miércoles, 28 de julio de 2021

Reagravación de un atentado. (Editorial del Diario Oficial del dia 29.)

 
[Fotografia de Domingo Godoy Cruz]
 
El diario oficial del Perú ha tenido una vez mas el triste valor de participar i aun de exceder la indignidad en que la prensa de ese pais incurre, siempre que trata la cuestión pendiente con el nuestro, librada hoi a la suerte de las armas. 
 
El diario aquel ha pretendido aunque en vano poner al amparo de las buenas prácticas de la guerra civilizada la incalificable violencia de que fueron víctimas a bordo de un buque neutral, los señores Godoi i Vial, jefe el primero i secretario el segundo de la legación enviada a Colombia i Venezuela. 
 
En concepto de ese diario la inmunidad de los enviados diplomáticos, sin la cual es imposible i en todo caso será mui precario el cultivo de las buenas relaciones de amistad con los estados neutrales, está sometida a latitudes, de modo que ella rije o desaparece según que el buque bajo cuya bandera naveguen los enviados, surque aguas territoriales o las del alta mar. 
 
En las primeras, las violencias es lícita, la inmunidad desaparece. En las segundas sucede lo contrario; i el diario oficial de Lima se digna reforzar con su alta autoridad la declaración en su concepto restrictiva, que ya han hecho sobre el particular las grandes potencias, precedidas por la doctrina i el consejo de los mas sabios publicistas. 
 
Ademas de esta demarcación cuyos paralelos encierran zonas tan diversas, el diario oficial peruano se digna recordarnos que Vattel i de Martens autorizan el apresamiento de los enviados diplomáticos, i es maravilla que como confirmación de tan progresista como nueva doctrina, no nos cite el caso del mariscal i diplomático francés apresado a fines del pasado siglo por tropas inglesas, durante la guerra de los siete años. 
 
Olvida, sin embargo, el exhumador de tales principios, que el derecho de la guerra, como el derecho de jentes en jeneral, ha sido i es esencialmente progresivo, i que por tanto no es licito ir a buscar argumentos en favor de una medida bárbara, en escritores cuyo criterio es de otras épocas. El publicista de Martens, con cuya doctrina se arma el diario peruano, recomienda el bombardeo discrecional como medida de guerra perfectamente lejítima, i sin embargo, ese mismo diario que desanda tres tercios de siglo para justificar una violencia cobarde, no cesa de protestar contra el uso lejítimo que de su artillería hicieron los buques de nuestra armada para contestar i apagar los fuegos de tierra dirijidos contra los tripulantes de sus botes. 
 
No obstante ese estraño sistema de defensa, i ademas del significativo silencio que el mismo diario guarda sobre las estipulaciones pertinentes de varios de los tratados que ligan al Perú con Italia, Estados Unidos de América i Gran Bretaña, estipulaciones que garantizan el tránsito libre por las aguas peruanas a los ciudadanos o subditos de los Estados vecinos que se hallen en guerra con aquella nación, el Peruano comprende que el terreno que pisa no es suficientemente sólido; i sabe que el derecho de jentes ha progresado lo bastante para que pueda cubrirse con su autoridad un acto tan cobarde, tan improcedente i estraño al fin de la guerra, como es el de apresar como a facinerosos a los enviados diplomáticos que van a tratar con gobiernos i pueblos con los cuales están en paz i amistad el mismo pueblo i gobierno del estado agresor. 
 
Pero como la lójica es inflexible, i una vez desautorizada la medida, no quedaba otra cosa que hacer que devolver su libertad a los detenidos, el Peruano, antes que reconocerlo así, prefiere lanzarse a velas desplegadas en las aguas de la calumnia, que por lo visto son esclusivas de la soberanía i dominio del gobierno cuya palabra lleva ante las demás naciones. 
 
En consecuencia, declara el Peruano que los señores Godoi i Vial no solo son buena presa en su calidad de enviados diplomáticos de Chile, sino que deben serlo igualmente de la pólvora i las balas con que se castiga a los espías. 
 
Chile no ha enviado a Colombia legacion alguna. Chile ha enviado simplemente a las aguas del puerto fortificado del Callao, dos espías, disfrazados de diplomáticos. 
 
¿Las pruebas? 
 
El Peruano las tiene a puñados. Los señores Godoi i Vial se comunicaron en el tránsito con alguno de los buques de nuestra armada: luego son espías. 
 
Los señores Godoi i Vial, que no ignoraban las escenas ocurridas a bordo de otro buque neutral, con el señor Valdes Vergara, nuestro cónsul en Panamá, quisieron librarse de vejaciones iguales i solicitaron asilo en un buque de guerra estranjero: luego son espías. 
 
A los señores Godoi i Vial se les supone el pensamiento de recojer informes sobre la situación del Callao, durante su permanencia en las aguas del Callao: son espías! 
 
El señor Godoi, que principia su nota al jefe de la Pensacola con la espresion de su carácter público i del que reviste su secretario, advierte, no obstante, que no se han hallado en su poder los documentos que como a tal lo acreditan: luego Godoi no es diplomático, sino espía! 
 
I como espía debe ser tratado, mientras se le juzga, se la condena i se le fusila como tal. 
 
He aquí las conclusiones a que llega el diario oficial de un gobierno que se reputa civilizado, i que quiere ser tratado como gobierno civilizado. 
 
Pocas palabras, que dictarán a la par la tristeza i la indignación, bastan para poner el colmo a la vergüenza i torpeza de semejantes acusaciones. 
 
Chile jamas necesitó cubrir con el uniforme de sus enviados diplomáticos a los espías de sus ejércitos. Su diplomacia ha estado constantemente servida por hombres de honor i de patriotismo, a los que no les ha costado jamas ningún esfuerzo pensar en voz alta, hablar en voz alta i obrar a plena luz. 
 
La diplomacia que espía o que sirve de pasaporte al espionaje, no es propia de pueblos i gobiernos que nunca han pactado en secreto en contra de estados amigos, con quienes mantuvieron al propio tiempo relaciones cordiales, i que no rejistran en su historia mas guerras o dificultades diplomáticas serias que las que le deparara su vivo anhelo de fraternidad para con esas naciones i gobiernos que luego pagaron con la ingratitud. 
 
El carácter diplomático que revestían en su viaje forzado al través de las aguas peruanas, los señores Godoi i Vial, está pública i notoriamente comprobado por la palabra oficial del presidente de la república ante las cámaras nacionales, i subsidiariamente por la condición misma de los sujetos designados para llevar a Colombia i Venezuela los sentimientos de tradicional amistad de parte de Chile. El señor Godoi dejó vacante un puesto de honor i de confianza en el Ministerio de Relaciones Esteriores, asi como una suplencia en la cámara de diputados; i en cuanto al señor Vial, también pasó de un puesto mui honorable en el mismo Ministerio al de la legación con que le honrara el gobierno. 
 
No es Chile el pais en donde el Ministerio de Relaciones Esteriores sirve de criadero de espías, embaucadores, o héroes de estafa, i cuando sus ejércitos han necesitado de instruirse en la situación del enemigo, se ha tenido el cuidado de encargar de tal comisión a individuos que a mas de poseer las aptitudes correspondientes salgan de la misma posición a donde naturalmente deben volver, después de desempeñar su encargo. 
 
El gobierno del Perú no ha hecho otra cosa que rebajarse a sí mismo, permitiendo a su diario oficial que haga suya, es decir, de aquel gobierno la torpe acusación dirijida contra los señores Godoi i Vial. Nadie puede prestar ninguna atención a tan indigno subterfujio, respecto del cual es lícito repetir la célebre espresion de que, mas que un crimen—-el de la calumnia—es una grave falta, puesto que coloca al gobierno en cuyo nombre i con cuya autoridad se consuma, en la falsa posición de quien acusa no poder castigar a la medida de la acusación. 
 
Tan cierto es esto, que las autoridades peruanas del centro avergonzadas sin duda del papel de carceleros de los transeúntes inofensivos, que estaban desempeñando, han convertido en decorosa detención la prisión estrecha i vejatoria en que hasta hace poco mantuvieron a los señores Godoi i Vial. 
 
Aunque ello sea triste, es menester reconocer que hai mérito en la conducta de los que, sin embargo, solo se limitan a no seguir ciegamente i por el fango las desenfrenadas pasiones del momento, i contemplan un poco el decoro propio i el juicio de mañana. 

Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 269.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario