miércoles, 6 de enero de 2021

Parte oficial de la expedición a Tana en persecución del enemigo después de la batalla de Tarapacá

 [Fotografia de Tomás Yavar]
 
Tana, Diciembre 9 de 1879.
 
Señor General en Jefe.
 
Tengo el honor de dar cuenta a V. S. del desempeño de la comisión que se sirvió encomendarme con fecha 5 del presente.
 
En conformidad con las instrucciones contenidas en el pliego que me fue entregado por el señor comandante Zubiría, y por las verbales que me fueron comunicadas por este jefe, me puse en marcha el día 6, con 300 hombres de caballería, desde Tiliviche, a las 3 P. M., en dirección a Tana, a cuyo lugar llegamos a las 5 P. M. Pernoctamos en este punto, y a las 5 A. M. del siguiente día seguí el itinerario fijado, habiendo llegado a Turiza a las 9 A. M.

Por informes recogidos ahí, supimos que el enemigo se hallaba en Suca, a tres leguas de este punto. Como estos datos no merecieran completo crédito, y por no apartarme del itinerario fijado de antemano, creí conveniente mandar en la tarde una partida de exploración para que, regresando en la misma noche, me trajera noticias, y si era cierto que el enemigo se encontraba ahí, ponerme en marcha inmediatamente y sorprenderlo al amanecer en sus posiciones. Desgraciadamente, a consecuencia de un error en la apreciación de las distancias, los exploradores no regresaron sino en hora inoportuna para llevar a cabo la sorpresa que les preparábamos, y con noticias de que la fuerza que allí había, que no era otra que la custodia de un convoy de víveres para el enemigo, había dejado el lugar en dirección a Camiña, lo que me hacia presumir que el enemigo se encontraba ahí. Inmediatamente emprendí la marcha, tratando de cortarlo en el camino. Al llegar a las alturas de Calatambo, una avanzada enemiga, que se hallaba en la quebrada y que nos había divisado, emprendió la fuga, por el lado opuesto. A pesar de la inmensa distancia que nos separaba y de las insuperables dificultades que ofrecía el terreno, destaqué dos mitades de caballería en su persecución, con el ánimo de hacer algún prisionero, y, por este medio, obtener los datos que necesitaba. La persecución fue tan tenaz que se alcanzó en parte el objeto que deseábamos; pues a la 4:15 P. M. regresó la fuerza, trayendo al prisionero Máximo Flores, que remito a V. S., quien suministró los informes que verbalmente dará a V. S. el señor comandante Zubiría. Resultando de éstos que el enemigo se había movido de Camiña para Suca en la mañana del 8 y que debía llegar a este lugar al anochecer, me pareció indicado como el movimiento más natural, avanzar en la noche sobre Suca para sorprenderlo ahí.
 
Al efecto, situé mis fuerzas en las alturas de Calatambo sobre el camino de Suca, y a las 11:30 P. M. emprendí la marcha tomando todas las precauciones para que no se malograra mi plan. Llegué a la boca de la quebrada de Suca a las 4:30 A. M. en donde hice las exploraciones convenientes para cerciorarme si efectivamente estaba allí el enemigo; pero al aclarar tuvo ocasión de convencerme de que no había ahí fuerza ninguna y de que, a consecuencia de la persecución hecha a la avanzada enemiga en Calatambo, la división que venía en marcha sobre Suca había cambiado de rumbo internándose por la quebrada que conduce directamente a Camarones.
 
Después de una jornada de doce leguas y de la trasnochada, tuve que venir a Tana, lugar que ofrece recursos en abundancia para hacer descansar la tropa y reponer la caballada.
 
En resumen, señor general, parece evidente que el enemigo se retiró de la provincia de Tarapacá en dirección a Camarones, que no lleva artillería según consta de las declaraciones del prisionero y de los pormenores que da sobre este asunto.
 
Otros detalles que no estimo de importancia y que apoyan la creencia que dejo expresada, dará a V. S. el señor comandante Zubiría, quien los ha recogido con tal objeto.
 
Dios guarde a V. S.
 
TOMAS YAVAR.
 
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1885, P. 492.
 

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