[Retrato de Hilarión Daza]
A Daza lo perturbó la ocupación de Antofagasta, pero no necesariamente por el hecho grave que ello significaba, sino porque ocurrió en medio de las fiestas de Carnaval. ¿Las interrumpió? Ni pensarlo. Ocultó la información y siguió la fiesta por varios días.
Los festejos, en realidad, habían empezado semanas antes, cuando las negociaciones estaban todavía en su etapa más seria y final. El día 14 de enero Daza celebraba su cumpleaños. El Ministerio de Guerra dictó una orden que decía: "El día de mañana, 14 de enero, es una de esas fechas que la historia ha de inmortalizar; que el soldado boliviano ha de recordar con gratitud hasta su más remota sucesión, porque es el aniversario del natalicio del General don Hilarión Daza... Bolivia, la hija predilecta del Liberador, ha visto nacer en su suelo al ínclito varón, cuyo nombre encabeza las presentes líneas, tras luengos años de anarquía, tras los estragos de la guerra civil, Dios nos ha mandado por misterio de él, días de paz, de ventura y bienandanza. El 14 de enero será siempre una fecha de inmortal memoria..."
Hasta el 25 de enero hubo "fiestas populares palaciegas, ruidosas y groseras".
Cuando el día 22 de febrero Daza supo de manera fehaciente que Antofagasta había sido ocupada, a través de la información de su Cónsul en Tacna, faltaban aún tres días del Carnaval, que se había iniciado el 14. El aviso tampoco fue una sorpresa; diversos despachos de sus agentes, en los días previos, se lo habían anunciado. Dice el historiador argentino Uriburo: "Eran los días del carnaval y entregándose había el sátrapa indígena a sus vulgares placeres, a la sazón que recibiera la noticia de la ocupación militar de Antofagasta. El efecto de debía producir a Bolivia tan inesperado acontecimiento, turbar podía las fiestas... Cuando se agotaron las diversiones y ya no quedaba sino el hastío y cansancio que sobrevienen al abuso y licencia de muchos días de orgía y libertinaje, estalló la cómica indignación, que simulaba haberse apoderado del mandón hipócrita, prorrumpiendo en olímpicas amenazas de exterminio contra la nación alevosa..."
En efecto, el día 26 de febrero, Daza hizo publica una proclama en la cual denunciaba en términos la "agresión" chilena, hecha por "gentes depravadas por la miseria y el vicio, asesinos de cuchillo corvo".
La reacción del pueblo boliviano, en general, fue decidida y valerosa; todos los estratos sociales se sintieron conmovidos y concurrieron voluntariamente al llamado. Por cierto, estaban construidos de una fibra diferente a la del hombre que mandaba sus destinos.
Sucesos de gran importancia ocurrían entretanto. Pero la actitud demostrada por Daza, en este momento crucial, resulta ilustrativa para evaluar sus conductas anteriores y posteriores.
Fuente: Ruiz-Tagle Orrego, Emilio, Bolivia y Chile: el conflicto del Pacífico, Edit Andres Bello, 1992 P. 147.
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