martes, 11 de junio de 2019

Diario de la Campaña describiendo la partida del ejército chileno de Antofagasta, redactado por don Isidoro Errázuriz.

[Retrato de Isidoro Errázuriz]

Antofagasta, Octubre 27 de 1879.

Señor Ministro:

Adjunto a V. S. las primeras páginas del Diario de la Campaña y algunos estados de la fuerza del ejército y distribución de tropa, víveres y municiones en los buques de guerra y trasportes, que creo tendrán algún interés para V. S. y completan los datos y las noticias del Diario.


La falta de un auxiliar o escribiente me ha impedido obtener a tiempo y organizar estos datos en una forma más clara y luminosa. Espero que V. S. tendrá en consideración esta circunstancia, como igualmente las dificultades que provienen de la confusión y agitación propias de momentos como los actuales, y hará suplir las faltas del trabajo por personas que pueden disponer de más tiempo y tranquilidad.

Dios guarde a V. S.

Isidoro Errázuriz.

Al señor Ministro de Guerra y Marina.
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DIARIO DE LAS OPERACIONES DEL EJERCITO EN CAMPAÑA EN EL NORTE.

Antofagasta, Octubre 26 de 1879.

Señor Ministro:

Abro este Diario de la Campaña del ejército de operaciones en territorio peruano, en cumplimiento del decreto supremo que me encomendó su redacción y del encargo e instrucciones verbales del señor Ministro de la Guerra y de sus colegas.

El día es apropósito para comenzar la tarea. Hoy se han cumplido, al fin, los deseos que, durante ocho meses, han agitado viva y profundamente a la nación y al Gobierno.

El ejército ha principiado a embarcarse en los trasportes y buques de guerra que, en número y condiciones nunca visto en Chile antes de esta época, se encuentran reunidos en la bahía de Antofagasta.

El tiempo es favorable para la operación. Desde días atrás la barra está en excelente estado, y las aguas de la insegura rada tienen apenas movimiento. Una fresca brisa mitiga el calor del sol, es un día radiante, alegre, cuadro apropósito para el espectáculo de animación patriótica y de varonil despedida que presentan el muelle y la orilla del mar.

A la 1:15 P. M. el Batallón Atacama desarrolla en la ribera la línea oscura de sus uniformes y de sus rostros tostados por el sol del desierto y por la pólvora de las minas, En menos de 20 minutos las compañías entran a las lanchas con admirable orden, pero el remolque de los botes de la escuadra no se efectúa tan activamente como sería de desearlo. Al poco rato aparecen el Bulnes y el Valparaíso, y algo más tarde los Navales. La operación no se efectúa con la misma regularidad que en los primeros momentos. En seguida cesa, y solamente se ve dirigirse a bordo, en la tarde, pequeños grupos de retardados o de conductores de equipajes.

Es indudable que, empleando cierto método, habría podido quedar embarcado hoy la mayor parte del ejército, medida que era aconsejada por el estado excepcionalmente favorable de la bahía. Ha habido vacilaciones, contra órdenes, falta de previsión y de plan.

Algunos jefes se quejan de que no se les ha dado aviso oportuno del embarque. Los lancheros y jornaleros hicieron falta, porque se les llamó a formar en los cuerpos cívicos. En una palabra, las deficiencias en la organización del Estado Mayor se ha hecho sentir, desde que comenzó a prepararse el movimiento del ejército, de una manera deplorable.

La noche ha bajado sobre la ciudad y la bahía, conmovidas por la tarea del día, con calma y claridad majestuosa. Sería facilísimo, aprovechando la luz de la luna y el buen estado de la barra, proseguir a esta hora el embarque de la tropa y de los animales. No se ha pensado en ello, sin embargo. La tarea de mañana será, en cambio, ruda. Hay el propósito firme de que, antes de la noche, se halle todo el mundo a bordo.

Octubre .27.‑ Contra lo que podía esperarse, en vista de la manera como se efectuó ayer el embarque de 2.500 hombres, la operación ha continuado hoy con celeridad y orden. Las lanchas planas, especialmente las que fueron construidas en este puerto, han prestado excelentes servicios para el embarque de caballos y mulas. Unos tras otros, se han dirigido a la ribera los regimientos de línea, y el embarque de cada uno de ellos ha tenido lugar en menos de una hora, contando desde que, saltó a las lanchas la primera compañía. A las 4 P. M. no hay ya tro­pas en tierra, a no ser uno que otro encargado de conducir equipaje del regimiento o batallón o de los oficiales, y desde temprano se nota en las calles el silencio y la  soledad de una ciudad abandonada de repente por la mayor parte de sus pobladores.

El día ha concluido y la gran tarea va tocando a su término. Es singular el contraste que la febril actividad de hoy forma con la lentitud y los embarazos de la época anterior. El ejército está evidentemente sorprendido, y para explicar lo que pasa recurre a toda clase de suposiciones. Se afirma en los más altos círculos, con la más perfecta seguridad, que la especie de precipitación con que han sido puestos a bordo, en 10 o 12 horas, 7.500 hombres con su equipaje y toda la caballada, proviene de que el Gobierno, apremiado por una nueva tentativa de mediación extranjera solicitada por el Perú, ha enviado por telégrafo la orden de apresurar y de salir en la noche a todo trance.

Para comprender la magnitud de las operaciones que se ha llevado a cabo, sería menester haber asistido a ella desde el muelle y visto desfilar incesantemente el más turbio y pesado torrente de los vehículos conductores de equipajes, material de pontoneros, etc. A ratos creía uno presenciar, más bien que la marcha de un ejército, la emigración de una tribu. Y esto no se debe a falta de movilidad en nuestra tropa. Es el antecedente natural de una expedición al desierto, de la invasión por mar de un territorio al cual es indispensable llegar arrastrando en pos de los batallones todo lo necesario para la bebida y el alimento del ejército durante meses, desde las bombas y cápsulas, por millares y millones, hasta los barriles y los estanques destinados a conducir el agua acumulada por ciento de miles de galones en los fondos de las naves de guerra y trasportes.

Jamás se acometió en la América del Sur empresa militar aparejada de más serias dificultades de organización y administración, esta invasión del territorio peruano por el ejército que Chile ha formado durante los últimos ocho meses.

Jamás tampoco ejército sudamericano entró en campaña mejor provisto de elementos de guerra o auxiliares de la guerra, que este brillante ejército chileno. Y sin embargo, por mucho que hayan sido el tiempo y los esfuerzos consagrados a la preparación, habría siempre al soldado privaciones crueles, durante cierto período por lo menos. Toca al Gobierno y al país mitigarlos en lo posible, apresurando el envío de animales, legumbres, etc., a los puntos que ocupará el ejército en la costa de Tarapacá.

A las 9 P. M. quedan todavía en la playa bultos pertenecientes al ejército y algunos caballos, y el embarque continúa, con barra favorable, a la luz de la luna. Muchos opinan que el convoy no zarpará antes de la mañana; otros presumen que, a esa hora, partirá efectivamente el grueso de la expedición, sin perjuicio que el Amazonas se adelante cuatro o seis horas, con el objeto de tomar a bordo en Mejillones al batallón Zapadores.

La hora de partida será probablemente la del alba.

División   Buque      Plazas   Jorna  Caballos  Art. campaña  Art. montaña Ametralladoras
                                                leros   y mulas.        Piezas.            Piezas.          Piezas.
Primera Amazonas  1.465       --          80                 6                     --                   --
      “      Loa               800       --        228                  6                     --                   2  
      “      Itata           1.340       --        300                  6                     --                   --
      “      Copiapó     1.225       --         60                 --                      6                  --
Segunda Limarí         830     --           44                  --                      6                   -- 
      “      Matías C.     600     --             3                  --                      --                   --
      “      Abtao           600     --             3                  --                      --                   --
      “      P. Maule      500     --             2                  --                      --                   --     
      “      Huanay        450     --             3                  --                      --                   --
      “      Lamar          315     --           50                  --                       6                   --
      “      Sta. Lucía    200    100         --                   --                      --                   --
      “      Toltén          300      --          --                   --                      --                   --
      “      Cochrane     500      --          --                   --                      --                   --
      “      Elvira Álvarez    

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1885, P. 115.

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