jueves, 1 de julio de 2021

Parte oficial del comandante del 2.° de Línea sobre la Batalla del Alto de la Alianza

[Fotografia de Estanislao del Canto en 1905]

Tacna, mayo 28 de 1880. 
 
Señor comandante de la 2.ª división:
 
En cumplimiento de mi deber, dói cuenta a US. de la participación que ha cabido al rejimiento de mi accidental mando en la batalla del 26 del corriente. 
 
A las 7 A; M. del dia indicado, se nos presentó el enemigo i recibí órdén de hacer salir al frente las cuartas compañías, a fin dé que, desplegadas en guerrillas, protejiesen la marcha del rejimiento que marchaba a la derecha de la división de su mando. Estas guerrillas tuvieron que soportar, por mas de tres horas i con lijeros intervalos, el fuego de los cañones del enemigo, hasta que estuvieron a tiro de rifle i empeñaron el combate. 
 
A las 11 hs. 15 ms. A. M., nuestra línea se unió al ala de guerrilla i empeñamos la acción a una distancia de 800 metros del enemigo. Esta distancia se redujo a 30 o 40 metros, porque la tropa, hábilmente dirijida en dos batallones, que mandaban respectivamente los sarjentos mayores don Abel Garreton i don Miguel Arrate, i entusiasmada por sus valerosos capitanes i oficiales; no detuvo su marcha hasta obligar a los enemigas a abandonar sus atrincheramientos i formidables posiciones.
 
Como las bajas que habia experimentado el rejimiento eran considerables i avanzasen sobre nosotros tropas de refresco, despaché sucesivamente a mis dos ayudantes, capitanes don Eleuterio Dáñin i don Anacleto Valenzuela, para que fuesen a pedir refuerzo, con el fin de no abandonar las posiciones que tanto nos habia costado tomar. 
 
El refuerzo, compuesto de los bravos batallones Chacabuco i Coquimbo, llegó con la oportunidad necesaria i obligó al enemigo a proseguir en su completa derrota. Cuando esto sucedía, seria cerca de las 2 P. M., de manera que lo recio del ataque duró como dos horas i media. 
 
En nuestro poder han quedado diez banderolas enemigas tomadas en sus mismas trincheras. De éstas son cinco peruanas, tres bolivianas i dos que al parecer, servían para distinguir una división de otra. 
 
Los señores jefes i oficiales del rejimiento, heridos gravemente en su orgullo por el cautiverio de la bandera, símbolo sagrado de la patria querida, habian jurado tomar a toda costa algun estandarte enemigo; i para ello habian conquistado i empeñado la voluntad de la tropa de su mando; pero, desgraciadamente, el enemigo, prudente hasta la exajeración, no desplegó banderas en el campo de batalla. 
 
Se han tomado también ciento setenta i un rifles de los enemigos i de los sistemas que indica la relación adjunta. 
 
Los señores jefes i oficiales que, bajo mis inmediatas órdenes, tomaron parte en la batalla del 26 son los siguientes: 
 
Sarjentos mayores don Miguel Arrate i don Abel Garreton; capitanes ayudantes don Eleuterio Dañin i don Anacleto Valenzuela; capitanes don Joaquín Arce, don José de la Cruz Reyes Campo, don Francisco Olivos, don Daniel Aravena, don Salustio Ortiz, don Pedro Nolasco del Canto i don Roberto Concha; tenientes don Aaron Maluenda, don Francisco Lagos Zúñiga, don Federico Aníbal Garreton, don Manuel Luis Olmedo, don Francisco Inostrosa i don Pedro M, Párraga; i los subtenientes don Gabriel Aravena, don José Sabino Aguilera, don Alejandro Fuller, don Carlos Arríete, don Guillermo Vijil, don Rosauro Echeverría, don Alejandro Gacitúa, don Emilio Penjean, don Filomeno Barahona, don Manuel Vinagre, don Guillermo Chaparro, don Rodolfo D. Ramirez, don Manuel Jesús Necochea i el abanderado don Tomas Valverde. Cirujano 1.° don Juan Kidd, 2.° don Julio Gutiérrez i practicantes don Vicente Soti i don Pantaleon Cristi. 
 
De éstos se ha tenido la desgracia de perder al capitán Olivos i subteniente Echeverría, que como verdaderos chilenos supieron morir por la patria, siendo el reflejo de los verdaderos héroes. 
 
A los capitanes Concha i Canto, tenientes Olmedo i Párraga, i subtenientes Fuller, Aguilera, Arríete, Vinagre, Ramirez, Valverde i Necochea, cúpoles también la desgracia de ser heridos; El sarjento mayor don Abel Garreton i los subtenientes Vijil i Gacitúa han salido contusos; de suerte, pues, que de los treinta i dos jefes i oficiales, han quedado la mitad fuera de combate. 
 
De los quinientos sesenta i seis individuos de tropa del rejimiento que tomaron parte en la acción, fueron muertos veintiocho i ciento ochenta i cinco heridos. De éstos morirán muchos a causa de la gravedad de sus heridas. 
 
Las bajas de los enemigos las conceptúo en el doble de las nuestras. 
 
He consignado en este parte, señor comandante, el nombre de los señores jefes i oficiales que se encontraron en la batalla, con el esclusivo objeto de hacer la nomenclatura de estos valientes, porque mi pluma es impotente para describir el grado de heroísmo que han alcanzado. La poderosa influencia de las armas modernas no fué obstáculo para que esos bravos, dignos discípulos de los héroes comandantes Ramirez i Vivar, marchasen hasta cerca de 30 metros de las trincheras enemigas con la frente erguida i la tropa calando bayoneta al toque de la calacuerda que se repetía en toda la división. Si el comportamiento del rejimiento, que accidentalmente he tenido el honor de comandar, ha llenado sus aspiraciones, quedarán también colmados los deseos del que suscribe. 
 
Dios guarde a US. 
 
E. DEL CANTO. 
 
Al señor comandante en jefe de la 2.ª division.
 
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 687.
 

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