viernes, 18 de junio de 2021

La Guerra del Pacífico i sus enseñanzas (Del Cronista de Panamá.)

 [Fotografia de Panama en el Siglo XIX]
 

Febrero 18.—-Hace ya un año que la República de Chile se vio, cuando menos lo esperaba, arrastrada al abandono de su paz estertor para tomar una actitud decidida en defensa de su honra i de sus derechos. 

Larga ha venido siendo hasta ahora esa guerra de un solo pueblo contra dos que en el secreto se habían coaligado para buscar, con la mas inusitada deslealtad, la fortuna de un por venir que se les ofrecía sombrío i aterrador. 
 
Bolivia i el Perú, casi idénticos en su modo de existir, no habían hecho del pasado mas que una feria de los caudales públicos; habian dilapidado en las continuas anarquías de festejos todos sus recursos, i llenándose también de enormes deudas, como buenos calaveras, hasta el estremo de tener ya al frente la mas desastrosa bancarota i la carencia absoluta de todo crédito. 
 
En 1873 el Perú habia espoliado escandalosamente las salitreras que el capital, la industria i los brazos chilenos habian implantado en la provincia peruana de Tarapacá, trasformando aquella rejion en emporio de trabajo, que antes eran estériles desiertos. 
 
So pretesto de buscar para el erario peruano una fuente de entradas que reemplazasen a las que en algún tiempo mas el guano dejaria de producirle, la administración de reconocido mercantilismo del difunto Pardo, se hizo lejíslar el monopolio i estanco del salitre como negociación fiscal, con el solapado intento del enriquecimiento de los círculos de esplotacion, que aquel caudillo venia encabezando. 
 
Pero comprendiéndose que en Antofagasta i en el litoral chileno hasta el grado 27, no faltaban grandes depósitos de salitre que podían con mas o menos proximidad ser esplotados por la industria chilena, el gobierno del Perú indujo al de Bolivia al pacto secreto del año citado, para hacerlo efectivo cuando llegara el tiempo en que la libre producción del salitre chileno principiara a ser un obstáculo al caro monopolio fiscal del Perú. 
 
Aquel pacto no tenia otro intento que la conquista armada del territorio chileno hasta el grado 27, según claramente lo patentizó el tristemente famoso tribuno limeño Fernando Casos, en el discurso semi-oficial que pronunció en el gran meeting de 8 de abril del año pasado en la plaza de Lima, a los dos dias del corté de relaciones entre Chile i el Perú. 
 
Bolivia, haciéndose el manequí de las bribonadas peruanas, hasta ser la promotora inmoral de la guerra, se lisonjeaba de la futura división de provechos que creían iban a reportar con una ruina de Chile que la consideraban segura, tomando en cuenta que un pueblo de dos i medio millones de habitantes no podría resistir a una alianza de cinco millones. 
 
¡Qué engaños! 
 
La Providencia que sabe dispensar sus altos favores a las naciones que van por los senderos de la moralidad, de la justicia i de la honradez, no ha permitido que Chile sucumba ante las tremendas iniquidades que en lo oculto significaba el complot de dos pueblos que ostentan solo divisas de desordenados i desacreditados precedentes. 
 
La nación de la paz, del trabajo i del progreso, que todo se lo debe a sí i a sus heroicos esfuerzos, aun en sus conflictos se presenta mas grande i mas digna de atención. 
 
En la presente guerra, Chile ha dado a conocer dos hechos que le son altamente honrosos i que tienen que presentarse a muí serias consideraciones ante la recta opinión universal, para comprender las diferentes condiciones en que ha venido a colocarse respecto de sus enemigos. 
 
El primero de esos hechos se refiere a las condiciones internas. 
 
Apesar de la natural turbación que una guerra tan inesperada tenia que introducir en su sociedad, tomándose principalmente en cuenta que la arrastró sin estar preparada a ella, i apesar de los sacrificios de toda especie que ha debido haser para defender el ínteres i el honor de la patria, el pueblo chileno con una sensatez ejemplar, ha atendido no solo a las necesidades de la guerra, .sino también de la paz; I ha sucedido que mientras los unos se apresuraban a alistarse en el Ejército, los otros redoblaban sus esfuerzos para compensar en el trabajo la cooperación de los que han tomado las armas. 
 
El pueblo chileno ha continuado con serenidad i constancia dedicándose a las tareas de la agricultura, de la minería, de la industria i del comercio. El resultado de tan laudable conducta ha sido que, no obstante la paralización de los negocios causada siempre por una guerra, la prosperidad i la riqueza tanto pública como privada, han alcanzado en Chile un fomento realmente satisfactorio. 
 
Gracias a esto i a las buenas condiciones del año, sé ha encontrado en medio de la guerra mas abastecido el pais i mas rico que antes de ella. 
 
Para comprender hasta donde se desenvuelve la actividad de aquella nación, basta deducirlo de la realización misma de grandes obras públicas que continúan aun en medio de los azares de esa guerra en que ella tiene que ir en busca de un enemigo provocador, pero que nunca se ha atrevido a. salir de su territorio. 
 
Entre tales obras, la prensa nos anuncia la iniciación de un nuevo i costoso camino de fierro que pronto unirá las apartadas ciudades de Concepción i Coronel. 
 
Mientras tanto en las condiciones interiores del. Perú i Bolivia, todo es inacción, atraso i miseria, formando un marcado centraste con el bienestar de que Chile goza. I esto se revela en una de los primeros decretos del dictador Piérola que ha sido el derogatorio de la interdicción comercial con Chile, que el mal inspirado jeneral Prado habia establecido, habiendo llegado la carestía de muchos artículos de primera necesidad a producir verdaderas desesperaciones públicas. 
 
El segundo de los hechos notables a que se ha aludido, se refiere a la política interna de los tres paises en guerra. 
 
En Chile. el réjimen constitucional se ha mantenido Como siempre en su estricta conservación. Las cámaras lejislatívas i demás altos cuerpos del Estado han funcionado i siguen funcionando con una regularidad normal inalterable. 
 
Las garantías individuales de nacionales i estranjeros se respetan con la acostumbrada escrupulosidad. 
 
La prensa continúa gozando de la amplísima libertad que allí tiene asegurada. 
 
El patriotismo chileno no ha dado sino pruebas de alta cordura en todos los habitantes en jeneral, i en los hombres dedicados a los negocios públicos en particular, sin distinción de los partidos políticos a que pertenezcan. 
 
¡Cuan diverso es el cuadro que bajo estos aspectos presentan el Perú i Bolivia! 
 
Los presidentes Prado i Daza que provocaron la guerra i que ajustaron la alianza de sus respectivos paises contra Chile, han sido deshonrosamente destituidos por revueltas de sus propias tropas, i se encuentran hoi proscriptos i fujitivos. 
 
En Bolivia el réjimen constitucional existe, como es sabido, desde años atras solo en el nombre i en la letra de las leyes; pero en el Perú habia un réjimen que era mas o menos practicado. 
 
Ambos pueblos, en medio de los desengañes terribles que han venido a coronar las anarquías habituales en que han vivido, las desmoralizaciones de todo un pasado de arbitrariedades sin freno, el aniquilamiento de sus recursos públicos, en fin, la molicie social con que han querido entender la vida de la libertad, han apelado, en creencia de salvación, al cambio de personal en sus gobernantes, con motines escandalosos. 
 
I respecto del Perú no deja de ser elocuente testimonio de su dejeneracion i de su rebajamiento, la proclamación militar de un dictador i el establecimiento de un réjimen arbitrario i vejatorio, que está dando por resultado las escandalosas tropelías centra las acostumbradas libertades. 
 
De Bolivia no diremos nada a este respecto, porque ese desgraciado pueblo siempre ha sido víctima de todos los vejámenes que puedan imajinarse en un constante réjimen gubernativo de pretorianos. 
 
Mui pronto los dos paises aliados se convencerán, si es que no estén ya convencidos, del gravísimo engaño en que han caido creyendo mejorar la suerte de sus grandes desastres, pasando dé Scila a Caribdis. 
 
Los hechos realizados por Chile i los que pronto se realizarán, manifestarán bien palmariamente que la suerte de los pueblos no estriba, en las maquinaciones de ocultas e infames alianzas de vándalos, i que el alivio de sus justos reveses i escarmientos no se encuentra en la abolición de réjimenes de libertad ni en las proclamaciones de dictadores. 

Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 593.

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