[Grabado del Combate de Los Ángeles, 22 de marzo de 1880]
(OPINION NACIONAL de Lima del 1º)
La ocupación de los Ángeles es una sorpresa más de Chile y un desastre más del Perú.
Parece según versiones autorizadas, que una división enemiga logró escalar durante la noche del 19 al 20 una altura que domina la de la posición defendida por nuestras tropas y que allí tranquilamente colocó su artillería despertando a los nuestros a cañonazos.
Bajo tal ataque mucho hizo la relativamente débil guarnición peruana que estaba en ese lugar, batiéndose desesperadamente contra un enemigo invisible, que la diezmaba con su poderosa metralla, y esos muertos y heridos, 17 en todo, que confiesan los chilenos en un boletín de Iquique, que no insertamos por no dar publicidad a sus groseras mentiras e injuriosas fanfarronadas, prueban algún acto de arrojo de nuestros soldados que aun no conocemos.
Pero el hecho es que se retiraron las fuerzas peruanas y que no pudieron resistir al asalto alevoso de los enemigos.
¿Fue descuido?
¿Fue ignorancia?
¿Fue indisciplina?
¿Fue alguna otra causa?
He allí lo que debe saber la justicia militar, interrogando a los jefes de las legiones allí acantonadas.
No acusamos; pedimos luz.
No acusamos, porque había allí militares de quienes no se puede suponer falta de valor ni de pericia; pedimos luz, porque la requiere un acontecimiento tan inverosímil en las condiciones en que se ha realizado.
Mientras no se depuren nuestros reveses, castigando a los culpables, si los hay, pero averiguando siempre si hay culpables, llevamos muchas probabilidades en contra, pues sospechamos que se cree saldada toda responsabilidad con morir o con querer morir.
No: ¡la consigna es vencer!
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1885, P. 1234.
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