sábado, 8 de mayo de 2021

"Los prisioneros de Iquique i el «Peruano»" (Editorial del Diario Oficial de Chile)

 [Oleo de Thomas Somerscale del hundimiento de la Esmeralda en el combate naval del 21 de mayo]
 
Mediante los buenos i jenerosos oficios de la legación británica, el Gobierno ha tenido la satisfacción de saber que los marinos de la Esmeralda, prisioneros en Iquique, son tratados por las autoridades de aquella plaza con las atenciones i miramientos a que les dan derecho su condición de tales prisioneros i las reglas mas elementales de toda guerra civilizada; i al contestar al honorable señor Drummond la nota en que tan gratas informaciones se sirve trasmitir, nuestro Ministro de Relaciones Esteriores ha rendido el debido homenaje a los que observando semejante conducta, se honran a sí mismos i contribuyen a atenuar en cuanto es posible las calamidades i dolores de la lucha. 
 
Desgraciadamente, ese respeto por la persona de nuestros prisioneros no es tan jeneral como debiera por parte de las autoridades peruanas, i no todas éstas lo comprenden i practican bajo su faz mas importante i elevada. 
 
Pruébanlo así las ya frecuentes i siempre innobles i odiosas publicaciones que hace el diario oficial del Perú, cuya palabra i responsabilidad no pueden ser distintas de la palabra i responsabilidad moral de aquel Gobierno. 
 
Últimamente ha prohijado ese diario, con especiales i calorosas recomendaciones i aun avanzándose a garantir la palabra del que es su autor, una carta anónima fechada en Arica, que con razón ha sublevado en nuestro pais la indignación pública i que aun los hombres mas serenos e imparciales no han podido leer sin lástima i rubor i con lejítima repugnancia. 
 
El autor de esta carta asevera, con evidente falsedad i triste impudencia, que ha recojido datos referentes al combate de Iquique entre los mismos prisioneros de la Esmeralda, i en seguida pone en boca de algunos de estos, i mui particularmente en la del teniente Uribe, segundo jefe de la nave, relaciones que son infamantes para aquellos a quienes se atribuyen, puesto que están dirijidas a mancillar el honor militar de los bravos que cayeron en la refriega, cumpliendo como buenos con su deber. 
 
Al reproducir i recomendar con calor aquel indigno escrito, el Gobierno del Perú, cuya palabra lleva el diario oficial, se ha hecho reo de irrespeto a los muertos i a los prisioneros de Iquique, i ha violado en la persona de estos últimos una de las prácticas que caracterizan mas jenuinamente a un belijerante, esto es, la consideración por los prisioneros i los especiales miramientos con que ellos deben ser tratados, sin perjuicio de su seguridad. 
 
Cuando el código de la guerra civilizada dice que es prohibido ultrajar a los prisioneros (i es este el lenguaje que emplean, entre otros, los códigos de guerra francés i americano), se entiende que prohibe a todo belijerante civilizado no solo cualquier exceso material, como el de las prisiones excesivas, el confinamiento a climas malsanos o el trabajo indecoroso i desproporcionado, sino mui principalmente todo ultraje dirijido contra el honor militar del prisionero, sus convicciones i sentimientos patrios i la sagrada inmunidad a que su pensamiento i su palabra tienen derecho mientras esté privado de su libertad. 
 
Este jénero de respeto, infinitamente mas digno i mas obligatorio que el que se demuestra por otros medios, es el que ha atropellado indecorosamente i en mas de una ocasión el Gobierno que funciona en Lima, al permitir que su diario oficial denigre con odio cobarde i con torpeza insigne, no solo aquellos de sus enemigos ya consagrados por el sacramento de la muerte, sino también a los mismos prisioneros que tiene en su poder i de cuya vida i honor es él el primer responsable. 
 
Afortunadamente aquella denigración es tan torpe que ella misma se inhabilita i, por lo que es peor aun, se castiga por propia mano. Lo que el Gobierno del Perú ha garantizado, según se ve en el artículo de su diario oficial que en seguida reproducimos, es su propio desmentido i la infamia de que al tenor del relato de Arica, se han cubierto sus marinos del Huáscar. 
 
Su propio desmentido, porque no es natural que sobre un solo hecho hayan dos versiones contradictorias i al mismo tiempo exactas; i respecto del combate de Iquique aquel Gobierno ha acojido i publicado, primero el parte oficial del comodoro Grau que comprueba la valentía i heroísmo de los marinos de la Esmeralda, i luego la carta de Arica que desconoce tales rasgos i pretende hacer de ellos un objeto de burla i escarnio. 
 
Ahora bien, o el parte es mentiroso, o es mentirosa la carta; i como ambos son oficiales, resulta que el Gobierno del Perú se desmiente a sí mismo. 
 
Luego a ser cierto, como lo afirma la palabra garantida por ese mismo Gobierno, que «la mayor parte» de la oficialidad i tripulación de la Esmeralda fugaron i se lanzaron al agua antes de la embestida del Huáscar, ¿cómo se esplica que de doscientos soldados i marinos que habia en la nave solo salvaron cincuenta? ¿Qué se hicieron los demás, «la mayor parte.» ¿Los cañoneó el Huáscar, los dejó ahogarse? 
 
Si el heroico Prat i sus tres o cuatro compañeros de heroísmo «saltaron involuntariamente» (!!) sobre el Huáscar i fueron allí a rendirse llenos de pavor i aturdimiento, ¿cómo es que en vez de prisioneros resultan muertos? ¿Qué nombre merecen esos marinos peruanos que reciben a balazos a los enemigos que van a rendirles sus espadas? 
 
Se dice que el comandante Grau «no se daba cuenta» de lo que pasaba i tomó así por agresión lo que era simple acto de pavor i rendimiento. 
 
Es inconcebible cómo un Gobierno se permite difamar de este modo a los mismos a quienes ha entregado una espada para la defensa de su causa. Porque un marino que «no se da cuenta» de lo que pasa sobre la cubierta de su buque en la hora del combate i que manda a 400 hombres hacer fuego o resistencia contra cuatro enemigos que caen a sus pies rendidos, será todo lo que se quiera, menos el marino esforzado i aun heroico, el marino intelijente i sereno a quien ese mismo Gobierno i la prensa de Lima acaban de acojer con aparato de triunfo. 
 
Hé ahí como el Gobierno de Lima espia con harto deshonor suyo i vergüenza para sus mejores servidores, las ya frecuentes indignidades de su órgano en la prensa. Con la torpeza propia de un odio desatentado i cobarde, ese diario no hace sino arrojar lodo i cubrir de baldón i de ignominia a su propio pais i Gobierno, cada vez que pretende, aunque en vano, adulterar con envidioso criterio la ya histórica verdad de los gloriosos sucesos de Iquique. 
 
Hecha ya a las autoridades de aquella plaza la justicia que les corresponde, el Gobierno de Chile cumple con el deber no menos sagrado de protestar contra la vil detractacion de que por parte del diario oficial del Perú son objeto los bravos marinos de la Esmeralda, a quien el naufrajio puso en manos del enemigo, i denuncia con lejítima indignación, como otras tantas violaciones de la lei de la guerra i como un innoble olvido de lo que se debe al valor i a la desgracia, las publicaciones que aquel diario hace directamente o las ajenas que prohija, con el miserable objeto de mancillar el honor o de amargar aun mas la triste situación de nuestros marinos.

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 313.

1 comentario:

  1. Qué otra cosa podría esperarse de los peruanos de entonces que, por un lado hablaban con Chile y, por otro, confabulaban con Bolivia contra Chile.

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