Comandancia en jefe de la 1.ª división.
Señor Jeneral:
Tengo el honor de trascribir a US. el siguiente parte, pasado por el señor coronel Jefe de Estado Mayor de la división de mi mando, sobre la brillante jornada de Miraflores, que concluyó con el poder militar del Perú, dándonos libre acceso a la ciudad de Lima i a la plaza fuerte del Callao:
«Me cabe el honroso deber de dar cuenta a US. de los hechos que tuvieron lugar en la gloriosa i decisiva victoria obtenida en la batalla de Miraflores, que ha dado por resultado la mas completa destrucción del ejército peruano, que por segunda vez osó desafiar el conocido esfuerzo de los valerosos hijos de Chile.
«Estando acampado a inmediaciones de Chorrillos el dia 15 del actual, a las 12 M. recibí órdenes de US. para mover nuestra división en dirección a Miraflores, punto en que se encontraba el enemigo, tras de trincheras parapetadas de antemano. Llegando al pueblo de Barranco se hizo alto i se esperó órdenes para tomar la colocación que debíamos ocupar i que aun no se habia designado.
«Descanzamos sobre las armas i se esperó allí hasta las 2 P. M., hora en que se rompieron los fuegos por el enemigo.
«En el acto recibí orden de US. para dar colocación a algunos cuerpos de la división a la derecha de los que ya estaban colocados en línea de batalla. En su cumplimiento dirijí al 2.° de línea que entró en batalla bajo un vivísimo fuego,a causa de que el enemigo tenia ya al frente sus batallones parapetados en fuertes trincheras.
«Practicado esto, pasé a colocar los rejimientos Chacabuco i 4.° de línea, que US. mandó para protejer la derecha, por cuanto el enemigo amenazaba cortarnos por ese flanco. El jefe de la 2.ª brigada, señor coronel don J. D. Amunátegui, entró resueltamente en línea de batalla con estos dos cuerpos, a pesar del nutrido fuego que hacia el enemigo. No obstante esto, fuerzas peruanas en número considerable trataban deenvolver nuestra ala derecha; pero en este momento me mandaba US. el rejimiento Coquimbo, que al mando de su jefe el comandante don Marcial Pinto A., se formó en batalla en medio de las balas enemigas i desfilando con la izquierda a la cabeza, que dirijia su bravo i pundonoroso jefe, i tan pronto como hubo terreno di orden que entrase en línea, lo que efectuó con precisión admirable i contuvo el avance que por ese flanco hacia el enemigo, apoyado por artillería de grueso calibre que tenia en fuertes i por una columna de caballería que amenazó nuestra derecha. En este momento se presentó el rejimiento de Carabineros, al mando de su estusiasta jefe, comandante don Manuel Búlnes, quien cargó al enemigo aunque sin resultado práctico a causa de las murallas i de haberse retirado las fuerzas de caballería; dio esta carga tal aliento a nuestras tropas, que atacaron con denuedo al enemigo, pronunciándose desde ese momento la derrota en el ala izquierda enemiga, i según parece, en toda la línea, pues ya no hubo que hacer sino perseguir la derrota hasta un fuerte que, con gruesa artillería i formidables trincheras, hai no lejos de San Bartolomé. Allí hizo alguna resistencia el enemigo; pero no fué sino para aumentar sus víctimas, que fueron numerosas, según US. tuvo ocasión de verlo.
«A este fuerte, se a dicho en obsequio de la verdad, llegaron reunidas fuerzas de todas las divisiones, escepto la 2.ª que operaba por el lado de Monterrico.
«Aquí, por orden del señor Jeneral en jefe, se tocó retirada, acampando esa noche en la hacienda de la Palma.
«Espléndido triunfo, señor Comandante en jefe, fué el que se obtuvo en este dia memorable, i por segunda vez la división de su mando tuvo una parte tan importante, que bien lo demuestra el gran número de bajas que ha sufrido entre sus jefes, oficiales i tropas en sus ya tres veces diezmadas filas, como lo verá US. en las listas adjuntas.
«Aunque en la batalla de Miraflores entramos con reducido número de jefes i oficíales, otra vez tenemos que lamentar numerosas pérdidas; pero ninguna es comparable con la del ilustre coronel don Juan Martínez, que por su modestia, su bravura jamas desmentida i su ejemplar conducta militar, tenia el amor de todos sus compañeros de armas, i la patria una segura columna de orden i lealtad.
«Omito señor, comandante en jefe, recomendaciones especiales, porque US. sabe mejor que yo, que todos cumplieron su deber, según mi opinión, a satisfacción de US. i de la patria; pues en toda la división de su mando no he visto otra cosa que la mas noble emulación por merecer el honroso nombre de hijos de Chile.»
Durante el combate de Miraflores, lamenté la ausencia en mi división del rejimiento de Artillería de Marina, del batallón Melipilla i de la brigada de artillería de montaña que tan brillantemente se habia comportado en la batalla de Chorrillos; pues al disponer que avanzaran, se me comunicó por uno de mis ayudantes que el señor Jeneral en Jefe habia dado orden para que estos marchasen por retaguardia en protección de nuestra derecha, no alcanzando los dos primeros a entrar en combate.
En Miraflores, como en Chorrillos, los diversos cuerpos de mi división, a los cuales se habia agregado el batallón Quillota, llegado a última hora al campo de la acción, dieron un brillantísimo ejemplo de valor i disciplina, notándose particularmente por su arrojo los señores jefes i oficiales.
Entre las primeras víctimas de su estusiasmo, por alentar a las tropas de su mando, cayó mortalmente herido en el campo de batalla el ilustre coronel don Juan Martínez, comandante en jefe de la primera brigada de la división, cuya pérdida nunca será bastante sentida por el ejército i el país.
Estoi cierto que el aprecio de sus conciudadanos i de sus compañeros de glorias i de fatigas, le acompañarán siempre en el grato recuerdo de sus virtudes, sirviendo ellas de estímulo i ejemplo para sus compatriotas.
La victoria de Miraflores costó a la división de mi mando, ademas de la pérdida del coronel Martínez, la de cincuenta i dos jefes i oficiales i seiscientos ochenta i seis individuos de tropa.
A las fuerzas de mí división correspondió el honor de asaltar i tomar a la bayoneta dos fuertes en los cuales el enemigo tenia cañones de calibre de cien libras.
Debo hacer notar a US. una especial recomendación de mis ayudantes, sarjento mayor don Vicente Subercaseaux, que se me presentó en los primeros momentos del combate, i capitán don Enrique del Canto, los cuales fueron heridos cuando cumplían mis órdenes, i los sarjentos mayores don Juan N. Rojas, Agustín Fraga i capitán don Elias Yáñez.
Destruidas las fuerzas del ejército peruano en las memorables jornadas de Chorrillos i Miraflores, recibí orden para marchar en la madrugada del 18 del presente mes a tomar posesión de la plaza fuerte del Callao, la que se efectuó el mismo dia, entrando a ella con el señor Ministro de la Guerra, sin que sé nos opusiera resistencia alguna; antes por el contrario, fueron recibidas nuestras tropas con las mayores muestras de júbilo.
Acompaño a US. las listas nominales de muertos i heridos.
Dios guarde a US.
P. LYNCH.
Al señor Jeneral jefe de estado mayor jeneral.
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 997.
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