Campamento del Puente de Lurin, Enero 6 de 1881.
Señores Directores:
Hoi tuvo lugar el reconocimiento del campo enemigo por el Jeneral en Jefe, jefes de Division i otros oficiales superiores, que le anunciaba en mi carta del 4 del presente, en la que, a riesgo de repetirme i de cansarlos, procuro darles la idea mas cabal de los caminos, sus distancias, recursos i dificultades; de los descubiertos i reconocidos últimamente, como de la situación de las líneas enemigas i número probable de sus defensores, en vista de los datos recojidos en las diversas esploraciones que se han hecho, para facilitar con estos datos los planes de campaña que allá se den sobre el mapa.
I aquí les diré que todas las cartas que conocemos de Lima i el Callao adolecen de varias inexactitudes que ha sido fácil de demostrar en vista del terreno.
El reconocimiento de hoi no nos dice nada nuevo. Ha servido, mas que todo, para dar a nuestros jenerales la impresión jeneral del terreno que ya conocían por las relaciones de los esploradores enviados en tantas ocasiones.
Esparcida en todo el campamento la nueva de la próxima espedicion, con las exajeraciones consiguientes respecto al número de tropas i cañones que debian acompañarla, habia grande ansiedad por conocer pronto sus resultados, i se hablaba de ella i de los felices invitados, como en cualquiera de nuestros barrios, del baile que prepara el vecino.
Con las primeras luces de la mañana pasaba el puente la columna espedicionaria que se componía:
Del Jeneral en Jefe, Jeneral Sotomayor, señores Lynch, Lagos, Velazquez, del Ministro de la Guerra, señores AItamirano, Errázuriz i Dávila, ayudantes de campo i oficiales de Estado Mayor Jeneral i otros muchos de distintos cuerpos.
Trescientos granaderos al mando de los jefes Yávar, Muñoz i Marzan.
Cien cazadores a las órdenes del comandante Vargas.
Cien soldados del Rejimiento Buin, montados en caballos elejidos entre todas las caballadas, i dos piezas de artillería Krupp, una del Rejimiento número 1 de 7.5 i la otra del 2. ° de 8.7, dirijidas por los señores Velazquez, Wood i los oficiales Gana, Besoain, Flores i Jarpa.
Tomaron la línea que sigue el telégrafo a ChorriIlos, por entre los descaminos del alto, línea que, uniéndose a la que viene de Pachacamac, conduce directamente a la hacienda de San Juan, situada en la primera línea de vejetacion del valle de Lima, yendo de Lurin.
Iban de vanguardia los 100 hombres del Buin con sus jefes García i Vallejos. Después, cazadores, granaderos, i a distancia las dos piezas de artillería que trepaban las alturas tiradas por 10 parejas de fornidos bridones, haciendo un paisaje de aquellas soledades, con otras 10 parejas, a retaguardia, de repuesto.
A las 8 A. M. se hizo alto a dos leguas i media del punto de partida, dejando a Villa a dos kilómetros a la izquierda, sobre la cima de unos cerros que permiten ver primero el morro del Solar, el sendero estrecho que pasa a sus pies, que es todo un mal paso, la série de lomas en dirección al N. E., sobre las cuales se estienden los campamentos enemigos, la población de Chorrillos, i avanzando un poco mas, en la vaguedad del horizonte, las torres de Lima i su famoso San Cristóbal.
Quedábamos, pues, a la derecha de los campamentos enemigos que ocupan los cerros de la izquierda.
Ahí están las primeras avanzadas de los peruanos, las que se replegaron a paso de vencedores al ver avanzar a los Buines que iban a tomar posiciones como a 1,500 metros.
A las 8.50 A. M. resonó un cañonazo en el campo enemigo, que turbó el profundo silencio de los cerros, llevando en sus mil repercusiones, que iban dando botes en las lomas, la señal de alarma a toda la línea.
Al mismo tiempo, un tren se alistaba a toda prisa i salia poco después, tragándose las leguas, en dirección a Lima, adonde llevaba talvez el boletín de una próxima victoria.
Quien canta yanta, decia Sancho; pero también debe distraer los cuidados.
De momento en momento llegaban tropas a los cerros de donde se divisaban nuestras fuerzas, i las acampadas ahí las recibían con estruendosos hurras, cajas, cornetas, fanfarras i charangas, cuyos ecos se percibían claramente.
¿Seria la satisfacción de batirse con pocos? ¿Quién podria decir lo que habia en realidad tras ese antifaz de gritos i de alegres canciones?
A las 9 A. M. sonó el primer disparo de nuestras piezas, que se habian colocado a 3,000 metros, mas o ménos, a retaguardia del resto de nuestra tropa, i sumando esta distancia i la que todavía separa a éstas de las líneas del enemigo, se tiene un prudentísimo alejamiento. Este tiro quedó corto. Grandes gritos entre los peruanos; un segundo, largo; un tercero, corto también. Nuevos gritos; un cuarto, largo otra vez i la algazara acrecienta locamente.
Era aquello una pascua de negros.
Por fin el quinto disparo revienta casi en la misma cumbre del cerro que servia de balcón a los risueños vecinos i de mira a nuestros artilleros. Silencio profundo en el campo enemigo i se ve retirarse por todos lados a los espectadores como si hubiera concluido la función que tanto contento les daba. Veintisiete disparos, mas o ménos, de nuestra parte i siete de la de ellos que al parecer trataban de ocultar su juego.
Tres de ellos fueron dirijidos contra un grupo de 50 cazadores que bajo al plan en busca de una águada, desplegándose además una guerrilla delante de ellos.
El mayor Jarpa, el capitán Flores i el asistente del primero avanzaron bastante hácia los enemigos, bajando el cerro por otro punto; pero mui pronto se vieron soldados enemigos i hubo que retirarse para no darles el gusto de matar tontamente a un oficial chileno.
Miéntras ocurrian estas escenas, los jenerales avanzaban un poco por otros sitios, reconociendo nuevos puntos de mira.
A las 11 A. M. se emprendió la marcha de regreso i poco antes de la 1 P. M„ después de un descanso, volvian al campamento, sin novedad alguna, los numerosos espedicionarios, i los pormenores de la escursion corrian despues por todos los rincones, dejando los crespos hechos a los que se habian prometido un encuentrito destinado a forzar a los enemigos a sacar mas cartas que las que se vieron en realidad.
La distancia exacta que tomaron las piezas de artillería fue: la del número 1 a 5,800 i la del número 2 a 6,000 metros.
En este reconocimiento, como en los otros anteriores,se ha podido comprobar parte de los informes que tenemos acerca del campo enemigo i la veracidad de lo que buenamente han contado tres prisioneros que tomó el coronel Barbosa, de la manera siguiente:
Andando por la quebrada del Lúcumo o Picapedrero con una escolta de 25 cazadores, a poco mas de seis cuadras del campamento del Curicó, divisaron un piquete de siete caballeros enemigos, que se permitieron hacer sus disparos sobre el grupo de los nuestros
No era el caso de dejarse matar, ya que hasta la cozasno mas humilde puede concluir con un jeneral.
Mandaba a los cazadores el alférez Urrutia, i en una feroz batida dieron alcance a cuatro de los siete. De éstos murio uno, escapando el teniente Lara que los mandaba i los demas.
Pertenecen al Escuadrón Lurin que manda el coronel Miranda, i venian, aunque montaban jacos que daban un trote i el otro lo pensaban, nada ménos que a averiguar si eran verdad las nuevas que corrian entre ellos como mui ciertas, referentes a que nuestro ejército se reembarcaba.
Estos díceres ¿serán las ilusiones del deseo? Uds. saben tanto como yo el crédito que puede darse a las noticias que se obtienen por estos conductos, desde que simples soldados no es fácil que sepan grandes cosas; pero por esta vez, lo que cuentan no desdice de las noticias que sabemos por otros conductos. Dicen que tienen 3,000 hombres surtidos, corno si dijéramos entre de lana i algodon; que la tropa de línea, lo que ellos llaman el ejército, está desde la Malina al Sur i la reserva en Mendoza, Surco, Barrancas i Miraflores; que hai cañones en Vasquez i San Juan; que el cerro de San Bartolomé tiene 9; i que hai mucho fastidio en todo el ejército, notándose muchas deserciones que no alcanza a evitar la estrema vijilancia de los jefes, como sucede en el rejimiento a que ellos pertenecen, donde faltan muchos.
Por otra parte, sabemos los resultados de la esploracion por mar, que a bordo de la Magallanes hicieron los señores Lynch i Lagos, acompañados del capitán Orrego del Estado Mayor Jeneral i del capitán Rojas del Estado Mayor de la 3. División. Salieron el 4 a las 9 A. M. de la caleta de la Artillería i llegaron hasta el Callao, regresando a las 7.30 P, M.
Frente a Villa estuvo a 1,000 metros de la costa i a 4,000 en Chorrillos. Se pudo ver que el enemigo tiene cañones en Miraflores i Chorrillos. De este ultimo punto hicieron sobre la Magallanes tres disparos con cañones de campaña, uno de los cuales cayó en la misma línea de la corbeta a 50 metros de la proa.
Observados de flanco los campamentos enemigos en Villa, se dístinguian claramente a ojo desnudo los fosos i trincheras de sacos con que defienden todas las cumbres de los cerros de ese punto...
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo IV, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1887, P. 376.
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