuvo a bien confiar a mi direccion, si no espresara el sentimiento con que han visto mis fuerzas, por la propia dignidad de un país americano, que una pequeña division de 2,000 chilenos, dando el mas brillante ejemplo de moralidad i de disciplina, haya recorrido 20 i tantas poblaciones, no pocas de un considerable número de habitantes i atravesado cinco departamentos, talvez los mas ricos, industriosos i poblados del Perú, sin que en parte alguna se opusiera la menor resistencia, despues de mas de un año de una guerra encarnizada.

Los partes de los señores jefes de los diversos cuerpos que han formado la division, i del señor comandante de la corbeta Chacabuco, los cuales tengo el honor de remitir a V. S. orijinales, le impondrán de las comisiones que cada cual desempeñó.

Mui grato me es espresar a V. S., al poner término a este parte, que la tropa de mi division, mediante al ejemplo i entusiasta servicio de los señores jefes i oficiales, ha observado durante la espedicion la mayor moralidad i disciplina. Por esta circunstancia recomiendo a unos i otros a la mas benévola consideracion de V. S.

Idéntica recomendacion me hago un honor de hacer a V. S. de los señores jefes i oficiales i las tripulaciones de las corbetas Chacabuco i O'Higgins que me han prestado con el mayor entusiasmo su valiosa cooperacion.

Dios guarde a V. S.

PATRICIO LYNCH.

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo III, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1886, P. 508.

2 comentarios:

  1. O sea, elegían la destrucción de bienes antes que pagar. Raro.

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  2. En el contexto de una guerra, y bajo prohibiciones, es esperable cualquier actitud de los ciudadanos

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