[Fotografia de Benjamin Vicuña Mackenna]
(Crónica del 24 de Febrero.)
El embarque del batallón 3.° tuvo lugar ayer, a las cuatro i media de la tarde, en medio de un jentío mas numeroso todavía que el del dia anterior.
Para presenciar el embarque era preciso tomar algún bote, a menos que con mucha anticipación se hubiese apoderado de un lugar de preferencia. Murallas inespugnables de cuerpos humanos cerraban completamente el malecón en un largo espacio. Por mar se veia una flota de embarcaciones llenas de jente, que aguardaban el momento de la partida para acompañar a la tropa.
Como otras veces, el señor Ministro de la Guerra presidió el embarque desde el mismo muelle, lo mismo que el Inspector Jeneral del Ejército, el Comandante Jeneral de Armas i muchos otros militares i funcionarios públicos.
La tropa salió en seis lanchas, a las cuales dio remolque, a medida que salían del muelle, la lancha a vapor Nelly.
Las últimas salieron con una flota de botes llenos de jente, que se agarraron a las lanchas i fueron remolcados en convoi.
Mientras tanto a bordo ya estaba invadida la cubierta del vapor por las almaradas, i sus inseparables niños, por algunos enganchados, por una parte de la tropa i muchos paisanos, entre los cuales se encontraban don Isidoro Errazuriz i don Benjamín Vicuña Mackenna, que iban con el propósito de dirijir a la tropa algunas palabras patrióticas de aliento i despedida.
A las cinco i media de la tarde ya no se podia dar un paso en el vapor, a pesar de que muchos se quedaron en los botes por las dificultades que ofrecía el embarque.
A esa hora salían también los últimos soldados, i poco después les dirijia la palabra, palabra ardiente i llena de entusiasmo patrio, de sentimiento fraternal, el elocuente orador don Isidoro Errázuriz, haciéndoles comprender la importante misión que iban a desempeñar. No pudimos oír bien el discurso del señor Errázuriz, pero sí oimos los aplausos i vivas que a cada momento arrancaba de la tropa i demás espectadores.
En seguida habló don Benjamín Vicuña Mackenna, también en medio de ios aplausos de la tropa i el pueblo. Hizo una pequeña i oportuna historia del 3.° de Arauco, que mas tarde fué el glorioso «Carampangue,» que siempre fué el batallón reservado para decidir de las batallas. Refirió varios episodios que produjeron en la tropa entusiasmo, aplausos i vivas.
Por fin, hizo uso de la palabra el señor Comandante Jeneral de Armas, don Eulojio Altamirano, i desde el puente del buque dio un sentido adiós a la tropa, en nombre de S. E. el Presidente de la República, de los que se hallaban allí reunidos i en el suyo propio. Tuvo pensamientos felices, inspiraciones de verdadero patriotismo.
Fué aplaudido como los anteriores, i creemos que esas palabras habrán quedado gravadas en el corazón del soldado chileno, tan amante siempre de sus glorias militares.
El adiós al 3.° ha sido tan tierno i entusiasta como el que se dio a la tropa que le precedió.
El Limarí ha salido llevando un buen continjente de tropas i recursos a los defensores de la patria.
He aquí un estracto de los discursos:
EL SEÑOR ERRÁZURIZ.
«Soldados del 3.° de línea:—Hai en la vida algunas despedidas tristes en que el llanto amargo rueda de las pupilas i el dolor se exhala en suspiros del alma; pero hai otras despedidas en que todo es regocijo i entusiasmo i en que, si se vé alguna lágrima, solo es producida por el patriotismo.
A la segunda clase pertenece el adiós que venimos a daros, repitiendo el que os han dado millares de voces en la ribera. Vais a combatir por la patria, vais a sostener en los últimos confines de la república el honor i los derechos de Chile. Por eso no veis ni una lágrima en nuestros ojos, ni un dolor en nuestra frente; pero si muchas aclamaciones en nuestros labios.
«Soldados de Chile: la patria tiene sus ojos fijos en vosotros; las hazañas ejecutadas por el último tambor del 3.° de línea serán trasmitidas por los partes militares i encontrarán aplauso desde Atacama hasta ese Arauco que acabáis de abandonar. Vuestras familias se regocijarán al tener noticias de vuestro valor, i la patria tendrá coronas, triunfos i premios para el buen soldado.
«Pero, así como hai premios para los buenos, no olvidéis que habrá bastante infamia i desprecio para los cobardes.
Vuestra suerte está en vuestras manos.
«Vais a combatir enemigos dignos de vosotros; el soldado boliviano es uno de los mejores i mas disciplinados soldados; la infantería boliviana es una de las primeras infanterías del mundo. Harto costó a vuestros abuelos para romperles la crisma en Yungai.
«Necesitáis, pues, de todo vuestro empuje i de todo vuestro valor. Inspiraos en los grandes hechos de la epopeya chilena, i no dejéis empañarse el brillo de las armas que la patria os confía.
«Soldados del 3.° de línea, yo os saludo.»
EL SEÑOR VICUÑA MACKENNA.
«Soldados:—Permitidme que descubra mi frente ante ese pequeño número de bronce que brilla en vuestros kepíes i que yo saludo con respeto i cariño.
«No. estrañareis que me descubra ante él con veneración, cuando sepáis lo que ese número significa.
«Soldados: sois los herederos de grandes glorias históricas; fueron vuestros abuelos los bravos del 3.° de Arauco, uno de los batallones que mas se distinguieron en la guerra de la independencia. Esos valientes fueron los que dieron el asalto a Talcahuano, i la historia consigna el nombre del soldado Romualdo Rabanales, que fué el primero en subir al fuerte, en 1814, i que tendió su manta al jeneral Cruz que se colocó al lado de él.
«Muchos otros nombres quedaron oscuros en ese combate; pero la patria espera que cada uno de vosotros recuerde el nombre i reitere las glorias de Romualdo Rabanales.
«Soldados del 3.° de línea: tenéis todavía otros ilustres ascendientes, sois los sucesores del inmortal batallón Carampangue.
¿I sabéis lo que era este batallón? Voi a decíroslo: el batallón Carampangue no entraba jamas en el primer ataque, se lo dejaba para la reserva; porque se sabia que era irresistible i que acostumbraba decidir la victoria en favor de Chile.
«Soldados: vosotros sois los herederos de esas glorias; no dejéis que se marchiten, hacedlas reverdecer con vuestro valor, i la patría os retribuirá con sus premios i su cariño.
EL SEÑOR ALTAMIRANO.
«Soldados del 3.° de línea:—Grande i solemne es el espectáculo que presenciáis i es grande también la gloria que os espera. Vais a combatir por la patria i a renovar las glorias de las armas chilenas.
«Soldados: yo os felicito en nombre del Gobierno, en nombre de la nación i a mi propio nombre.
«Al partir a la difícil, pero gloriosa campaña que iniciamos en defensa de la patria, no debéis olvidar los deberes del buen soldado, i debéis recordar como los cumplieron los que os han precedido en la historia de las armas chilenas. Vuestro deber es vencer en la batalla, i, si es necesario, morir en ella; pero jamas dar vuelta las espaldas al peligro. Quien tal hiciera, seria tenido por un cobarde i un mal soldado.
«Pensad que la patria os sigue con sus votos; pensad que estaremos con los ojos fijos en vuestras hazañas; pensad que, si el valiente merecerá el premio de las victorias, el cobarde solo recibirá el desprecio de eterna humillación.
«La campaña será ardua, pero gloriosa. Vosotros seréis, tal vez, los últimos soldados que completen la primera división del Norte, pero no olvidéis mi encargo de ser los primeros en el combate.
«Cuando lleguéis a reuniros con vuestros compañeros, decidles que en estas playas reina el entusiasmo patriótico en toda su pureza, decidles que habéis sido despedidos entre aclamaciones entusiastas, i que os encargamos de ser los portadores de los votos que la patria les envía.
«Decidles también que, si algún sentimiento nos queda, es el de una noble envidia al veros partir a defender la bandera chilena.
«Sí, soldados del 3.° de línea; yo os ajilando i os envidio, i tengo la seguridad de que este es el sentimiento que anima a todos los que aquí han venido a daros, el último adiós.»
Estos discursos eran interrumpidos a cada paso por aplausos frenéticos; no hubo una sola voz que no se alzara para saludar al sol de la patria. Los soldados revelaban en su actitud i en sus esclamaciones que estaban electrizados de amor patrio.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 88.
Mi tío abuelo, en ese día Subteniente Salvador Urrutia Ibáñez, con 19 años, estaba ese día ahí!!
ResponderBorrarMi padre recordaba sus historias con orgullo y admiración,: combatió en Pisagua, Arica, Tacna,
Chorrillos y Miraflores, fue herido 2 veces pero sobrevivió , regresó, luchó por Balmaceda
y falleció en 1922.