lunes, 14 de septiembre de 2020

Parte de Enrique T. Gutiérrez sobre la perdida de la Covadonga

 [Ilustracion del hundimiento de la Goleta Covadonga]

A BORDO DEL «BLANCO ENCALADA.»

Setiembre 14 de 1880.

Señor almirante:

El oficial del detall que suscribe tiene el sentimiento de poner en conocimiento de US. lo acontecido con fecha 13 del presente a bordo del Covadonga, en el puerto de Chancai.

Ayer, con el objeto de reconocer el puerto, en el que se decia existia un puente de la línea férrea, el comandante se acercó a tierra a la distancia de quinientos metros. Después de reconocer la costa por hora i media i no encontrar punto alguno que destruir, se concretó a hechar a piqué una lancha i un bote que se encontraban a trescientos metros del muelle de fierro. La lancha se echó a pique, pero no así el bote, después de varios disparos con el cañón de proa.

Entonces el comandante ordenó arriar el chinchorro, i nombró al aspirante señor Meliton Guajardo i al calafate para que, después de sacar todos los útiles que hubiera en dicho bote, procedieran a su destrucción. Pero notando, por lo que;decían los comisionados, que no habia nada, al parecer, sospechoso, mandó suspender la orden de echarlo a pique i en cambió ordenó sacarlo fuera de la bahía. Mientras se preparaban los aparejos para izarlo, previne al comandante que seria bueno reconocer el cajón de popa del escudo. Después de aprobar mi observación, agregó que no habia necesidad, porque ya el calafate lo habia reconocido i que le habia asegurado que no existia nada sospechoso, i dio orden de izarlo lo mas pronto que fuera posible.

Como a las 3.15 P. M., ordenó al teniente 2.° don Frailan González, que se encontraba de guardia, que apurara la maniobra de meter el bote dentro. El señor González me observó lo mismo que yo habia dicho ya al señor comandante: que era conveniente reconocer el cajón de popa, a lo que contesté que lo hicieran. Pero cuando iba a mandar al carpintero para que llevara a cabo dicha orden, el contra-maestre tocó listo i tesaron las tiras de los aparejos, a lo que se siguió una esplosion en el bote. Acto continuo, el buque principió a sumerjirse rápidamente. No habia duda de que el bote encerraba un torpedo.

Cuando abandoné el buque con los veintiocho tripulantes que han salvado en la canoa, ya este estaba totalmente perdido, pues solo quedaba sobre la superficie una parte de la popa i los masteleros.

Según mi parecer, los muertos i ahogados no pasarán de veinte por haber quedado a flote gran número de trozos de madera i salva-vidas, i mucha jente refujiada ya en las járcias, pues, el buque no se sumerjió totalmente. Supongo que el resto de los salvados deben haber sido conducidos a tierra por botes del enemigo.

El señor comandante de la cañonera Pilcomayo ha dado ya cuenta a US., en una lista nominal i detallada, de los oficiales i marineros salvados en ese buque.

Creo, asimismo, de mi deber poner en conocimiento de US. que cuando íbamos en demanda de la Pilcomayo, un bote de tierra nos persiguió por mas de hora i media, haciendonos continuos disparos, al parecer de rifles. Como la mar era mui gruesa i se acercaba la noche, pudimos burlar esa persecución, i continuar nuestra marcha hacia el sur. A las 10 P.M. fuimos recojidos por la citada cañonera.

Es cuanto tengo que esponer a US. sobre el suceso de la Covadonga.

Dios guarde a US.

ENRIQUE T. GUTIÉRREZ.

Al Comandante en Jefe de la Escuadra.

Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 767.

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