jueves, 8 de julio de 2021

Articulo de la Editorial de El Independiente sobre la Batalla de Tacna

 [Fotografia de la ambulancia de Valparaiso que trataba a los heridos durante la Batalla de Tacna]
 
¡Victoria! Tal fué el saludo que en grandioso coro dirijian ayer, poseídos de loco entusiasmo, dos millones de chilenos al sol que, mas radiante que nunca—casi habíamos escrito mas temprano que nunca,—se asomaba a las blancas cimas de los Andes para emprender su majestuosa carrera por nuestro puro i transparente cielo. 
 
¡Una i mil veces sean bendecidos los ínclitos jefes i los valientes soldados que, sin mirar en peligros ni en sacrificios, ofreciendo con sublime abnegación, sangre i vida en aras de la patria, han dado al pais una nueva gloria, a la historia de bus hazañas una nueva i brillantísima pajina, a su pueblo un nuevo dia de inefables alegrías i a sus enemigos una nueva lección, un nuevo castigo i un nuevo, que ojalá fuera también un último i decisivo escarmiento! 
 
¡Quién pudiera reunir en una sola voz, que fuese como voz de trueno i de huracán, las voces de júbilo, da triunfo i de gratitud que se exhalan de los pechos del pueblo entero de Chile en este momento, para llevarla con la rapidez del relámpago, al campo de batalla regado con la sangre de nuestros hermanos i sembrado aun de los cadáveres i despojos de los vencidos, i, en nombre de la patria, felicitar, bendecir i coronar a los invencibles! 
 
El pueblo chileno esperaba la victoria con una fé inquebrantable. Vanamente el demonio de la duda le decía: Mirad que la fortuna es caprichosa; ved que es siempre incierta la suerte de las armas; pensad en el tiempo i facilidad que el enemigo ha tenido para proveerse, reforzarse i atrincherarse, i no olvidéis que ese ejército es el mas veterano del Perú i está mandado por el mas hábil, esperimentado i valeroso jeneral de la alianza.—El pueblo chileno oia con el mas completo desden semejantes insinuaciones, i firme en su esperanza i tranquilo en su fé contestaba al demonio de la duda: Venceremos una vez mas, como en Pisagua, como en Dolores, como en los Anjeles i como en todas partes; e impaciente por recibir la gran noticia, que no podia dejar de venir precedida de un entusiasta ¡Viva Chile! trasnochaba aguardándola! 
 
I esa noticia, con tan robusta fé i con tan patriótica impaciencia esperada, llegó, por fin, al rayar el alba del dia de ayer. Alegre i dulce diana, tocada por los egrejios vencedores del grande ejército aliado de Tacna a la puerta de todos los hogares de sus hermanos, que no habiendo podido seguirlos al campo del peligro, los hemos acompañado desde acá con el corazón i con el alma! 
 
En vano nuestros pérfidos i soberbios enemigos, arrojados de Tarapacá, habian empleado largos meses en allegar batallones i recursos; en vano, para esperar a nuestros bravos, habian elejido posiciones inespugnables; en vano habian cavado fosos i levantado parapetos,—el torrente patriótico que, al grito de guerra, se desbordó sobre el territorio de.los aleves que se habian coaligado en nuestra contra, después de dos dias de tremendas embestidas, llenó de cadáveres enemigos los fosos, i despedazó las trincheras, i pasó sobre los parapetos i cubrió las alturas en que se hahian acampado. I así es cómo aquel aguerrido ejército—última fuerza organizada de la alianza—no existe ya sino como despojos, como ruinas, como fragmentos dispersados por la tempestad de fuego i por el diluvio de plomo que cayó sobre las guaridas que reputaba invencibles. I así es cómo Tacna, ese verdadero centro de la alianza i condición irreemplazable de «u existencia, ha caido en nuestro poder. I así es cómo Campero, el Presidente de Bolivia i el jeneral en jefe del ejército peruano-boliviano, es nuestro prisionero de guerra. I así es cómo mañana, sin nuevos esfuerzos sacrificios, será nuestra Arica, esta segunda plaza fuerte del Perú, con su guarnición i sus famosas baterías, i el monitor que ahí yacía oculto a la sombra de los poderosos cañones de su elevado Morro. 
 
Las demás consecuencias de la victoria, cuyos primeros ecos solo nos han llegado hasta el momento en que escribimos, son el secreto del porvenir. Posible es que la ocupación, por nuestras armas, de la única zona en que las fuerzas de Bolivia podían incorporarse a las peruanas, traiga por resultado la ruptura de la alianza; en todo caso, i aunque esa ruptura no fuese de derecho, tendría que verificarse de hecho, porque, con la victoria de Tacna, Bolivia queda aislada, cortada e imposibilitada para continuar tomando una parte activa en la campaña. 
 
Mas difícil es prever—a lo menos mientras no conozcamos bien la magnitud del desastre sufrido por el ejército de Tacna—el efecto que está llamado a producir en Lima. ¿Podrá la dictadura de Piérola sobrevivir a la noticia? I sobreviva o no la dictadura, ¿cuál será la determinación a que se acoja el gobierno de aquella capital? 
 
Pero no malgastemos el tiempo en suposiciones cuando estamos en presencia de la mas venturosa de las realidades. 
 
La victoria de Tacna producirá sus inevitables resultados a despecho de la voluntad de nuestros enemigos. Después de ella, no es a nosotros-, sino a ellos, a quienes corresponde observar atentamente la situación i pedir consejos a la cordura. Si no, i si la ceguedad de los enemigos de Chile es incurable, Chile no se detendrá por eso i seguirá por la senda de la victoria, con paso seguro, hasta llegar a Lima para arrancar allá la tupida venda que cubre los hermosos ojos de la desventurada ciega! 
 
Z. Rodríguez.
 
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 663.
 

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