miércoles, 9 de septiembre de 2020

María Quiteria Ramírez

 [Fotografia de María Quiteria Ramírez]

Sobre María Quiteria hay diversos testimonios de sus acciones y quehaceres durante la Guerra del Pacífico. Hacia 1879 era una mujer joven, de alrededor de 31 años, natural de Illapel, "bastante bien parecida y mejor hablada, muy entusiasta y patriota y muy amiga de la Irene Morales.

Se enroló en el 2° de Línea y participó en la batalla de Tarapacá, siendo una de las cantineras que estaban con Eleuterio Ramírez. Mientras las otras dos mujeres murieron junto al comandante, María fue detenida por los peruanos y llevada a Arica donde fue "dada en rehenes de confianza a un arriero argentino llamado Juan Manuel Soza", debido a que el general Buendía supo que las cholas y las negras de Arica se aprontaban para despedazarla.


María fue hecha prisionera junto con otros 50 chilenos "y no tardó en hacerse tan popular como simpática". Sus mismos compañeros de infortunio le pusieron de sobrenombre "María la Grande en vista de su estatura". Poco a poco ganó la simpatía de todos puesto que "se convirtió luego en dueña de casa, todo lo efectuaba en beneficio de sus compatriotas, a los cuales los colocó bajo su a la protectora, por más que sus alas no eran de ángel...".

Muchos prisioneros no la conocían anteriormente, ni la profesión que ejercía, por tanto les extrañó que fuera tan popular entre los peruanos. Al respecto uno de los prisioneros chilenos escribió que "se presenta en la puerta de nuestro aposento un jefe, que por su traje, parecía pertenecer a las ambulancias y preguntó: ¿Quién se llama María Ramírez, está aquí? Yo soy contestó una voz femenil, conmovida y llorosa. ¡Tu aquí María! ¿Cómo? Estoy prisionera, contestó llorando. No llores María; no te sucederá nada; serás muy cuidada entre nosotros, y terminó estas frases afables dándole una pequeña bolsa con maíz tostado. María era nuestra cantinera y nos causó admiración que fuese conocida por ese jefe peruano; pero al mismo tiempo nos alegramos de ello porque era probable que le guardaran alguna consideración, librándola del duro trato que se nos daba".

Posteriormente María Ramírez apareció mencionada como una de las cantineras que se destacaron por su valor y heroísmo durante la batalla de Chorrillos. Su papel fue principalmente el de ayudar a los lesionados dándoles "agua a través de su "barrilito de Jerez", lo que ejecutaba religiosamente, y a algunos heridos les daba de su propia boca, a causa de no poderlo hacer de otra manera, por el estado de postración en que se hallaban". Pero, cuando el barril se le acabó de tanto usarlo, lo arrojó lejos "y tomando un fusil de un soldado herido, se fue ciega sobre las trincheras gritando: "síganme, muchachos, que ya los cholos arrancan".

Lo último que se conoce sobre esta mujer es que en mayo de 1881, estaba de regreso en Santiago "muy enferma del hígado pero se recobra, gracias a los cuidados del filántropo caballero Carlos de Mendeville, Comandante de la Junta de Socorros, quien la auxilia generosamente"

Fuente: Larraín Mira, Paz, La Presencia de la Mujer Chilena en la Guerra del Pacífico, Centro de Estudios Bicentenario: Universidad Gabriela Mistral, Santiago, 2006, P. 57.

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