[Fotografia de Francisco Barceló]
Segunda División.
PARTE DEL JEFE DE LA DIVISIÓN.
Tacna, junio 1.° de 1880.
Para que se digne hacer llegar a conocimiento del señor Jeneral en Jefe, la parte activa que cupo a la división a mis órdenes en la gloriosa batalla dada en el alto de Tacna, el 26 del próximo pasado; tengo el honor de pasar a US., orijinales, los partes i listas que me han pasado los jefes de los cuerpos que la componían. Como en ambas piezas se esplayan detenidamente la parte que les ha cabido sostener a cada uno, me concretaré sucintamente a los actos que paso a relatar.
La marcha de la división el 25, se hizo de Bueña-Vista a nn poco mas adelante de «Quebrada Honda», en el mayor orden; los señores jefes i oficiales, en jeneral. marcharon a la cabeza de su tropa con gran entusiasmo i presteza, al punto de mi referencia, sin separarse ningún soldado de bu fila, menos quedar rezagado; dando a conocer, en ello, subordina ción, entusiasmo i exceso de disciplina.
A las 7 P. M. que alojó la división formando su línea a la izquierda de la 1.ª, se dispuso que de cada batallón se mandara una compañía de gran guardia avanzada a mil metros sobre esta, la que cubriendo con centinelas a cincuenta metros su espacio, estuviese en acecho del enemigo: otro tanto se hizo con una compañía del batallón Atacama cerrando la izquierda; encargándole la mas estricta vijilancia de los movimientos del enemigo, acampado mas o menos a legua i media de distancia, i la de no disparar sus rifles aunque fue sen atacados, sino la de incorporarse a sus respectivos cuerpos Rejimiento 2.° de línea, de línea Santiago i batallón Atacama.
A. las 10 ,P. M. hubieron tres disparos aislados que no se contestaron. A las 2 A. M. del 26 igual cosa; i a las 6 A. M. mayores tiros sin ser tampoco contestados.
A las 7 A. M., que ya estaba de dia, se observo que el enemigo, en gran número, estaba a cuatro cuadras de las grandes guardias, lo que dio motivo a que, de orden superior, mandase desplegar en guerrilla las compañías lijeras de cada batallón, trescientos metros a vanguardia de las compañías avanzadas, donde permanecieron desplegadas esperando el ataque del enemigo, quien, en lugar de emprenderlo valido de sus ventajosas posisiones se replegó a su campamento.
Momentos después se rompió por la Artillería enemiga el fuego sobre nuestra línea i mas tarde sobre nuestras guerrillas que sin contestar con sus rifles por la mucha distancia ni recibir daño alguno permanecieron impasibles en su puesto, pues no distaban del enemigo menos de cinco mil metros hasta las 9 A. M. en que US. me ordenó por uno de sus ayudantes marchase en son de combate, lo que efectué siguiendo las compañías lijeras en el orden de trescientos metros a vanguardia.
A la hora de marcha, US. me mandó orden nuevamente de hacer alto hasta que tomase la 1.ª división nuestra línea sobre la derecha, división que avanzó a tomar el flanco izquierdo del enemigo, i rompió sus fuegos contra él a las 11 en punto A. M,, i siguieron a la vez las compañías lijeras de la división a mi cargo sobre el frente de las columnas enemigas. Fué entonces cuando el resto de mi división emprendió su marcha al paso de ataque, tocado por todas las bandas í vivas a la Patria. En este momento se presentó US. i me ordenó tomase las alturas que ocupaba el Ejército aliado; marcha que se efectuó por toda la división sin disparar sus rifles por mas que recibiese una lluvia de balas, hasta que se reunió con las compañías guerrilleras que tenía a vanguardia.
Las ventajas inmensas de aquel, por las quebradas sucesivas, escalonándose en alturas para el enemigo, que pedia calificarse mui bien, atrincheramiento inespugnable, desde que lo dominaba todo con sus nutridos fuegos, así, pues marchó toda la fuerza, con una voluntad de fierro, hasta estrecharse con la enemiga.
Como se llevase ya hora i media de combate, se me hubiesen presentado varios individuos de tropa, manifestándome se les habian concluido las municiones, mandé al capitán ayudante del Santiago, don Lisandro Orrego, a pedir a US. o al señor Jeneral en Jefe, me reforzasen la división: instantáneamente i con el mismo cometido mandé al capitán ayudante de campo, don Demetrio Carvallo: teniente, don Belisario Zelaya i don Federico Vives.
Mientras este refuerzo llegaba, el ataque, avanzando terreno, se seguia con todo patriotismo, dirijiendo cada jefe su cuerpo, animándolos i recorriendo sus fuerzas: estos eran, teniente coronel del Santiago, don Estanislao León que en esos momentos cayó herido de dos balazos recibidos en ambos brazos; otro tanto hacia el sarjento mayor del mismo, don Matias Silva Arriagada, que, con un heroísmo sin ejemplo recorría las filas de su 2.° batallón. Igual cosa hacia el comandante accidental del rejimiento 2.° de línea, teniente coronel don Estanislao del Canto, sus sarjentos mayores, don Miguel Arrate i don Abel Garreton alentando a su rejimiento, sobre todo el comandante Canto en momentos que nos juntamos.
El comandante del Atacama, don Juan Martínez con su valor tan conocido en las tres batallas que preceden a esta, seguía impertérrito, a la izquierda de la división con su indomable batallón, a tomar el fuerte del enemigo, no obstante haber perdido ya, en su marcha de ataque, a sus dos queridos hijos.
Cuando ya estaba con la división a distancia de 300 metros de la enemiga i calmados un tanto los fuegos de ésta, fué cuando el batallón Coquimbo, con su bravo comandante Gorostiaga, i el Chacabuco con sus jefes, entraron a reforzar mi división, en la parte que ocupaba el Santiago i 2.° de línea, oportuno refuerzo que, un cuarto de hora después, nos dio la honrosa gloria de dominar las alturas i que se pronunciase el enemigo en una espantosa derrota, desde que se habían batido cuerpo a cuerpo; que el campo estaba sembrado de cadáveres, en mayor numero enemigos.
Esta victoria nos cuesta mui sensibles pérdidas. Antes de entrar en combate, contábamos con 2058 individuos de tropa, i después de concluida esta, tengo el sentimiento de manifestar que las bajas de tropa, sin incluir jefes i oficiales, que se espresan en las listas citadas, ascienden a 864 hombres.
Al terminar este, me es grato repetir a US. que, jefes, oficiales, tropa i Ayudantes de servicio, todo, sin escepcion, han, rivalizado en valor, abnegación i patriotismo, logrando alfin, ver coronados sus esfuerzos con el mas espléndido de los triunfos.
Los cirujanos i practicantes de los cuerpos han permanecido en ellos durante la batalla cumpliendo dignamente con sus deberes; i también acompañó a la división, el proveedor de ella, don Jorje Knaf.
Terminado el combate, empezó para la división, desde esa misma noche, la tarea humanitaria de conducir del campo a las Ambulancias todos los heridos. Concluido lo cual, se sepultaron los muertos, con un espíritu de confraternidad cuanto fué su valor durante la batalla.
Es cuanto tengo que participar a US. en cumplimiento de mi cometido.
Dios guarde a US.
FRANCISCO BARCELÓ.
Al señor coronel, Jefe de Estado Mayor Jeneral don José Velasquez.
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P.686.
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