PRIMERA DIVISIÓN.
PARTE DEL JEFE DE LA DIVISIÓN.
Señor Jeneral en Jefe:
Tacna, junio 2 de 1880.
Tengo el honor de dar cuente a US. de la parte que corresponde a la división de mi mando durante el combate del 26.
En la noche del 25 acampamos como a dos leguas de las posiciones enemigas, llamadas «Alto de Tacna.»
La fuerza de que se componía la división de mi mando era de 2,380 individuos de tropa, distribuidos entre los batallones Navales, Valparaiso, Esmeralda i Chillan, pues el rejimiento Buin 1.° de línea que forma parte de esta división fué separado de ella el dia antes de marchar de Yaras para formar la reserva jeneral.
A las 6 A. M. del dia 26 se me comunicó por el Jefe de Estado Mayor de la división, que el enemigo estaba a la vista; efectivamente se divisaban como a 3 o 4,000 metros de nuestro frente dos columnas, una en dirección hacia nuestra derecha, i la otra hacia la izquierda, encontrándose nuestra línea de batalla formada de oriente a poniente. Acto continuo dicho jefe dio cuenta a US. de lo que sucedía.
Se mandó formar la división, haciendo que el batallón Valparaiso se desplegara en guerrilla al frente i marchase al encuentro del enemigo, ordenando al mismo tiempo se replegaran las avanzadas que venían retirándose lentamente a la vista de él. En esta situación se mandó avanzar de frente, marcha que continuamos hasta las 10 A. M., hora en que llegamos como a 3,000 metros del alto, en donde tenia sus posiciones el enemigo i a donde se estableció después de haberse venido retirando a nuestra vista desde el lugar en donde habíamos pernoctado.
Llegados al frente de sus posiciones, se ordenó descansar i tomar algún desayuno a la tropa. Encontrándonos en esta circunstancia, dos baterías de Artillería, una de campaña i otra de montaña, se establecieron al frente de los cuerpos de mi división que estaba formada en columna por batallones a distancia de despliegue; aquella hizo algunos disparos, hacia el enemigo cuya artillería coronaba la altura de sus posiciones, los que fueron contestados, alcanzando algunas granadas como a diez metros de nuestra línea, por cuyo motivo hice despejar el fondo de la Artillería corriendo los batallones a derecha e izquierda para de este modo evitar pérdidas inútiles en mi tropa.
Después de algunos disparos se notó que el enemigo suspendía sus fuegos sobre la derecha i solo se veia disparar las piezas que atacaban nuestra izquierda o sea, la derecha de ellos, ocultando las piezas i tropa a nuestra vista, queriendo manifestarnos talvez con esto que se retiraba reconcentrándose hacia la derecha. Durante este tiempo el batallón Valparaiso se mantenía como a dos mil metros del fuego de sus cañones, cuyas granadas caian en sus mismas filas pero sin cansarles daño.
La Artillería nuestra enganchó sus piezas i la vimos marchar a retaguardia de nuestra línea, retirándose como a 3,000 metros.
En este momento recibo orden de marchar adelante protejido por la Artillería que seguia a retaguardia i que no estaba bajo mis órdenes, pues como US. sabe, no se puso jamas bajo mi dirección la que correspondía a mi división, como así mismo la caballería. Cumpliendo con la orden de US. de avanzar inmediatamente, ordené la formación de dos líneas de combate: componía la primera el batallón Naval i el 1.° del Rejimiento Esmeralda, i la segunda línea el 2.° del Esmeralda i el Chillan. íbamos protejido por el batallón Valparaiso desplegado en guerrilla.
Como no sabia el objeto de la marcha ni tenia instrucciones de1 US. ni del Jefe de Estado Mayor Jeneral sobre el plan de ataque, el lugar donde estaba el enemigo, etc., hacia que la marcha fuera lenta, a fin de esperar las órdenes del caso; mas como volví a recibir orden de avanzar con rapidez, lo ejecutó en el acto.
En ese momento llegó el capitán Flores de Artillería diciéndome que habia reconocido la cúspide de la altura, que no habia enemigos i que éste se habia retirado a su campamento agregándome que iba en busca de la artillería para coronar la altura.
Como la orden era de avanzar, seguimos adelante forma dos como he dicho en dos líneas; sin embargo ordenó que el batallón Valparaiso marchara listo para hacer fuego en caso de sorpresa, pues el enemigo no se veia.
Efectivamente, apenas subió la altura fué recibido por un nutrido fuego de fusilería que contestó en el acto nuestra guerrilla manteniéndose firme en su puesto, apesar de las muchas bajas que snfrió cuando se presentó al frente del enemigo.
Inmediatamente entró en combate la primera línea en protección del Valparaiso que siguió avanzando con ella. Mas como se notara, por el fuego del enemigo oculto, que teníamos a nuestro frente fuerzas mui considerables i que se prolongaba su línea, siempre oculta, hásia nuestra derecha i podia flanquearnos, hubo que atender a esto haciendo que los batallones de segunda línea entraran en la de combate, corriendo así el riesgo de quedar sin ningún apoyo nuestra división, pues la reserva estaba mui distante i no podia protejernos antes de dos horas.
Comprometida así toda nuestra fuerza a la vez i teniendo a nuestro frente en magníficas posiciones a una gran parte del ejército boliyiano, la lucha se hizo desesperada, nuestros soldados no se detenían a observar las posiciones del enemigo sino que avanzaban a la voz de sus jefes i oficiales. Se habia trabado un duelo a muerte, se combatía a 40 metros de distancia. En estos momentos i en tan difícil situación faltan las municiones.
Antes de entrar en combate estaba en conocimiento de US. que los soldados de la división solo llevaban 130 tiros por individuo: cien que es le que carga habitualmente el soldado i 30 que se repartieron por la mañana en el campamento a todos los cuerpos escepto al rejimiento Esmeralda, que no se le dio mas porque no habian llegado las municiones Grass, según contestación del oficial de Estado Mayor Jeneral que las destribuyó.
En esos momentos se presentó por el ala derecha dé mi división una fuerza de Granaderos la que fué invitada a cargar por el comandante del rejimiento Esmeralda. Con este oportuno apoyo pudieron nuestras tropas organizarse i proveyéndose de algunas municiones se pudo continuar hasta el termino de la jornada. Lamentable es que este importante servicio prestado por la caballería nos haya costado algunas bajas en la infantería, pues por desgracia no fué conocida la banderola que sirve de distintivo a esta división.
La falta de municiones hizo qne algunos soldados se retirasen de la línea de batalla lentamente, lo que me obligó a pedir a US. protejese nuestra derecha con algunos de los cuerpos de la reserva i nos ausiliase con municiones. La llegada de éstas i el refuerzo de la Artillería de Marina contribuyeron a completar la derrota del enemigo que ya estaba pronunciada, dejando en el frente de mi división varias piezas de artillería.
Llegados a las alturas que dominan el valle i la población, punto ea que se habian reunido los restos de los cuerpos de la división, ordené que dos piezas de artillería de campaña que al mando del capitán Villarreal llegaban en ese momento, hicieran diez disparos a granada sobre los suburbios de la población, pues suponía que por allí marchaban los restos del enemigo disperso. En seguida descendimos al valle, acompañado de 60 hombres de caballería al mando del comandante Búlnes; cerca ya de la estación del ferrocarril, punto de entrada a la población, me detuve i mandé al sarjento mayor don Francisco J. Zelaya, que se nos habia incorporado, con el fin de intimar rendición al pueblo. Volvió pocos momentos después diciéndome que le habian hecho fuego de la estación. Entonces ordené que una ametralladora hiciese algunos disparos sobre ese punto como asimismo una guerrilla que puse bajo las órdenes del coronel Niño.
Como no fueron contestados estos fuegos, me dirijí a la plaza acompañado de la caballería del comandante Búlnes i de la guerrilla del coronel Niño, ordenando a la Artillería de Marina, que marchaba por el centro del valle, se dirijiera a este punto.
En mi camino encontré a los cónsules quienes me aseguraron que las fuerzas enemigas habian tomado el camino del Alto de Lima i que la ciudad estaba completamente abandonada.
Con la caballería recorrí hasta dos leguas hacia el oriente, i no habiendo encontrado enemigos, regresó a la población, quedando asi la ciudad ocupada por nuestras tropas.
Me es grato, señor jeneral, cumplir con un deber de estricta justicia, recomendando especíalmente a los jefes de los cuerpos de esta división, coronel comandante del batallón Naval, don Martiniano Urriola; coronel comandante del batallón Valparaiso don Jacinto Niño; comandante del rejimiento Esmeralda, teniente coronel don Adolfo Holley, i comandante del batallon Chillan, don Juan A. Vargas Pinochet, quienes han permanecido en medio de sus respectivas filas durante las tres horas de acción alentando a sus soldados con su voz i con su ejemplo, saliendo heridos el primero i el último de estos jefes.
Con el mismo derecho son también acreedores a igual distinción los sarjentos mayores don Daniel García Vídela, don Alejandro Baquedano i don Enrique Coke, que fué herido, como asimismo la oficialidad de estos cuerpos, habiéndome sido recomendado por su jefe en el campo de batalla el capitán-ayudante don Federico Maturana.
A una recomendación especial se ha hecho también acreeder el ayudante de campo don Patricio Larrain A., quien fué comisionado para ausiliar a los distintos cuerpos de la división con municiones que distribuyó en lo mas avanzado de nuestras filas i por consiguiente en medio del nutrido fuego enemigo.
Las órdenes trasmitidas por los ayudantes de campo i de Estado Mayor de esta división, capitanes señores Fidel Urrutia i Patricio Larrain, tenientes señores Severo Amengual i Manuel Aguirre i subteniente señor Santiago Peñailillo, han sido dadas con toda oportunidad i a mi entera satisfacción, manteniéndose siempre sereno en las difíciles comisiones desempeñadas bajo el fuego enemigo.
Según conste de los partes orijinales i relaciones adjuntas que tengo el honor de elevar a US., el número de oficiales muertos en este memorable combate pertenecientes a la division de mi mando, es de siete i veintinueve heridos incluso tres jefes; el número de bajas en la tropa asciende a 172 muertos i 407 heridos.
Existe en mi poder un estandarte tomado por el rejimiento Esmeralda.
Es cuanto tengo el honor de esponer a US. en cumplimiento de mi deber.
SANTIAGO AMENGUAL.
Al señor Jeneral en Jefe.
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 683.
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