[Ejemplar del periódico "El Estandarte Catolico"]
Nueva i gloriosísima fecha se acaba de grabar en la historia patria: el 27 de mayo de 1880. En el las armas de Chile alcanzan sobre los ejércitos aliados del Perú i Bolivia la grande i espléndida victoria de Tacna.
Pocos detalles aun tenemos sobre esta batalla que, atentos el número i calidad de los combatientes no menos que las trascendentales consecuencias que de ella deben seguirse, ea uno de los hechos de armas de primera clase en nuestra historia i en la de Sud América, i sin duda, decisivo en la presente guerra.
Dios nos ha querido favorecer con tan importante victoria, i por ello debe el pueblo chileno rendirle i le rendirá solemnes homenajes de gratitud i reconocimiento.
La tenaz resistencia del enemigo, esa encarnizada lucha de casi nueve horas contra un ejército numeroso, descansado i defendido por formidables trincheras, mandado por hábiles i espertos capitanes, es timbre gloriosísimo para el valor chileno, para los soldados que han tenido la honra da conquistarlo i para el valiente jeneral Baquedano.
Al parecer, ello también enaltece al ejército aliado, pues ha sabido defender su cansa con valor, i el jeneral Campero aunque derrotado no ha desmentido sus honrosos antecedentes.
¿Qué hará la alianza después de este golpe mortal? Bolivia ve agotados sus recursos, derramada la sangre de sus mejores soldados, caídos de este o de aquel modo dos supremos majistrados de la nación; el Perú, muerto su poder marítimo, vencidos muchas veces sus ejércitos, arruinado su crédito, sus puertos destruidos o bloqueados, sus mejores jenerales derrotados; en fin, no ve esperanza alguna de salvación.
No creemos que en la petulancia i orgullo que manifiesta la prensa peruana, se atreva el Perú a pedir la paz; sin embargo, Chile mostraría una vez mas al mundo su jenerosidad i la nobleza de su carácter, tendiendo al vencido la oliva de la paz. ¿Este la rechazaba? pues, entonces, iríamos a Lima, i los destrozos i la nueva sangre derramada caerían solamente sobre la tenacidad i ceguera del enemigo.
La victoria de Tacna acaba con toda la fuerza real de la alianza. Lima i su ejército son obstáculos mui pequeños para quien ha vencido en Iquique i Tacna: la tremenda guerra está virtualmente terminada.
Del boletín de victoria firmado por el señor jeneral Baquedano, fácilmente se deduce que hemos tenido grandes i sensibles pérdidas. Es condición de las cosas humanas que no haya alegría sin dejos de acíbar. Pero los deudos de las gloriosas víctimas de la patria consuélense con el noble pensamiento, de que los suyos han caido como buenos cumpliendo un deber sagrado, muriendo por tan santa causa. No eran inmortales sobre la tierra, no han hecho mas que trocar una muerte oscura e inevitable por el glorioso voluntario i jeneroso sacrificio del patriotismo sublime.
Sí, gloria a ellos, a los que cayeron por la honra de Chile, gloria a esas familias que tan santo fuego saben inspirar a sus hijos, sí, gloria a los valientes de nuestro heroico ejército, oficiales i soldados que tan alto colocan el nombre de Chile. Sobre todo, gloria a Dios que así nos manifiesta su protección poderosa.
Sí antes de las batallas corrimos al templo a implorar los auxilios del cielo, despues de la victoria i para celebrar la victoria corramos al templo, i demos gloria a Dios.
ESTÉRAN MUÑOZ DONOSO.
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 664.
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