jueves, 6 de junio de 2019

Las manifestaciones del pueblo

Transcripcion de un articulo sobre las manifestaciones que tuvo en pueblo chileno en Santiago el 23 de mayo de 1879, luego de recibir noticias de lo ocurrido el dia 21:

[Panorámica de Alameda de Las Delicias de Santiago desde el cerro Santa Lucía en 1870]


SANTIAGO.

A las once i cuarto de la noche mas o menos las campanas de los templos echadas a vuelo anunciaban al pueblo de Santiago que algo de mui notable acababa de suceder.

La ansiedad con que todo el mundo esperába los detalles del combate que el telégrafo nos habia anunciado con tanto laconismo; el temor, bastante justificado, por otra parte,de que nuestros buques hubiesen sido presa de los enemigos; i las cien noticias contradictorias que circularon durante el dia, mantenían a la población en un estado de alarma imposible de describir.


Al sentirse el repique de las campanas todos los habitantes de Santiago abandonaron sus casas, ávidos de averiguarla causa de esas señales de alegría.

El punto de cita fué el palacio de la Moneda, en cuya oficina telegráfica acababa de recibirse el parte que anunciaba la victoria.

La impresión producida por la noticia es materialmente imposible de describirse: esa noticia era de tal magnitud que por un momento se dudó de ella.

Después no hubo lugar a duda.

Solo hubo un grito unánime de victoria! pero un grito inmenso, atronador, como que salia de todos los pechos, hasta ese momento llenos de sobresaltos i de esperanzas, de temores i de ilusiones risueñas.

El heroísmo del bravo comandante de la Esmeralda, que prefirió volar la Santa Bárbara de su buque antes que caer en manos del enemigo; la audacia i el valor incomensurable de la Covadonga, que durante tres horas i bailando entre las olas como una cascara de nuez, sostuvo el terrible cañoneo de la Independencia, concluyendo por echarla a pique; el heroico denuedo de toda la tripulación, i la cobardía inaudita del Huáscar—el mas poderoso blindado de la escuadra peruana—todo esto se comentaba de mil modos diversos, se desmenuzaba, por decirlo así, i corría de boca en boca concluyendo por traducirse en una esclamacion inesplicable de jubilo i de ardor!

Los nombres de Arturo Prat i de Carlos Condell, de Luis Uribe, Ernesto Riquelme, Manuel J. Orella, Francisco Sánchez e Ignacio Serrano i demás valientes i abnegados hijos de esta gloriosa República, eran objeto de manifestaciones inmensas de entusiasmo i eran bendecidos, santificados—si nos es permitida la espresion—en medio de su gloria sin par.

El pueblo se agolpó a las puertas de la Moneda llevando a la cabeza el hermoso tricolor de la República.

Ahí pidió a gritos que hablase S. E.

En uno de los balcones apareció el señor Hunneus, Ministro de Justicia, quien manifestó al pueblo el contento de que se hallaba poseído el Gobierno por el espléndido triunfo que acababa de obtenerse.

Dijo que de esto debia el pueblo sacar una lección: la de que no debia desconfiarse jamas del éxito en los primeros momentos, cuando se tenia la suerte de ser chileno i cuando se conocía lo que valen nuestros heroicos marinos.

Terminó pidiendo un viva! a los bravos i heroicos tripulantes de la Esmeralda i de la Covadonga que nos dejan una gloria imperecedera.

El discurso del señor Hunneus fué saludado con estruendos asi unánimes aclamaciones.

Un ciudadano entusiasta hizo encender luces de Bengala en la Plazuela, lo que dio a ésta—que se hallaba materialmente repleta de jente—un aspecto pintoresco i de los mas orijinales.

Después del señor Hunneus, S. E. el Presidente de la República salió al balcón, en medio de hurras atronadores.

S. E. empezó pidiendo un viva para Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, otro para Carlos Condell, comandante de la Covadonga, i un tercero para los heroicos tripulantes de ambas naves que acababan de levantar hasta los cielos el brillante tricolor de la República.

Dijo que todos los chilenos debían levantar un monumento de gloria en sus corazones a esos dignos hijos de esta República, que habían dado al mundo un espectáculo, talvez sin segundo por las circunstancias en que se efectuó, espectáculo mil veces digno de aplauso i digno de ser recordado en el bronce i en la historia.

Terminó manifestando que tanto él como todo el gobierno estaban dispuestos a ofrecer su brazo, si era necesario, para seguir adelante en el camino de la gloria, que tan brillantemente se habia iniciado.

Punto menos que imposible es describir el inmenso entusiasmo que despertaron las palabras del jefe del Estado. Una aclamación unánime, estruendosa, inesplicable brotó de todos los labios, i los sombreros se ajitaban en el aire, i las manos se unian sin esfuerzos para aplaudir.

La concurrencia se dirijió en seguida a la Alameda, i al pié de la estatua de O'Higgins, inspirándose en las hazañas de los héroes de- la Independencia, victoreó a los insignes valientes de Iquique.

El pueblo pidió que hablara el señor Blanco Viel (don Ventura), con repetidas instancias.

El señor Blanco Viel dijo mas o menos lo que sigue:

La patria tiene sus altares, ciudadanos, al pié de las estatuas de los héroes, i aquí debe reunimos en estos momentos de santo regocijo i de sublimes espansiones del patriotismo.

Conocéis la noticia. Los dos pequeños buques de nuestra escuadra al frente de las dos mas poderosas naves que han surcado las aguas del Pacífico, acaban de iniciar la era de las glorias i de los sacrificios inmortales.

Arturo Prat, comandante de nuestra lejendaria Esmeralda, antes que arriar el tricolor inmaculado de la patria, abrió para los suyos una tumba que es el pedestal de su gloria. La Esmeralda, estallando, rompiéndose en mil pedazos en los aires, no era un barco que acababa, era un mundo de gloria que se abria.

Yo me lo figuro en ese momento tremendo, en que la voz de la esperanza habia enmudecido para nuestros queridos compatriotas. Rendirse a la desgracia no era una ignominia. Volar en los aires haciendo estallar la Santa Bárbara, es un prodijio de heroísmo i de sacrificio sin nombre.

¡Héroes de la Esmeralda! cubrid con vuestras alas bienhechoras esta patria de vuestros ensueños, que al recibir vuestro postrer adiós, inclina reverente la rodilla ante los que abordan serenos las playas de la inmortalidad.

Queda de esos dos buques la Covadonga, que con sus dos camones de a 70, supo hacer enmudecer los treinta de la Independencia. Condell, su comandante, si supo medirse cuerpo a cuerpo en las desiguales proporciones en que la lucha comenzaba, tuvo la fortuna de coronar su obra hundiendo en el mar la bandera bicolor que en esos momentosse arriaba para levantar la bandera de la misericordiai del perdón pedidos de rodillas.

¡Honor a él! ¡Honor a sus bravos que revolcándose en su sangre, acertaban sus cañones para intimar a un cobarde enemigo!

Los marinos chilenos tienen un talismán para vencer. Es ese soplo divino del heroísmo sin nombre que nace en este suelo de Chile i nunca muere bajo el cielo de Chile!

Vuelta la concurrencia a la moneda, una banda de música tocó en el zaguán principal i en la plazuela la canción nacional i el himno de Yungai, entre las manifestaciones mas atronadoras.

En estos momentos el señor Ossa (don Macario), impulsado por su febril entusiasmo pidió al pueblo un instante de calma para trasmitirle los sentimientos de su corazón chileno.

Don Macario Ossa.—Ciudadanos: que el patriotismo de que todos nos encontramos poseídos en este momento, se traduzca inmediatamente en hechos; que la memoria veneranda i sagrada de esos héroes que en aras del patriotismo acaban de sucumbir, se levante gloriosa enseñando a los presentes i dando lecciones a las jeneraciones venideras cómo se ama i cómo se muere por la patria.

Todos llevemos nuestro óbolo para elevar una columnaque debiera ser de oro a esos héroes lejendarios de la Esmeralda.

Si en las Termopilas, donde Leónidas con 300 espartanos sucumbió después de una lucha gloriosa contra mas de 500,000 persas, se elevaba un monumento con esta frase sublime: Pasajero, ve a decir a Esparta que hemos muerto aquí por obedecer sus santas leyes....que en la capital de Chile se eleve también un monumento a ese bravo, a ese héroe comandante de la Esmeralda i a sus bravos compañeros: al inmortal Arturo Prat i a todos los héroes que a costa del nunca bien ponderado sacrificio de sus preciosas vidas, sucumben legando con su preciosa muerte, dias de gloria inmortal a esta patria querida. Que en ese monumento se escriban esos nombres queridos i este epigrafe: Así mueren los chilenos defendiendo la honra i la dignidad de su patria!

Que sus viudas i sus hijos no tengan jamas que mendigar el pan, porque es deber de todos los chilenos tomar sus familias como si fueran la propia. Todos, a llevar nuestro óbolo a la Sociedad Protectora, que acaba de fundarse para llenar ese deber tan imperioso i tan grande.

El pueblo andaba frenético, desorientado, loco; gritos de ¡Viva Chile! ¡Muera el Perú! viajes a la plaza de Armas, a la Alameda, a la Moneda; el aspecto de Santiago era la representación sensible de lo que puede ese sentimiento de amor a la patria que ha hecho héroes como los de la Esmeralda.

El Presidente ordenó que se hiciera una salva mayor en el Santa Lucía, i se hizo por la brigada cívica de artillería.

En muchas calles se enarboló el tricolor nacional i se iluminó el frontis de los edificios.

En el Santa Lucía se quemaron voladores, i la animación mas viva se notaba en todas partes.

Las imprentas fueron invadidas por el pueblo tras los suplementos en que se consignaban las grandes noticias, i mas tarde se obsequiaron en celebración de las nuevas glorias, las mas famosas i las mas puras de Chile.

Por encargo de S. E. el Presidente de la República, fué a casa del señor Vicario Capitular el Intendente de la provincia, a fin de pedirle se celebrase un Te Deúm solemne en la iglesia. Catedral.

El señor Vicario Capitular accedió gustoso a la petición i desde luego procedió a tomar todas las medidas del caso para que esta fiesta relijiosa se hiciese con la solemnidad debida.

Se invitaron a las corporaciones relijiosas para que asistiesen i hubo magnífica musica.

Hé aquí lo que se acordó sobre dicho Te Deum:

El Intendente de Santiago invitó a los vecinos de ciudad para las siguientes festividades, que tuvieron lugar con motivo del glorioso triunfo alcanzado por los buques mas débiles de nuestra escuadra, Esmeralda i Covadonga, sobre los blindados peruanos Huáscar e Independencia.

En la mañana se enarboló el pabellón nacional en los edificios públicos i particulares, i en la noche hubo iluminación jeneral.

A las 4 P. M. tendría lugar un solemne Te Deum en la iglesia Catedral, al que se invitaría por encargo de S. E.el Presidente dé la República a los señores Senadores i Diputados, i a todas las corporaciones civiles i relijiosas que concurren ordinariamente a estas festividades. El punto de reuuion seria la mismas iglesia Metropolitana.

El Intendente, de acuerdo con el Comandante Jeneral de Armas, citó a los cuerpos i brigadas de esta guarnición para que se encontrasen formados en la Plaza de Armas, a las 3 P. M., en el orden que se publica oportunamente.

Al salir el sol, a las 12 M, a las 4 P. M. i al ponerse el sol, se hará una salva mayor por la fortaleza de Hidalgo.

En la noche se cantará en el Teatro Municipal el himno nacional al darse principio al concierto organizado en beneficio de la guerra.

En la noche misma se dictó también por disposición de S. E. el Presidente la orden del dia que va a continuación:

ORDEN DEL DIA.COMANDANCIA JENERAL DE ARMAS.

Santiago, Mayo 24 de 1879.

Con el objeto de solemnizar debidamente el espléndido triunfo obtenido por la marina nacional contra las dos mas poderosas naves de la armada peruana, he decretado lo siguiente de orden suprema:

El dia de mañana, a las tres de la tarde, se encontrarán reunidos en la Plaza de Armas todos los cuerpos existentes en esta guarnición bajo el mando inmediato del coronel de guardias nacionales don Zócimo Errázuriz, sirviéndole de ayudantes los de su cuerpo.

Dichas fuerzas harán los honores de ordenanza a S. E.el Presidente de la República al dirijirse a la iglesia Metropolitana, donde tendrá lugar un solemne Te Deum en acción de gracias por el glorioso éxito alcanzado por las naves Esmeralda i Covadonga en las aguas del Perú el 21 del corriente.

Terminado este acto, las espresadas fuerzas se dirijirán al palacio de la Moneda para hacer frente a S. E. en el correspondiente desfile en columna de honor, encaminándose en seguida a sus respectivos cuarteles.

La fortaleza de Hidalgo hará cuatro salvas mayores, conforme al programa arreglado con el Intendente de la provincia.

SAAVEDRA.


Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 35.

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