jueves, 4 de febrero de 2021

Parte oficial de Urizar Garfias sobre las batallas de Chorrillos y Miraflores

 [Ilustracion de José Silvestre Urizar Garfias]

Rejimiento Talca.
 
Callao, enero 25 de 1881.
 
Señor coronel:
 
Tengo el honor de dar cuenta a US. de las operaciones practicadas por el rejimiento de mi mando, en las batallas de Chorrillos i Miraflores, en los días 13 i 15 del corriente mes.
 
En el plan acordado en el campamento de Lurin para atacar las fortificaciones que defendían la ciudad de Chorrillos, se designó al cuerpo de mi mando para operar en unión del rejimiento Atacama, contra los dos morros en que la primera fila enemiga apoyaba su derecha.
 
Debiendo tener lugar el ataque en la madrugada del 18, el dia anterior, a las 5 P. M., abandonamos el campamento de Lurin con dirección a Chorrillos, marchando el Talca a retaguardia del Atacama como se me ordenó.
 
En esta jornada, que se practicó con las precauciones consiguientes a la proximidad del enemigo, no ocurrió nada denotable.
 
A medía noche acampamos a distancia próximamente de 4,000 metros de los puntos que se debian atacar.
 
Después de tres horas de reposo, el rejimiento desplegado en batalla comenzó a estrechar la distancia que lo separaba del enemigo, hasta llegar a las 4 A. M. a las faldas de los mencionados morros i a unos 500 metros de sus fortificaciones. Pocos minutos despues, el morro de la derecha rompió sus fuegos de fusilería i ametralladora sobre el ala izquierda de nuestra línea, estendiéndose progresivamente hacia el lado opuesto hasta comprender toda nuestra linea de batalla.
 
Contestados al punto los fuegos por el rejimiento Atacama que se encontraba a unos 50 pasos a nuestra vanguardia, ordené a los mios que avanzaran en orden disperso sin disparar un tiro hasta llegar a la línea que formaba, en el mismo orden, aquel cuerpo.
 
Practicado este movimiento, toda la línea comenzó a avanzar de frente hacia las posiciones enemigas, sosteniéndose durante 20 minutos un fuego bastante nutrido por ambas partes.
 
Al fin de este tiempo, comenzó a notarse que las trincheras del morro de la derecha enemiga, amagadas ya de cerca por el 2.° batallón del rejimiento de mi mando, i el 2.° Atacama, apagaban paulatinamente sus fuegos, haciéndose estos mas nutridos en nuestra derecha. Pocos momentos después, cuando la claridad del dia permitió percibir con claridad los objetos, se vio todo dicho morro coronado por los nuestros. Entretanto el primer batallón del Talca, que escalaba con el 2.° Atacama el segundo morro, mucho mas empinado que el primero, se encontraba a media falda, recibiendo el fuego del enemigo.
 
Considerando que un ataque simultáneo por vanguardia i retaguardia de dicho morro aceleraría la victoria, reuní en la falda opuesta del primer cerro las fuerzas disponibles que quedaban del batallón que lo habia atacado, para guiarlas por la espalda del segundo.
 
El éxito no se hizo esperar; pues en poco tiempo más (seis i media próximamente) los estandartes del Talca i el Atacama, que habian hecho la ascensión juntos, se vieron flamear en las trincheras enemigas.
 
Tras de aquellas formidables posiciones quedaban aun muchas otras i era preciso seguir adelante, a pesar del cansancio de la tropa. Guié una parte de ésta hacia nuestra izquierda, siguiendo la otra por la derecha, en apoyo de los cuerpos de la segunda brigada que operaban contra las fortificaciones que defendían los valles de uno i otro costado. Por ambos flancos, las fuerzas de mi mando prestaron a los nuestros un eficaz autilio.
 
A las 10 A. M. las fuerzas de nuestros combatientes estaban casi totalmente agotadas i el morro Solar, último baluarte del enemigo, se divisaba aun cubierto de jente que lanzaba sobre la nuestra una lluvia de balas i metrallas.
 
La situación por ambos lados era bien difícil.
 
Los pocos soldados de diversos cuerpos, entre los cuales habian muchos del Talca que sostenían el fuego de la derecha (no pasarían de doscientos) tuvieron que abandonar la posición arrancada poco antes al enemigo i que éste recuperó.
 
En la izquierda recibí orden de flanquear con los 50 hombres que llevaba, el morro Solar; pero esta operación fué también infructuosa por las escasas fuerzas de que podia disponer i los que la emprendieron se vieron en peligro inminente de ser cortados por el enemigo.
 
Afortunadamente, la llegada al campo de batalla de algunos de los cuerpos de la tercera división, vino a decidir la derrota del enemigo.
 
En el combate que tuvo lugar dos dias después en Miraflores, el cuerpo de mi mando se puso en movimiento del campamento que ocupaba al norte de Chorrillos a la 1 P. M., por orden del señor coronel jefe de la primera división. Pocas cuadras habia recorrido cuando se sintió que el fuego se habia roto por el enemigo atrincherado al sur de Miraflores i la tercera división de nuestro ejército colocada al frente de él.
 
La proximidad del lugar del combate era tal que las balas llegaban hasta nuestras filas.
 
En estas circunstancias recibí orden de redoblar la marcha del rejimiento, haciéndolo avanzar de frente pera atacar el ala izquierda del enemigo. En cumplimiento de esta orden el rejimiento avanzó paralelamente a la línea enemiga, recorriendo al frente de ella i a una distancia de 800 a 900 metros, recibiendo por consiguiente sus fuegos hasta tomar su colocación. Hecho esto, el combate siguió hasta las cuatro próximamente de la tarde, hora en que abandonando sus trincheras el enemigo, se declaró en derrota.
 
Adjunto a US. la lista nominal de los señores jefes, oficiales e individuos de tropa que ha tenido el rejimiento en las batallas referidas; debiendo prevenir a US. que entró a la de Chorrillos con el efectivo de un mil ochenta i cinco hombres, i a la de Miraflores con el de setecientos ochenta i seis.
 
Las bajas entre muertos i heridos en Chorrillos suman 299 i en Miraflores 68.
 
Me es doloroso tener que consignar entre las once bajas de jefes i oficiales la del teniente coronel segundo jefe señor Carlos Silva Renard, herido de muerte al comenzar la batalla del 13, i la del entusiasta i distinguido joven subteniente Francisco R. Wormald, que cayó víctima de su arrojo mientras combatía en las filas mas avanzadas.
 
Al señor Silva Renard debe el rejimiento Talca en mucha parte su buena organización i disciplina, i su prematura muerte afecta no solamente al cuerpo que formó i a la provincia que depositó en él su confianza, sino al ejército en jeneral, que pierde a un jefe distinguido.
 
En conclusión, tengo la satisfacción de decir a US. que el cuerpo de mi mando ha correspondido a la confianza que la provincia de Talca depositara en él i a la justa espectativa del país i del gobierno. La mejor recomendación que debo hacer de él es que jefes, oficiales i tropa han cumplido dignamente su deber.
 
S. URÍZAR GÁRFIAS.
 
Al señor Coronel, jefe de la 1. ª brigada de la l. ª división.
 
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 999.
 

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