viernes, 9 de julio de 2021

La victoria. (Editorial de la Patria del dia 29.)

 [Ilustracion de la Batalla de Tacna]
 
La victoria acaba de coronar de nuevo, con sus mas brillantes laureles, la radiante frente de la patria. 
 
Después de seis horas de tremendo combate, contra un enemigo que habia elejido a placer i las mas brillantes posiciones, el pabellón tricolor ha flameado en su puesto acostumbrado: el puesto del triunfo i del honor. 
 
Como era natural, el homenaje de sangre tributado por el pueblo armado de Chile a la patria ha sido cruento. Los hijos de Chile tienen el estimulo del sacrificio.
 
Pero si la prueba ha sido dolorosa, la recompensa ha sido espléndida. 
 
El jefe del ejército aliado prisionero i herido, la artillería capturada, el torreón de Tacna ocupado por nuestras tropas, el enemigo fujitivo, disperso o prisionero, hé aquí los trofeos que el ejército acaba de conquistar con su acostumbrada audacia, i que podemos por ahora comunicar a nuestro público. 
 
Pocas horas mas i el cañón, que en unión con el astro del dia saludaba la mañana de hoi, sonará de nuevo para decirnos que Arica acaba de inclinar su frente i doblar sumisa sus rodillas ante el aspecto de nuestros irresistibles soldados. 
 
Henos, pues, en la segunda etapa de nuestra campaña. 
 
La victoria ha sido arrebatada por nuestro esfuerzo. 
 
Nuestro júbilo es tan inmenso como justo. 
 
Preparemos el camino de flores que deben hollar los pies de los titanes de la América. 
 
Pero no olvidemos en la embriaguez lejítima de nuestro triunfo, que el Te Deum final no puede ser cantado sino en la Catedral de Lima. 
 
Hé ahí el florón que falta aun a la brillante diadema que ornará las sienes de la República chilena i ¡vive Dios! los soldados chilenos no descansarán tranquilos ni envainarán su victorioso acero mientras no lo hayan aun arrancado i conquistado. 
 
Nuestro himno de victoria, nuestros cantos de triunfo, no pueden dejar de espresar ese doble sentimiento, esa doble aclamación! 
 
Tacna es nuestra, Arica es nuestra; Lima debe pronto ser nuestra. 
 
Ese es el deseo, esa fué la inspiración, el canto de partida lanzado al partir por nuestras heroicas lejiones, i lo esperamos en breves días; nuestros guerreros, fatigando la victoria, nos avisarán que el palacio de los vireyes, se ha ennoblecido, recibiendo por tercera vez, bajo su techo, la visita del soldado de Chile. 
 
Un viva a la Patria i una lágrima por nuestros bravos; un grito unánime: Viva Chile; un deseo enérjico: 
 
Pronto a Lima!
 
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 662.
 

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