[Ilustracion del transporte Rímac capturado por el Huáscar y la Unión según un grabado publicado en La Ilustración Española y Americana el 22 de septiembre de 1879.]
CAPTURA DEL «RIMAC» I TRES BUQUES MERCANTES,
(FRAGMENTO.)
A bordo de la Union al ancla.—Arica Julio, 25 de 1879.
Señores editores de EL COMERCIO, Lima.— SS. EE.
Al amanecer del sábado se avistó un buque mercante que venia del Norte, se gobernó en demanda de él hasta las seis de la mañana que se reconoció al Huáscar i cuatro buques mercantes; se aumentó el anclar de la máquina i a las 7.45 ya estábamos al costado de uno de los buques, frente a Antofagasta. Se le mandó reconocer i resultó ser la fragata Adelaida Rojas con bandera nicaragüense, de propiedad de un señor Rojas, chileno, que venia de Coronel para Antofagasta con un cargamento de 1,700 toneladas de carbón. Como sus papeles fueran ilejítimos i tanto el buque como el cargamento de propiedad chileno, se le tomó como presa i se le mandó al Callao al mando del teniente 2.° don Ramón Sánchez Carrion, que lleva como piloto al aspirante Escobar.
La tripulación de la Adelaida, que en su mayor parte era de chilenos, fué reemplazada, no quedando a bordo sino el capitán de nacionalidad inglesa, el cocinero i el sirviente de cámara.
Mientras nos ocupábamos del reconocimiento de la Adelaida el Huáscar reconocia a los otros buques frente a Punta de Jara. De ellos uno tenia bandera alemana i otro nicaragüense, cargado este último de madera.
Continuamos nuestro viaje i a las 4.45 se marcó Punta Encalada. El Huáscar hizo señales que nos dirijiéramos a la babia de Chañaral.
El domingo al aclarar se avistó Pan de Azúcar i la punta N. de Chañaral, un vapor de dos chimeneas por el Sur i un bergantín al O. del anterior, en cuya demanda nos pusimos a las 7.30 A. M.
A corta distancia del bergantín se izó el pabellón i fué un oficial a reconocerlo. Este era el Saucy Jack cargado de metales. Vino a bordo su capitán con los papeles i siendo estos también ilegales, se le tomó como presa aunque tenia la bandera de Nicaragua, porque el buque i su cargamento eran de propiedad chilena, según se comprueba por los papeles i documentos que están a bordo.
Como en el Adelaida, se cambió de tripulación al Saucy Jack i fué mandado al Callao a cargo del teniente 2.° don Julio Jiménez i del aspirante Revoredo.
Seguimos navegando cerca de la costa con proa al Sur hasta la una i media que habiendo doblado la punta Cabeza de Vaca se cambió de rumbo poniendo la proa al puerto de Caldera.
Reconocida la bahía se vio en ella dos buques de vela mercantes i un vapor junto al muelle.
A las dos i media se paró la máquina situándonos dentro del puerto a 3,000 metros de la batería del muelle, a 600 de la del Norte i a 400 de la del Sur. Ya toda la tripulación estaba en sus puestos.
El Santa Rosa, que era el vapor que se hallaba dentro del puerto i que se alistaba para salir, al pasar por nuestra proa saludó al pabellón peruano que había sido izado afianzándolo con un cañonazo en blanco.
El comandante jeneral mandó a bordo del Santa Rosa a un oficial para pedirle al capitán de aquella nave que recibiera a su bordo a los tripulantes chilenos de los dos buques que habíamos apresado. Este consintió en ello i los once tripulantes chilenos fueron trasbordados al Santa Rosa que se dirijia a Valparaíso.
Tampoco en este puerto se veia flamear el pabellón chileno. Ni en los fuertes, ni en el vijía del puerto, ni en los edificios públicos habia una sola bandera chilena. Solo los cónsules estranjeros tenían izadas la de sus respectivas naciones, por ser dia domingo.
Cuando todos esperábamos con impaciencia que la plaza fuerte de Caldera nos disparara sus cañones para romper nuestros fuegos, nos asombró ver la quietud de la población. No se distinguían sino a unas pocas personas asomadas a las puertas de sus casas.
Vergüenza tendría otra nación que no fuera la chilena de que un buque de madera como la Union se haya presentado dentro de un puerto fortificado, como Caldera, con artillería de grueso calibre i que no hayamos sido agredidos, pues a eso íbamos.
Está pues visto, que los chilenos solo tienen valor para atacar plazas indefensas, bombardear ferrocarriles con mujeres i niños i abalear náufragos. Hé allí los títulos conque en Chile se multiplican los héroes cobardes!
Tres horas estuvimos dentro de ese puerto i solo cuando nos retirábamos, cansados inútilmente de esperar el fuego de las baterías chilenas, se colocaron algunas banderas, no en los fuertes, sino en los techos de una que otra casa particular.
A nuestra salida de Caldera avistamos al Huáscar que regresaba de Chañaral, a donde habia ido cuando nosotros nos dirijiamos a ese puerto, i en donde destruyó doce lanchas que habia en la bahía.
En convoi con el Huáscar regresamos nuevamente a Caldera i allí estuvimos dentro del puerto hasta las 7 de la noche.
Inútil provocación! Si a la Union sola no se atrevieron a dispararle sus cañones, ¿cómo lo harían estando con el Huáscar?
Viendo, pues, que los chilenos no nos rechazaban i permitían que tranquilamente diéramos vueltas dentro de su bahía, cuando nos tenían a ménos de 400 metros de sus baterías, salimos del puerto; i una vez claros ya de él pusimos proa al Sur.
Poco antes de las 8 de la mañana del lúnes, gobernamos en demanda del puerto de Carrizal. A nuestra llegada encontramos fondeados cuatro buques de vela.
No siendo la misión de los buques peruanos bombardear poblaciones indefensas, el comandante jeneral, después de haber fondeado, mandó a tierra al teniente segundo La Torre Bueno para que notificara a la autoridad del puerto de que se iban a destruir las lanchas que se hallaban en la bahía i que si por parte de él o del pueblo se hacía algún acto de hostilidad, se veria precisado a hacer fuego sobre la población, como represalia.
La autoridad contestó al parlamentario con tono i ademan franciscanos, que no se opondría la menor resistencia i que podíamos destruir todas las embarcaciones.
Con tal respuesta se procedió inmediatamente a incendiar i barrencar 17 lanchas que servían para el embarque de las mercaderías de aquel puerto.
En este puerto, así como en Mejillones i Caldera, brillaban por su ausencia las banderas chilenas. A nuestra entrada a Carrizal, creyeron sin duda sus habitantes que los peruanos seguirían el ejemplo de su almirante Williams en Pisagua, Moliendo, Huanillos i Pabellon de Pica.
Cuan distinto modo de hacer la guerra! Los chilenos incendiando poblaciones indefensas i huyendo cobardemente de nuestros puertos fortificados, nosotros presentándonos en sus plazas artilladas a provocarlos al combate; los chilenos huyendo despavoridos a la vista de los buques peruanos i de sus embarcaciones siempre que se destacan a destruir sus elementos de comercio, nosotros rechazando heroicamente como en Pisagua i Mollendo a toda embarcación chilena que se aproximara a tiro de rifle; los chilenos esconden a vista del enemigo el pabellón de su patria, los peruanos ostentan en todas partes su glorioso bicolor aunque el enemigo esté a la distancia.
A uno de los buques fondeados en ese puerto se trasbordó a los marineros estranjeros de los dos buques que habíamos apresado i que se hallaban todavía a bordo.
A la una i media de la tarde zarpamos de Carrizal con rumbo Sur a la vista de la costa, i a las tres se divisó al Huáscar a la altura de Punta de Lobos que regresaba de destruir todas las embarcaciones del puerto de Huasco.
El martes al aclarar se distinguió al Huáscar que navegaba por nuestra amura de estribor cerca de tierra i un vapor por la amura de babor, en cuya persecución nos pusimos. A las seis, estando ya cerca de él, se afianzó el pabellón i se mandó a un oficial a su bordo para que lo reconociera: era un vapor de la Compañía Inglesa.
A las siete continuamos nuestra derrota mas pegados a tierra. A las 9.50, estando ya en Chañaral, observamos que el Huáscar reconocía a los buques fondeados dentro del puerto; uno de ellos cargado de metales;fué tomado como presa i remitido al Callao; los otros eran neutrales i tenían sus papeles conformes.
A las 10.30 nos pusimos en movimiento i pronto llegamos a Pan de Azúcar, en donde se incendiaron cinco lanchas. A nuestra salida del puerto, el Huáscar, que remolcaba una lancha, hizo señales de «buques a la vista;» nosotros, que ya los habiamos avistado, pusimos proa a ellos para reconocerlos. Uno era alemán i los otros, reconocidos por el Huáscar, llevaban bandera neutral i como tuvieran sus papeles en regla, se les dejó continuar su derrota. Sin mas ocurrencias pasamos el dia.
A las 6.15 de la mañana del miércoles, frente de Antofagasta, se divisó un vapor por la proa. Inmediatamente se gobernó en demanda de él.
Pronto comprendimos que el vapor avistado era enemigo, por las aguas en que navegaba i porque a nuestra vista se puso en precipitada fuga, dándole todo el andar a su máquina.
A las seis i media se afianzó el pabellón con un cañonazo en blanco, que fué contestado con un tiro a bala del vapor.
Ya se habia tocado zafarrancho de combate i todos estaban en sus puestos.
El vapor seguía navegando a toda fuerza i nosotros en su persecución. Como viera el comandante que el enemigo quería apegarse a la costa para escapar, se gobernó obligándolo a abrirse al Oeste.
En un momento que presentó su costado de estribor, se le descargaron los cuatro primeros cañones de la batería de babor; pero a pesar de la buena dirección de los proyectiles, éstos no alcanzaron por la gran distancia a que nos encontrábamos.
Cambió de rumbo el vapor i seguía abierto al Oeste en la misma dirección de nuestra proa. No se lo podia, pues, hacer fuego con los cañones de las baterías, porque habría sido preciso guiñar i se perdía terreno en ese movimiento.
Ya a tiro de cañón, el comandante jeneral ordenó que se colocara el cañoncito de a 9 de desembarque en el castillo de proa. De allí el comandante Pérez disparó con bastante éxito algunos tiros, que se veían caer dentro del buque.
Después de cuatro horas de incesante persecución i ya a 800 metros, comprendiendo el vapor que todo esfuerzo para escapar seria inútil, izó al tope de su palo mayor bandera blanca i paró su máquina.
El Huáscar, que venia pegado a la costa i a gran distancia disparó sobre el vapor uno de sus cañones de a 300, qu ecayó por nuestra proa como a 1,500 metros del enemigo.
Avanzamos i una vez a su costado, el comandante jeneral mandó a su ayudante, teniente La Torre Bueno, para que tomara posesión del buque a nombre del Perú, trajera al comandante i al pabellón chileno que estaba atado a una driza de popa.
Habiamos, pues, apresado al Rimac, de la Compañía SudAmericana, que estaba al servicio del Gobierno de Chile.
Este vapor salió de Valparaíso el domingo a las 12 del dia, con destino a Antofagasta, conduciendo al Rejimiento Carabineros de Yungai fuerte de 240 plazas, al mando de su jefe don Manuel Búlnes. Este es un cuerpo de nueva creación, compuesto de jente escojida i con una oficialidad de lo mas selecto de Santiago.
Ademas era conductor el Rimac de 215 caballos, 300 rifles de Comblain con 200 mil tiros, algunas carabinas Remington i sables de caballería, cajones de vestuarios para tropa, 400 toneladas de buen carbón inglés para los blindados, cajones de monturas i botas para soldados i una gran cantidad de víveres i pertrechos para la escuadra. Se calcula el valor de la presa en mas de un millón de soles. Solo el trasporte le cuesta al Gobierno de Chile 75,000 libras esterlinas.
Cuando se rindió el Rimac, los soldados del Rejimiento, que estaban en un estado deplorable de embriaguez, arrojaron al agua sus armas i se complacieron en destrozar los espejos i muebles de la cámara.
Las averías del Rimac son de poca consideración; recibió los siguientes balazos: dos a popa, uno a dos pies fuera de la línea de agua al costado de estribor, el otro mas alto i en el mamparo de popa del salón de cubierta i otro alto en el palo de popa que cortó el viento del pescante de estribor, tumbándolo sobre cubierta.
Desgracias personales no ha habido, sino un soldado muerto que fué atravesado de pecho a espalda por una bala de a 9, i dos heridos de poca gravedad. De aquí se mandó al médico i a los practicantes de medicina para que prestaran sus auxilios profesionales a los heridos.
El Rimac es un vapor nuevo, i tiene un andar de 13 a 14 millas i armado con cuatro de los antiguos cañones de a 32 de la Esmeralda.
Este vapor, como todos los trasportes chilenos, está mandado por capitán i pilotos estranjeros i solo llevan un comandante chileno para el caso de rendición.
Es preciso hacer constar que el Rimac no ha izado ninguna bandera i ahora se comprenderá por qué los chilenos se vanaglorian de que sus buques jamas arriarán el pabellón chileno. Qué pabellón pueden arriar si piden misericordia ocultando el emblema nacional? Los chilenos navegan sin bandera como los piratas, i luego se jactan de valientes i fabrican héroes a millares.
Los prisioneros del Rimac que tenemos a bordo son los siguientes: comandante del vapor, capitán de fragata don Ignacio L. Gana; oficiales de vapor, oficiales: John Fusch, Richard Hampke, Santiago Williams, contador don Justo P. Guzman i don Javier Ángulo, contador del Cochrane, i 56 individuos entre marineros i jente de máquina.
El capitán del vapor M. Pedro Lauthrup i los maquinistas están a bordo del Huáscar, así como también el coronel Búlnes i sus ayudantes.
Cuando apresamos al Rimac se le iba a pasar el remolque; pero después se resolvió que mejor seria dotarlo de oficialidad i tripulación.
Al efecto se nombró comandante al capitán de fragata graduado D. M. M. Carvajal, cuatro oficiales, cuatro aspirantes i el número suficiente de maquinistas, fogoneros, marineros, etc. Este servicio se hizo entre el Huáscar i la Union.
Una vez expedito el Rimac, nos pusimos en movimiento con rumbo a este puerto.
La Pilcomayo con la tripulación en las jarcias saludó con vivas al Perú nuestra llegada. Se le contestó de la misma manera.
Una hora después se desembarcaba ya a todos los prisioneros i gran parte de la carga del Rimac. Entiendo que este vapor saldrá para el Callao i aprovecharé de ello para remitirles esta mal trazada correspondencia.
La tarea de dar cuenta del recibimiento que se nos ha hecho en este puerto, la dejo para mis ilustrados colegas, los corresponsales de tierra.
Acompaño a ustedes una copia de los partes oficiales pasados por el Comandante Jeneral señor García i García, i el del Comandante Portal, i la nota con que se remitió al director de la guerra el pabellón chileno tomado abordo del Rimac.
Si el éxito de maestra espedicion ha satisfecho las aspiraciones del país, no es a mí a quien toca decirlo. En estos momentos hacemos carbón.
Reciban, S S . EE., un apretón de manos de su corresponsal i amigo.
J. R. C.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 444.
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