martes, 4 de mayo de 2021

El Combate de Iquique (Version peruana)

 [Oleo del Combate Naval de Iquique, obra de Thomas Sommerscales]
 
De un boletín de EL COMERCIO de esta plaza, publicado al dia siguiente del gran combate, tomamos la narración que trascribimos: 
 
«A las 7 i 15 de la mañana se avistaron dos buques que venían del Norte, a los cuales todos suponían ser enemigos. Uno de ellos avanzó hacia el Oeste del puerto, tomando poco después rumbo al fondeadero. 
 
En el acto se pusieron en movimiento la Esmeralda, la Covadonga, i el trasporte Lámar que sostenían el bloqueo de este puerto. Como los dos buques que asomaron despedían mucho humo, sospecharon, sin duda, los bloqueadores que eran de los suyos. Sin embargo, para cerciorarse mas, se dirijieron hacia el que veian entrar por el Oeste. 
 
Reconocido que fué el Huáscar, que era el primero que hizo proa a nuestro puerto, la Covadonga se acercó al trasporte Lámar i le dio orden de irse al Sur a toda máquina. El Lámar con toda fuerza tomó el rumbo que se le había indicado. 
 
Mientras esto tenia lugar, el Huáscar izando un hermoso pabellón peruano, disparaba el primer cañonazo sobre la Esmeralda, que a su regreso, después de reconocer nuestros buques, se entró al fondeadero para impedir que el Huáscar, por no dañar a la población, le hiciese fuego. 
 
La Independencia avanzó hacia el Sur, con el objeto de impedir que la Covadonga, que tiene muí buen andar, se le escapase. Fué entonces cuando se trabó un combate recio por nuestra parte i desesperado por la del enemigo, que ha demostrado un heroísmo espartano. 
 
Jaqueada la Esmeralda por el Huáscar, que la perseguía en las lijeras evoluciones que ella hacia, entre nuestra rada i el Colorado, único trayecto que pudo recorrer, porque no tenia escape, ni al Norte ni al Sur, el monitor le hacia fuego por elevación, a fin de lograr que la corbeta se rindiese. Que desde el principio fué ese el objeto del valiente comandante señor Miguel Grau, lo prueban las bombas i balas rasas que reventaron en el cerro de Huantaca, i en el que está frente a la casa del señor Williamson. 
 
La Esmeralda sostenía el fuego con un tesón admirable, haciendo certeras punterías a flor de agua i por elevación; pero el Huáscar le respondía de tarde en tarde a fin de no dañarla. En uno de los movimientos de la corbeta chilena, se puso frente i muí cerca de la estación del ferrocarril. Entonces el señor jeneral Buendia que, para todo caso hizo colocar la artillería de campaña por ese punto, ordenó que rompiese esta el fuego sobre el buque, chileno, i que igual cosa hiciesen los soldados. En efecto, las cuatro piezas de a 9 empezaron a hacer un fuego pronto i certero, al cual contestó la corbeta con una andanada i con tiros de fusilería tan sostenidos, que parecían los de dos ejércitos numerosos que se baten encarnizadamente. 
 
Después de sesenta cañonazos de tierra, mas o menos, se consiguió desalojar a la Esmeralda, que buscaba, siempre haciendo fuego, la salvaguardia de la población para no perderse. 
 
Mientras tanto, la Covadonga huia i huía a toda máquina hacia el Sur, recibiendo los constantes tiros que la Independencia le hacia i correspondiéndolos con denuedo i buen éxito. Hubo un momento en que se creyó perdida la Covadonga. Entonces hizo rumbo al interior de la caleta de Molle, siempre combatiendo. 
 
Mal manejada la Independencia; no conocedor, sin duda, su comandante de esa bahia i sus malos bajos, i, por otra parte, deseando tomar el buque sin causarle grave daño, emprendió su persecución. 
 
Pero sucedió que, en vez de tomar rectamente al Sur para ganarle la vanguardia a la Covadonga, que, dentro de Molle, tenia que describir una semi-circunferencia para verse fuera de la ensenada, el blindado peruano tomó la retaguardia i emprendió la persecución del buque enemigo, el cual, mui pegado a la costa, daba todo su andar a la máquina para lograr la fuga. Tanto se acercó a la playa, que la guarnición que está en Molle le hizo fuego de fusilería, al que la Covadonga contestó inmediatamente. 
 
El combate entre el Huáscar i la Esmeralda habia tomado mas calor, haciéndose ya insostenible por parte del buque chileno, cuyas averías principiaban a ser de consideración. 
 
Fué entonces cuando el comandante Grau vio llegado el momento supremo. 
 
Fuera de tiro de cañón la Covadonga, que huia sin que pudiera darle caza la Independencia,, i viendo que se prolongaba el combate, decidió ponerle fin con un acto de heroísmo. 
 
Cuando la Esmeralda, estaba frente al Colorado, al Norte de este puerto, le arremetió el Huáscar con su espolón, descargándole antes dos cañonazos que inutilizaron algunas piezas del enemigo. La corbeta principió a hacer agua. Al habla ámbos buques, el comandante Grau intimó rendición a la Esmeralda; pero el jefe de la corbeta chilena se negó a arriar su bandera. 
 
Viendo el señor Grau que era inútil toda consideración, arremetió por segunda vez con su buque a la Esmeralda, que entonces, como anteriormente, no habia cesado de descargar sus cañones. 
 
En este segundo choque se desconectó el eje de la maquinaria de la corbeta chilena i una bala del monitor le mató treinta i seis hombres. 
 
Era preciso que se diese fin a un drama tan sangriento i que no reconoce ejemplo en la historia del mundo. 
 
Asi fué. 
 
A una evolución de la Esmeralda, en que presentó hacia el Suroeste su costado de estribor, le acometió por tercera vez el Huáscar con su ariete, descargándole dos cañonazos. Uno de éstos le llevó por completo la proa, por la cual principió a hundirse. 
 
Fué en este tercer choque cuando el comandante Prat de la Esmeralda, saltó, revólver en mano, sobre la cubierta del Huáscar gritando: ¡Al abordaje, muchachos! Lo siguieron un oficial Serrano, que llegó hasta el castillo, en donde murió, un sarjento de artillería i un soldado. Todos estos quedaron en la cubierta muertos. Prat llegó hasta el torreón del comandante, junto al cual estaba el teniente S. Velarde, sobre el que hizo tres tiros, que le causaron la muerte. 
 
Entonces un marinero acertó a Prat un tiro de Comblain en la frente, destapándole completamente el cráneo, en cuyos sesos quedaron desparramados sobre cubierta. 
 
Mientras esas sangrientas escenas tenían lugar sobre la cubierta del Huáscar, la Esmeralda desaparecía. En efecto, se inclinó hacia estribor, que fué por donde el ariere la cortó, i algunos segundos después se hundió siempre de proa. El pabellón chileno fué el último que halló tumba en el mar. 
 
La Esmeralda era una especie de almacén o depósito de la escuadra chilena en que se encontraba víveres, armamento, municiones i otros recursos de todo jénero. No es, pues, estraño que después de haberse hundido, se haya visto a flote cajones de distintas clases i tamaños. 
 
Al hundirse la Esmeralda, un cañón de popa, por el lado de estribor, hizo el último disparo, dando la tripulación vivas a Chile. 
 
El combate concluyó a las 11.45 A. M. 
 
Después de la catástrofe, que apagó los gritos de entusiasmo con que desde el principio eran saludados los tiros del Huáscar por el pueblo i el ejército, siguió el estupor i el silencio en todos. 
 
La impresión que en los habitantes de Iquique produjo el hundimiento del buque enemigo pudo mas que la alegría, i la apagó. 
 
¡Tremendos misterios del corazón humano! 
 
Mientras que al Norte de Iquique el triunfo ponia fin a mi espantoso drama, al Sur tenia lugar otro inesperado. 
 
Forzando su máquina la Independencia, pudo dar caza a la Covadonga, que iba completamente destrozada. Se puso al alcance de ella frente a Punta Grande, que dista como nueve millas i algo mas de este puerto. A pesar de su mal estado, la Covadonga hacia fuego de cañón i de rifle. Entonces el comandante Moore resolvió pasarla por ojo, e hizo que su buque orzara para verificar la operación. Desgraciadamente cuando esta maniobra tenia lugar, el blindado chocó por el costado de babor en una roca, abriéndolo e inclinándolo de ese lado. En el acto se esparció el desaliento i la confusión. Se echaron botes para salvar la jente, i la que no tuvo embarcaciones, se arrojó a nado para ganar la playa.» 
 
MODESTO MOLINA 
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De esta narración hemos suprimido la última parte por ser de poco interés i hallarse escrita bajo la impresión que produjo en los peruanos la pérdida de la Independencia.
 
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 310.
 

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