miércoles, 24 de junio de 2020

Verdades un poco amargas (Editorial de La Tribuna de La Paz.)

 
[Soldado del Regimiento Colorados de Bolivia]

Es ingrata tarea la del que se ímpone el deber de escribir para la prensa. Si leen el escrito, malo, pues la verdad no sienta bien a los que la lisonja embriaga. Si no leen, que es lo comun en Bolivia, ¿para qué pensar ni escribir sobre temas que son de interes nacional?

Cuando nuestros soldados en San Francisco i Alto de Tacna han hecho lo que han hecho ¿qué podemos prometernos de ellos?

Cada uno de nuestros coroneles con sus charreteras, entorchados i relumbrones me recuerdan esos campos de batalla, donde solo han dejado la huella del caballo en que figuraron. Sin embargo, pienso en que es necesario defender a Bolivia, i defenderla con hombres que no estén acostumbrados a mostrar la espalda al chileno.


¿Dónde encontrarlos? En el pueblo. Separarse de éste es buscar la muerte.

El pueblo boliviano ha sufrido el desaliento con los contrastes; pero, pasada la decepcion, se ha recojido en sí, i piensa: mas que piensa, sufre cruelmente al ver su honra ajada i la cobardía de los que se encargaron de defenderla.

¿Desespera el pueblo? Su abatimiento no lo ha llevado hasta las puertas del infierno de la ignominia, donde únicamente está esculpida la frase: Aquí muere la esperanza.

La lucha contra Chile debe renovarse de una manera séria, constante i terrible. Esa lucha no debe confiarse solo al Gobierno, que, por mucho que se diga, es i será impotente si el pueblo mismo no se pone de pié i obra.

La defensa no puede encomendarse a jefes que ninguna confianza inspiran al soldado ni garantía a la República.

Para los jefes que han llegado corridos se deben abrir los consejos de guerra.

Entre los oficiales jóvenes que se han distinguido se deben tomar los capitanes que deben guiar nuestros batallones a la victoria.

El Jeneral Lopez, cuando sostenia la guerra contra el Brasil, la Arjentina i el Uruguai, en cada batallon solo tenia un capitan.

En la Uruguayana, solo el comandante paraguayo Estigarrabia mandaba 8,000 soldados... Entre nosotros ¿para qué tantos coroneles que solo saben abandonar el campo de batalla i llegar de los primeros a las ciudades de la República? Esos jefes que con tanto costo ha mantenido la nacion ¿qué prueba le han dado de su valor? ¡Abra los ojos Bolivia!

Si no es hora de las recriminaciones, es tiempo de la recomposicion.

Las reacciones, impulsadas por el honor i por el deber, saben ser tremendas en los pueblos que no se han degradado; i miente quien diga que en Bolivia no existen los mas nobles i puros sentimientos de patriotismo.

Su momentáneo desaliento pasa como nube en el triste cielo de las desventuras.

El jénio inmortal de los altos-peruanos, cae i se levanta, pero no muere.

Se engañan tristemente los que piensan que la paz fuera solicitada o aceptada por Bolivia. Error i gran error seria en el que estuvieran los que de tal manera juzgaran al país.

¡No os apresureis; dad tiempo al tiempo, i dejad que respire, que descanse una hora i se rehaga ese fatigado pueblo, i entónces sabreis si es cobarde i miserable, o si es lo que es, valiente, abnegado i noble.

Sus conductores no le comprenden bien ni le sirven mejor.

La Asamblea ¿qué hace? Encerrada para conservar el misterio de la duda, no cumple con su deber. Sí, ella estaba en la obligacion de sacar al país del trillado camino en que ha caido para ser maltratado; pero, léjos de eso, se han concentrado los convencionales a encerrarse en las leyes de una constitucion hecha para encerrar al Poder Ejecutivo en las barreras de la lei.

Con esa medida, i decir que estamos en guerra con Chile, ¿han pensado los representantes de los pueblos que han cumplido con su obligacion? ¿Qué mas han hecho?

La cuestion de buscar fondos i crearlos ¿ha sido acaso el único objetivo que los pueblos tuvieron al elejirlos?

¿Fué el nombramiento de estos señores para que en cuestiones de política personal pierdan el tiempo en largas sesiones que duraron hasta altas horas de la noche?

¿Fué para que, en el seno de la Convencion, repercutan los odios de los partidos en que ha languidecido el país?

¿Para eso fueron los apoderados de la nacion?

¿Qué han hecho por la guerra? ¿Qué por adelantar los vínculos de la alianza? ¿Por qué no se preocupan del mas grande i vital problema, que es el de la Confederacion perú-boliviana?

Si los representantes nacionales se elevaran a la altura de la situacion, Bolivia no solo anonadaria a Chile, sino que, unida verdaderamente al Perú, aniquilaria para siempre a su injusta adversaria.

¡Cuánta responsabilidad pesa sobre los que pudiendo hacer el bien a su patria no lo hacen por escuchar el acento del egoismo o el alarido de la pasion o el interes!

La prensa tampoco ha correspondido a la actualidad.

En resúmen. El Gobierno no debe separarse de la opinion. La Convencion Nacional debe llenar su cometido dirijiendo el país, que tiene su confianza puesta en sus representantes. Constancia i firmeza en sus trabajos, aliento i fuerza de alma en sus determinaciones, justicia en sus procedimientos es lo que hará de la Convencion un faro de luz, una palanca de fuerza poderosa para Bolivia, i será solamente así el áncora de la salvacion de los pueblos perú-bolivianos. Felices, mui felices los convencionales del 80, si pacientes i patriotas no abandonan sus puestos de sacrificio para encaminar la nacion hácia su felicidad.

En cuanto al ejército, es deber declarar que hoi tiene dos obligaciones. Lavar la deshonra de nuestra bandera i salvar la patria, obteniendo la muerte heróica o la victoria.

De lo contrario, ¿qué suerte espera a los bolivianos?

La victoria ha de costar 30 o 40,000,000 de pesos a Chile, i este dinero, si somos cobardes, tiene que salir de Bolivia i el Perú.

Los que hoi mezquinan su fortuna para la guerra, la tendrán que dar al vencedor.

Los que abogan por la paz, serán las primeras victimas de su error. Almas cobardes i envilecidas por la molicie i el placer que dan las comodidades, tendrán por castigo su empobrecimiento i el anatema de las jeneraciones venideras.

Entretanto, ánimo i aliento, bolivianos.

La suerte caprichosa será dominada por vuestro valor, por vuestra constancia, por vuestra abnegacion, i, mas que todo, por vuestro buen sentido.

Con el invasor asesino de Tacna i Arica, la paz es la muerte, la guerra es la salvacion i la gloria.

La Confederacion es una esperanza que se asoma sobre el horizonte de nuestro suelo.

En la union con el Perú, no solo hemos de encontrar nuevas fuerzas, sino la redencion de nuestros pueblos, que, bajo la forma unitaria, solo han vejetado en la mas lamentable miseria i atraso.

La federacion de los Estados hará que éstos empleen sus recursos en la ilustracion de sus pobladores, en el ausilio del comercio, por medio de la fundacion i construccion de caminos, de puentes i calzadas en nuestros rios.

La unidad en Bolivia ha conservado a la raza india en completa barbarie.

La unidad solo conviene a los que ambicionan mandar para llenar sus bolsas de dinero, porque el que mas tiene mas quiere. Alerta contra los traidores.

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo III, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1886, P. 224.

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