lunes, 10 de mayo de 2021

Para el juicio de hoi i para el de la historia; las dos versiones del Perú sobre el Combate de Iquique

 [Edición antigua del siglo XIX del diario oficial "El Peruano"]
 
Me atengo esclusivamente al boletín militar, porque sé que todo Gobierno que respeta su propio honor i el de las armas de la nación, no contradice ni pone en duda la palabra de los generales que se baten en su servicio. 
 
JENERAL FOY. 
 
(Discurso sobre la guerra de Grecia.) 
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LAS DOS VERSIONES DEL PERÚ SOBRE EL COMBATE DE IQUIQUE. 
 
LA VERSIÓN DE SUS MARINOS: PARTE DEL COMANDANTE GRAU.
 
«Ocupaban entonces los mencionados buques posiciones a un cable o cable i medio de la playa, frente al lado Norte de la población, en orden de combate, la Covadonga por la popa del otro, i ambos con proa al Norte, de manera que estaban interpuestos entre nosotros i la población: eran las 8.20 A. M. del 21. 
 
Trabóse el combate desde este momento entre el Huáscar i los dos buques enemigos, i treinta minutos después se unió i rompió sus fuegos la Independencia; pero nuestros tiros no podian ser bien dirijidos por encontrarnos en la boca del puerto bajo la acción de la mar, a la par que las punterías de los buques enemigos tenían en lo jeneral buena dirección i elevación. 
 
La Covadonga, después de la primera hora, salió del puerto mui pegada a la isla que cierra la parte occidental, i emprendió su retirada por la costa del Sur, barajándola mui próxima a la playa, en vista de lo cual ordené a la Independencia perseguirla, quedándome por consiguiente batiendo con el Huáscar a la Esmeralda. 
 
Mientras la Independencia seguía su camino i notando la inseguridad de nuestros tiros, por la causa que he dicho antes, me decidí a atacar a la Esmeralda con el espolón; pero informado por el capitán de corbeta i del puerto don Salomé Porras i por el práctico del mismo don Guillermo Checkley, quienes se encontraban a bordo desde el principio del combate, de que dicho buque estaba defendido por una línea de torpedos en su adelante, intenté dirijirme sobre él pasando próximo a tierra por el lado del Sur para desalojarlo de la zona en que maniobraba defendido. Mas observando a la vez que se dirijia hacia el Norte saliendo de esa zona, cambié de propósito i goberné directamente sobre el centro de su casco, con un andar de ocho millas próximamente. A medio cumplido de distancia detuve la máquina i la Esmeralda, guiñando para evadir el golpe al costado, lo recibió por la aleta de babor en dirección mui oblicua; el espolón resbaló; su efecto fué de poca consideración i quedaron abordados ambos buques hasta que el Huáscar empezó su movimiento para atrás. 
 
Embestí nuevamente con igual velocidad, i la Esmeralda presentó su proa, evadiendo de ésta manera nuevamente los efectos del choque; sin embargo, éstos dos golpes la dejaron bastante maltratada. 
 
En ambas ocasiones, a la aproximación de los buques i durante el tiempo que permanecieron mui cerca, recibíamos un nutrido fuego de las ametralladoras que tenían establecidas en sus cofas, el de fusilería i muchas bombas de mano, a la vez que descargas completas de la artillería de sus costados.
 
El blindaje protejió bien a nuestra jente de los efectos de tan certeros fuegos, muchos de los cuales chocaron en nuestra torre i otros rompían algunas partes de madera o de fierro muí delgado, i permitía sostener igualmente nuestro fuego de cañón i de fusilería. 
 
Finalmente emprendí la tercera embestida con una velocidad de 10 millas i logré tomarla por el centro. A este golpe se encabuzó i desapareció completamente la Esmeralda, sumerjiéndose i dejando a flote pedazos de su casco i algunos de sus tripulantes. Eran las 12.10 P. M. El comandante de ese buque nos abordó, a la vez que uno de sus oficiales i algunos de sus tripulantes por el castillo, i en la defensa de este abordaje perecieron víctima de su temerario arrojo. Inmediamente mandé todas las embarcaciones del buque a salvar a los náufragos i logré que fuesen recojidos 62, los únicos que habían sobrevivido a tan obstinada resistencia.
 
LA VERSIÓN DEL «PERUANO,» SU DIARIO OFICIAL.
 
«Los mismos prisioneros de guerra, con algunos los cuales he hablado, dicen que Prat celebró dos veces consejo de guerra con la jente que pudo, porque en la Esmeralda habia una desmoralización espantosa i los tripulantes no obedecían, arrojándose desnudos al agua, antes de tiempo.
 
—Señores, dijo Prat, vamos a sacrificarnos inútilmente; es un sacrificio estéril que Chile no agradecerá. Debemos rendirnos. 
 
—¡A rendirse! gritaron todos a una voz; i un oficial salió corriendo a arriar el pabellón. 
 
—Aguarde un momento , dijo Uribe (que está hoi preso en Iquique); la corbeta resiste todavía antes de tomar una resolución. 
 
En seguida el Huáscar dio un segundo espolonazo, que inutilizó la máquina. Dos oficiales i varios marineros se prendieron de las rodillas de Prat, gritándole: Capitán, estamos perdidos. 
 
—Nos rendiremos, dijo Prat, i dio las órdenes con tal objeto. Llamó a algunos oficiales, celebró consejo por segunda vez i salieron en tropel dando voces: ¡Arriar la bandera, rómpanla pronto! 
 
Pero ya era tarde: el Huáscar desesperado, había hecho volar a la corbeta. 
 
Se agrega, por los mismos prisioneros, que el desorden era inmenso; que nadie se entendia a bordo, pues todos querían mandar i corrían como locos; que cuando el consejo de jefes i oficiales acordó rendirse i Prat mandó romper la bandera para acabar mas pronto, antes que chocase el Huáscar, ya algunos oficiales i la mayor parte de la tripulación habían abandonado sus puestos, desnudándose i arrojándose al agua. 
 
Con el golpe del Huáscar, el comandante Prat, que estaba en la cubierta de la Esmeralda (i volvía del consejo de guerra) con cuatro o seis hombres, saltó involuntariamente sobre el monitor, resbalándose i cayendo. Se levantó en seguida, dio vuelta por la torre sin encontrar a nadie i gritó:—«Estamos ya rendidos!» Ademas los cuatro o cinco individuos que estaban con él gritaban espontáneamente pidiendo misericordia i vivando al Perú. 
 
El oficial de señales Velarde ya habia muerto; pero el comandante Grau, que divisó esos cinco o seis hombres en la cubierta de su buque, sin darse cuenta del modo cómo se hallaban ahí (a consecuencia del choque que les hiciera saltar), gritó:—¡ A defender el abordaje! La jente del Huáscar, lista para el caso, salió en número de tres o cuatro i mató a los que gritaban de tal modo que no se les entendía ya una palabra. 
 
El valor i el coraje que decantan los chilenos es frecuentemente desmentido por los hechos que llegan a nuestro conocimiento, despojados del ropaje ficticio con que lo revisten los plumarios del Mapocho. 
 
Los incidentes del combate de Iquique van siendo conocidos en su realidad, i ciertamente que en ellos nada se advierte que revele el heroísmo que tanto pregonan los escritores chilenos. Del pobre Prat, que fué a buscar su salvación en la cubierta del Huáscar, han hecho sus compatriotas un tipo de valor i audacia para cohonestar de esta suerte la vergüenza de su derrota, i hacer palidecer la pura i brillante gloria de nuestro pabellón en ese memorable combate, lo que ciertamente no lograrán, porque la verdad se abre paso al través de las ficciones que se inventan para desnaturalizarla.
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El anterior cotejo no necesita de ningún jénero de comentarios; sin embargo, vamos a permitirnos uno mui breve. 
 
En la guerra, la victoria por que se lidia i la victoria que al fin se alcanza es tanto mas gloriosa cuanto mayores han sido el esfuerzo i el valor del enemigo. 
 
Ahora bien: si los marinos de la Esmeralda fueron los cobardes que pinta el PERUANO, ¿cómo puede ser memorable el combate de Iquique en que éstos resultaron vencidos? ¿Ni cual puede ser esa luz de gloria que se pretende empalidecer, una vez que a la enorme superioridad de la nave peruana, se agrega la enorme inferioridad de ánimo de nuestros marinos? 
 
El desgraciado comandante de la Independencia tampoco ha tenido el valor de sobrellevar con dignidad su infortunio. Ese comandante ha escrito o ha firmado una carta en que pretende invalidar afrentosamente la palabra del marino chileno que lo venció con su pericia i su bravura. 
 
De las denegaciones que esa carta contiene, la única que es fundamental i seria, es la que se refiere a la presencia del Huáscar en el momento en que la Covadonga iba a completar su victoria, tomando prisioneros a los jefes del buque enemigo. 
 
Si efectivamente el monitor no se hubiera presentado en las aguas teatro del combate, en aquel momento preciso, seria inesplicable i aun podría ser dudoso el glorioso buen éxito de nuestra cañonera.
 
El comandante de la Independencia asevera que cuando se avistó el Huáscar, hacia dos horas que se habia retirado la Covadonga. 
 
Por su parte, el comandante del Huáscar afirma todo lo contrario. 
 
Hé aquí un nuevo cotejo, que completará sin duda el juicio de los presentes i el juicio de la historia, sobre lo que vale i puede la palabra oficial del Perú. 
 
PARTE DEL JEFE. «No puedo prescindir de llamar la atención de V. E. hácia la sensible pérdida del teniente 2.° graduado don Jorje Velarde, para significar el notable comportamiento i arrojo con que este oficial conservó su puesto en la cubierta, al pié del pabellon, hasta ser víctima de su valor i serenidad.
 
Terminado en el puerto de Iquique el salvamento de los náufragos i con ellos a bordo, me dirijí en demanda de la Independencia que estaba a la vista en la punta denominada «Gruesa,» al Sur de Iquique, con el intento de ayudarle al apresamiento de la Covadonga. Noté que ésta, desde que se apercibió del movimiento del «Huáscar,» se alejó a toda fuerza con rumbo al sur, a la vez que la Independencia, algo recostada a una banda, permanecia en el mismo lugar.»
 
VERSIÓN DEL SUBALTERNO. 
 
«No es menos falso tambien lo que usted dice respecto de la aproximación del Huáscar al lugar del siniestro, pues este buque se avistó dos horas después, ya cuando estaba la tripulación de la fragata en tierra. Pudiera suceder, sí, que el justo temor que usted abrigase con tan negra perspectiva, unido al pánico que en el Covadonga, se difundiese a la vista de las averias sufridas o a la duda que sobre la pérdida total de la Independencia tuviesen usted i los suyos, lo hiciesen padecer una ilusión óptica en esos momentos de despavorida fuga. 
 
Resumiendo, pues, todo  lo espuesto, es falso, calumniosamente falso, que usted se hubiese entendido conmigo en el combate i después del combate, que huyó del  combate a la aproximación  del «Huáscar,» el cual, como consta de documentos fehacientes, se avistó dos horas después de haberse marchado usted; i que ya que una fatal casualidad favoreció su salvación i la de su buque, ha debido ser usted mas moderado en su parte oficial i respetar el valor i patriotismo de los que siempre generosos, aun con los enemigos desleales, le habrían hecho a usted justicia si la suerte no les hubiese sido adversa en medio de su indisputable victoria.»

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 314.

1 comentario:

  1. Es increíble la desesperación del periódico peruano de deformar el absoluto heroísmo y entero sacrificio de los combatientes chilenos que hizo enmudecer a los testigos de tierra firme ante esta confrontación con capacidades letalmente desiguales por principio entre ambos buques de guerra,donde los diversos testimonios de las delegaciones extranjeras apostadas en la rada de Iquique para aquella memorable fecha del 21 de mayo de 1879 confirmaron de que inmortal valor estaban revestidas las voluntades de la tripulación chilena de La Esmeralda,los mismos testigos tanto peruanos como extranjeros que confirmaron que La Esmeralda sucumbió con la bandera al tope sin rendirla jamás,de la misma forma se confirma que aún La astillada Esmeralda ya herida y poco antes de sucumbir en las aguas de Iquique y en la forma mas altanera y sobervia jamás vista,se dejó escuchar sobre el escenario del puerto el último tronar de un agónico cañonazo que no solo retumbó sobre los cerros de Iquique,sino que en lo mas profundo de la conciencia de los presentes,retumbó en los corazones sobrecogidos de cada testigo ante este escenario jamás igualado,tal cual lo descrito aquí es lo enunciado en los diarios del mundo y descrito de puño y letra de las distintas comisiones extrajeras que dieron testimonio de ello.

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