[Mapa que nos muestra los movimientos durante el Combate de Los Ángeles]
REPUBLICA PERUANA. ESTADO MAYOR DE LA PRIMERA DIVISION DEL SEGUNDO EJÉRCITO DEL SUR.
Omate, Abril 4 de 1880.
Tengo el honor de elevar a manos de V. S. los partes de los jefes de cuerpos, relativos a los sucesos del 22 del próximo pasado, con excepción del señor coronel don Julio César Chocano, comandante del batallón Grau, quien ha remitido el que le corresponde, directamente a esa Comandancia General.
Al verificar esa elevación cumplo con el deber de poner en conocimiento de V. S. la parte que me cupo en aquella memorable jornada.
El día 19 dejamos el campamento del Alto de la Villa, en el orden siguiente: a la derecha, batallón Canas, fuerte de 326 plazas, y armado de Remington, Minié y Chassepot francés. A continuación, Canchis, fuerte de 350 plazas, y armados de Remington, Chassepot francés y peruano; y a la izquierda, Granaderos del Cuzco, de cerca de 300 plazas, armado de Remington.
En la madrugada del día 20 desfiló la división al punto del Arrastrado, que está a la retaguardia de los Ángeles.
Estacionada la división en este punto entraron de servicio por 48 horas el batallón Granaderos del Cuzco a la izquierda de la línea, Quilinquilin; y a la derecha de los Ángeles, el batallón Grau habiéndole comunicado V. S. al jefe de este cuerpo, personal y directamente las instrucciones que creyó conveniente; y dispuesto, que cada uno de los comandantes de estos cuerpos, fuese jefe de la línea en su respectivo costado y que la vigilancia del jefe de día se circunscribiera solo al punto de la reserva, que era el Arrastrado, donde quedaron los batallones Canchis y Canas; sobre lo que se dictó la orden general de esa fecha.
El 21 explorarnos con V. S. los puntos adyacentes a Quilinquilin, acordando por ese costado los sitios de avanzada.
Constituidos una vez en el campamento y al acordar el servicio del día siguiente, V. S. me prohibió relevar el batallón Gran de los Ángeles, significándome que la defensa de ese lugar la había concedido y encomendado al jefe de aquel cuerpo, señor coronel Chocano, por haberle pedido él de palabra y por escrito, y porque como hijo del lugar y haberse batido otra vez en esas posiciones, conocía sus entradas y salidas para defenderlo con ventaja. En virtud de estas textuales palabras se nombró en el servicio, solo el relevo de Granaderos, con Canchis; pero no el de Grau.
A más de las 2 A. M. del 22 tuve aviso de que la caballería enemiga desfilaba al frente de nuestra línea, por lo que ordené al jefe de día, sargento mayor don Francisco Zalazar, 3º de Canchis que la división se pusiera sobre las armas, lo que se verificó; y V. S. me ordenó que la 6ª de Granaderos, avanzada de Quilinquilin, descendiera al río de Tumilaca, al mando del sargento mayor don Francisco García, y que aquel sitio lo llenara la 1ª de Canchis, al mando del teniente coronel don José María Vizcarra, a lo que personalmente le di cumplimiento.
Durante este intervalo nada supe de los sucesos de la derecha, porque con el jefe de esta línea, señor coronel Chocano, se entendía directamente V. S.
Al rayar la aurora del 22, el enemigo rompió sus fuegos de artillería y fusilería sobre toda nuestra línea y especialmente sobre la izquierda, donde estaba la 6ª de Granaderos, y luego se sintió un fuego nutrido, lo que nos hizo comprender que los nuestros contestaban los fuegos enemigos; entonces me ordenó V. S. que aquella compañía fuera a reforzarla con la 1ª de Canchis, concretándome a poner ambas compañías en buenas posiciones, lo que verifiqué, habiendo encontrado gravemente herido al sargento mayor García, y desalojado al enemigo de todo ese costado.
Al pié del cerro del Pálpito frente a frente de Quilinquilin, estacioné las indicadas compañías, y las entregué conforme a lo ordenado por V. S. al teniente coronel Vizcarra, con orden de que dominando la cumbre, atacara al enemigo lo que se verificó en los momentos de mi vuelta al Arrastrado.
El modo y forma como esas compañías correspondieron a su cometido, está en la conciencia de todos los que tuvieron la oportunidad de presenciar ese combate. Arrollaron al enemigo y lo desalojaron de una parte de sus posiciones, Entretanto toqué al Arrastrado, y en lugar de a división, me encontré con fuerzas chilenas, las que habían tomado los Ángeles. Una vez que comprendí la situación, pude regresar por el mismo camino que llevé, hasta la trinchera de Quilinquilin, y después, por caminos extraviados me incorporé a la división, que en un orden admirable se retiraba a Torata. El batallón Canchis marchaba a la cabeza, a continuación Canas, y al último Granaderos del Cuzco, a cuya izquierda iba V. S. y todos los jefes y oficiales, sin excepción de uno solo, en sus respectivos puestos.V. S. me dio orden para recibir la división en Yacango y Torata en su tránsito a Ilubaya, a lo que también le di cumplimiento, habiéndonos dado V. S. alcance en el segundo punto de los indicados, con el batallón Granaderos, con cuya 1ª compañía, que quedó a retaguardia, al mando del sargento mayor don Andrés Avelino Pujason, protegió V. S. la retirada de la división.
En la plaza de Torata tuvimos aviso de que la caballería enemiga a una milla de distancia, avanzaba sobre nosotros por lo que salí a detenerla con la 4ª de Granaderos, mandada por su capitán don Mariano Lino Cárdenas; mas como no pareciese y la división salvó el mal paso del río de Torata, me uní a V. S. en Ilubaya, donde formamos la línea y nos aprestamos para un nuevo combate; pero como el enemigo no se dejó ver, y el punto fuese a cada momento más invadido por infinidad de emigrados, V. S. a las 4 P. M. emprendió la marcha a Chuculay con la división, y yo por su orden me quedé a proteger la retirada de ésta, con la 1ª de Granaderos, que en ese momento se nos unió. A las 11 P. M. me reincorporé a la división, sin novedad ninguna.
Tal es, señor Coronel, Comandante General, la parte que he tenido en aquella jornada, deplorable por haberse perdido las posesiones de los Ángeles; pero de grato recuerdo por el denuedo con que se batieron nuestros soldados de las indicadas compañías, y más que todo por la retirada que hizo la división en un orden y disciplina dignas de encomio; no obstante de haber estado un rato considerable bajo los fuegos de los enemigos, quienes si fueron felices, penetrando nuestras trincheras, por un costado no cuidado, ni defendido, fueron harto desgraciados en no haber podido tomar con 9.000 hombres, con una fuerte caballería y con todos los elementos de guerra, una división que en esos últimos momentos no constaba sino de 900 infantes escasos y desprovistos de toda clase de recursos.
Dios guarde a V. S., señor Coronel Comandante General.
SIMON BARRIONUEVO
Al señor Coronel Comandante General de División.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1885, P. 1210.
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