miércoles, 17 de marzo de 2021

Parte oficial de Pedro Lagos sobre la Batalla de Miraflores

 [Fotografia de Pedro Lagos]
 
Comandancia en Jefe de la Tercera División. 
 
Lima, febrero 2 de 1881. 
 
Señor jeneral: 
 
El 14 del presente tenia la división de mi mando acampada en línea de batalla en los suburbios sur de la población de Barranco, con escepcion del batallón Búlnes que hacia el servicio en Chorrillos, i rejimiento Valparaíso que habia sido segregado en Lurin para formar parte de la reserva. 
 
El señor jeneral en jefe me ordenó que a la madrugada del dia siguiente moviera la división al norte de Barranco, dándole colocación donde a mi juicio fuera mas conveniente, al frente de la línea enemiga. En consecuencia, se dieron las órdenes del caso para mandar las descubiertas oportunamente, previniendo que debieran ocuparse los tapiales que dividen los potreros de dicha población, apoyando la izquierda de la segunda brigada en la orilla del barranco que da al mar. 
 
Todo se realizó como se habia prevenido; pero como aun faltaban algunas fuerzas que entraran en línea i en circunstancias de hallarse el señor jeneral en jefe, US. como jefe de estado mayor i el que suscribe, determinando la prolongación de la línea, a medio kilómetro de la del enemigo, éste rompió sus fuegos de cañón i rifle de una manera sostenida a las 2 i cuarto P. M. Sin embargo de hallarse nuestras fuerzas prevenidas de no contestar los fuegos del contrario, tuvo que hacerlo por lo nutrido i jeneral. 
 
Dicho lo anterior, tengo el honor de trascribir a US. el parte detallado, que con motivo de la cruda batalla de Miraflores, me pasa el jefe de estado mayor de la división de mi mando: 
 
«Como jefe de estado mayor, tengo el honor de dar cuenta a US. de las funciones que en la batalla de Miraflores le cupo desempeñar a la división de su mando el dia 15 de enero próximo pasado. 
 
«Por orden de US. la división se hallaba desde el dia anterior acampada al sur del pueblo de Barranco, ocupando los potreros a uno i otro lado del camino real que conduce de Chorrillos a Lima. 
 
«Al amanecer del dia 15, personalmente me dio orden US. de adelantarme con mis ayudantes a elejir la línea que debia ocupar la división, a vanguardia dé Barranco, a fin de establecerla allí en el día; pudiendo para este reconocimiento destacar al frente algunas avanzadas en observación de los movimientos del enemigo, que debían encontrarse en posesión de su campo atrincherado de Miraflores. 
 
«En cumplimiento de esta orden, coloqué tras de una tapia a las 8 A. M. una compañía del rejimiento Santiago i 40 hombres del Aconcagua al mando del capitán don Augusto Nordenflích, i personalmente un avance a observar las líneas enemigas, para poder, con mejor acierto, disponer la que convenia dar a nuestra división. 
 
«Hallándome en esta observación, como a las 9 i media A. M., noté que en el campo peruano se efectuaba un movimiento inusitado para tropas que, según el armisticio convenido, no debían batirse en aquel dia, i determiné aumentar las avanzadas, para lo que mandé órdenes a los jefes de brigada me remitieran tres compañías del Santiago i quinientos Navales, cuyas tropas hice colocar detras de las tapias: los del Santiago a la izquierda de la línea férrea i a la derecha a los Navales, con la orden dada por US. de permanecer ocultos; que no hicieran fuego sino en el caso de una abierta provocacion a pecho descubierto, i que no contestaran tiros sueltos, continuando yo siempre en observación. 
 
«A las 11 tres cuartos las fuerzas enemigas avanzan en gran número mas acá de la población de Miraflores, como a 400 metros de las tapias donde estaban ocultas nuestras compañías, tomando posiciones de combate detras de las primeras tapias aspilleradas que tenian a vanguardia, sobre la barranca del cauce del rio Surco, i considerables refuerzos de infantería i caballería llegaban a cada momento a su campo, viniendo del lado de la capital. Todos los movimientos que hacian aquellas tropas indicaban que se alistaban apresuradamente para una batalla inmediata, teniendo toda su artillería en posición i colocando a los artilleros en sus puestos de combate. 
 
«Viendo que el enemigo allegaba mas fuerzas a sus primeras líneas de trincheras, me resolví a enviar a US. aviso por escrito de lo que pasaba, pidiéndole se sirviera darme sus órdenes para el caso inminente que se preparaba. US. en contestación me ordenó establecer en posición nuestras fuerzas con la rapidez posible; con cuya orden envié inmediatamente un ayudante a cada uno de los jefes de brigada para que se pusiesen en movimiento acelerando la marcha de las fuerzas, debiendo reunirse conmigo en un punto dado, que mis ayudantes sabían, para indicarles la colocación que respectivamente debían tomar los cuerpos de su dependencia. 
 
«Sin pérdida de tiempo, i a medida que las brigadas iban llegando, dispuse que la infantería se situara en línea de batalla a vanguardia del pueblo de Barranco, detras de una hilera de tapiales que corría de poniente a oriente, en dirección a Tebes, siguiendo la ribera sur del cauce del rio, mas o menos paralela a la ocupada por el enemigo. Hice apoyar la izquierda del rejimiento Concepción a la orilla de la barranca que da al mar, colocando a continuacion al Caupolican, Val paraíso, Santiago, i después de un claro para el rejimiento Aconcagua que venia en camino i seguían Navales que apoyó su derecha contra un grupo de gruesos árboles; i mas allá, siguiendo la direccion de la línea hacia el oriente, habia un estenso llano descubierto por donde podia el enemigo flanquear nuestra posicion, mientras no llegaran allí las fuerzas de las otras divisiones que debían entrar por ese lado. La brigada de artillería de montaña, mandada por el comandante González, la establecí convenientemente a retaguardia de la derecha del Santiago, en un potrerillo que dominaba el campo enemigo. 
 
«A la 1 i media P. M. US. revisó de izquierda a derecha la línea que formaba su división i me manifestó su asentimiento a la colocacion que le habia dado, ordenándome hacer acelerar la marcha del rejimiento Aconcagua, que en ese momento se encontraba llenando sus caramayolas en un estanque inmediato. En, el acto envié esta orden con mis ayudantes Briones i Zilleruelo al jefe de dicho cuerpo, i éste forzó su marcha i comenzó, a entrar en la línea. Briones volvió pronto a mi lado, quedando Zilleruelo por todo el dia en el Aconcagua. 
 
«La orden de US. para que la división permaneciera oculta, de no hacer fuego sin que US. lo ordenara, i de no contestar tiros sueltos, la comuniqué personalmente a los jefes de brigada, i para mayor seguridad se la repetí a cada uno de los jefes de cuerpo. 
 
«A las 2 i cuarto P.M. me encontraba a la derecha del rejimiento Saniago acompañado de mis ayudantes, sarjentos mayores González e Infante, observando la formación que tenia la línea a la izquierda, en cuyo momento llegaba el Aconcagua i estando dándole orden a su comandante para que ocupara el claro que se le habia dejado entre la derecha del Santiago i la izquierda de Navales, cuya colocación había mandado prevenir al comandante Fierro con mi ayudante Pozzi, las fuerzas enemigas del ala derecha rompieron un vivísimo fuego de infantería i artillería sobre las tropas de nuestra división que se hallaban de prevenidas para una sorpresa semejante, confiando en la tregua o suspensión de hostilidades que debia durar hasta las 12 de la noche. 
 
«No habia mas que hacer sino contestar el fuego, i así lo hicieron algunas de nuestras compañías que estaban listas; pero, en el acto se les tocó alto el fuego, juzgando que aquello podia ser una mala intelijencia del pacto convenido i no una infame traición. Sin embargo, como el enemigo seguia aumentando en vez de parar los fuegos de su linea, i como viéramos moverse fuertes masas de tropas que trataban de amagar nuestra derecha aun indefensa, fué preciso aceptar la lucha como se presentaba, en tanta desproporción, i US. dio orden de empezar el combate. La división constaba en ese instante de 4,386 infantes, i una brigada de artillería de montaña, i sostuvo por hora i media el mas encarnizado combate contra todo el grueso del ejército enemigo, colocado en sólidas trincheras i reductos inespugnables artillados con poderosos cañones. A esta acción no concurrió el batallón Búlnes por hallarse de servicio en la población de Chorrillos. 
 
«A las 3 P. M. se notó que la derecha enemiga cedía visiblemente. En el acto ordenó US. que la cargaran los cuerpos Concepción, Caupolican i Santiago; los que, salvando con irresistible ímpetu el cauce del rio que los separaba del enemigo, cayeron sobre su primera línea de trincheras, arrollándolo en todas direcciones i dejando el campo sembrado de cadáveres. 
 
«Este primer avance nos hacia dueños de una importante posición; pero como el enemigo desalojado se replegaba a una segunda línea atrincherada, desde la cual empezaba una nueva i mas encarnizada resistencia, US. ordenó que avanzara el batallón Valdivia para que, reuniéndose a los cuerpos que se encontraban adelante, se prosiguiera el ataque comenzado. 
 
«Efectivamente, estas fuerzas bajo las órdenes del valiente comandante del Santiago, don Demófilo Fuenzalida, pues ya el jefe de la brigada, el comandante Barceló, habia caido herido de un balazo en el cuello, se lanzaron vigorosamente al ataque, arrojando con fuego i bayoneta al enemigo de todas las trincheras i reductos que ocupaba en aquella parte de su línea, mandadas por los coroneles peruanos Cáceres i Canevaro, hasta apoderarse por completo de la población de Miraflores, i desalojar al enemigo de todas sus posiciones al poniente del camino de Lima. 
 
«Mientras nuestra izquierda flanqueaba la derecha enemiga, su izquierda reforzada con numerosas tropas de refresco pretendía también flanquear la nuestra, atacando con denuedo la derecha del batallón Naval; pero este cuerpo con un arrojo i destreza dignos de todo elojio supo resistir las cargas enemigas impidiendo flanquearnos por el campo que teníamos abierto; i cuando el valeroso batallón Naval tenia ya cerca de un tercio de su efectivo fuera de combate, llega a la lucha el rejimiento Valparaiso. Ambos cuerpos con el rejimiento Aconcagua, que seguia a la izquierda, emprendieron entonces juntos un vigoroso ataque que obligó al enemigo a retroceder hasta abandonar su primera línea de trincheras comandada por los coroneles peruanos Dávila i Suarez. En este momento, 3 tres cuartos P.-M., nuestra derecha fué reforzada por nuevos cuerpos de la primera división que entraron a cubrir el campo por donde el enemigo trataba siempre de flanquearnos. 
 
«Desde que el enemigo perdió sus posiciones de la derecha, estaba irremisiblemente perdido. Minutos después de las 4 P. M., nuestra segunda brigada, dirijida hábilmente por el comandante Fuenzalida, cargó sobre su flanco derecho con tal esfuerzo, que toda resistencia se hizo ya imposible; viéndose al fin obligado a ponerse en abierta i desordenada fuga, i dejando en poder de nuestra división los fuertes núms. 1, 2, 3 i 4; setenta cañones de diversos calibres, varias ametralladoras i gran cantidad de moniciones de artillería e infantería, como también sembrado el suelo de fusiles sistema Peabody i otros. 
 
«A las 6 i media P. M., cuando ya parecía que todo habia concluido, el enemigo, creyendo tal vez que nuestras fuerzas se hallaban desprevenidas en la población, se presenté por la línea férrea con un tren que conducía numerosas tropas i carros blindados armados cañones i ametralladoras que hacían fuego desde sus ataformas. Pero otra vez sus esfuerzos quedaron fallidos, pues nuestra tropa se encontraba lista i en perfecto orden, i US. dispuso en el acto tomar los flancos de la línea férrea para impedir el desembarco de las fuerzas enemigas. Ordenó al mismo tiempo que la artillería contestara por el frente a los fuegos de los cañones del tren, trabándose un lijero cañoneo que dio por resultado la precipitada fuga del enemigo hacia Lima. 
 
«Mientras esto sucedia en el pueblo de Miraflores, algunas de las fuerzas de nuestra división habian llegado cargando al enemigo hasta el centro da la linea, adonde alcancé acompañado de mi ayudante Briones, incorporándose momentos después mi ayudante Infante i el sarjento mayor i ayudante del señor ministro de guerra don Daniel Cuervo, que estaba a mi lado prestando importantes servicios, en el momento que.hacia esplosion el fuerte de la Merced, dé una manera aterrante, causando algunos daños en diversos oficiales i tropa de distintos cuerpos que llegaban allí revueltos en el calor de la persecución sobre los últimos restos del ejército peruano, donde tanto se distinguió el bravo capitán del rejimiento Coquimbo don Artemon Arellano, al lado de 120 individuos de tropa i varios oficiales de los de su mando. 
 
«Desde aquel momento me ocupé en reunir los soldados de algunos cuerpos de la división que habian avanzado i combatido en el fuerte, i dispuse que pasaran a acamparse por esa noche con el rejimiento Aconcagua en la pampa de Miraflores, en cuyo lugar dejé a mi ayudante sarjento mayor don Matías González, en representación del estado mayor de la división, yendo en seguida a reunirme con US. en la población i darle cuenta de lo que habia dispuesto sobre el particular. 
 
«En el ataque por la derecha enemiga los jefes i oficiales eran los primeros en marchar a la vanguardia, indicando a sus tropas el camino que debían seguir, i, no dejaré de hacer notar a US. que el jefe de la brigada, señor comandante Barceló, el jefe del rejimiento Santiago, comandante don Demófilo Fuenzalida, i al sarjento mayor del Caupolican don Ramón Dardignac, no obstante de estar heridos continuaron siempre dirijiendo con acierto sus tropas hasta mucho mas allá del campo donde recibieron las heridas, i mui especialmente el comandante Fuenzalida, que con dos balazos en el brazo izquierdo no dejó de conducir su rejimiento hasta las diez de la noche, hora en que lo acampó definitivamente en la estación de Miraflores, retirándose él a la ambulancia. Son igualmente dignos de elojio por su valor i serenidad en los ataques de la misma ala los señores comandantes Seguel, Martínez i Canto, a la cabeza de sus cuerpos Concepción, Valdivia i Caupolican. 
 
«No menos recomendables son, en jeneral, los cuerpos de la primera brigada, Navales i Aconcagua, comandados por los tenientes coroneles Fierro i Diaz Muñoz, dirijidos personalmente en lo mas reñido i prolongado del combate por el bizarro i valiente coronel don Martiniano Urriola, no obstante la difícil situación en que se encontró nuestra ala derecha antes que llegaran los cuerpos que la apoyaron, para completar el triunfo de nuestras armas en aquella gloriosa jornada que trajo consigo la rendición a discreción de Lima i el Callao. 
 
«Las órdenes de US. que comuniqué al comandante de la brigada de artillería de montaña, don Antonio R. González, para ocupar las diversas posiciones que fué necesario tomar durante la batalla, siempre se ejecutaron con entusiasmo i arrojo, i tanto este jefe como su intelijente oficialidad son acreedores a merecidas recomendaciones. Asimismo lo son los ayudantes del estado mayor jeneral, agregados a la división, sarjento mayor don Daniel Silva V. i capitán don Alberto Gándara, por su serenidad i exactitud al comunicarme las órdenes de US., i sus importantes servicios, en jeneral, han sido de gran utilidad para la división en relación con el estado mayor jeneral. 
 
«En conclusión diré a US. que mis ayudantes satisfacieran siempre las exijencias del servicio llevando mis órdenes en todas direcciones con entusiasmo i perfecta voluntad, habiendo permanecido durante la mayor parte del combate a pocos pasos de la línea de infantería; ya en un punto, ya en otro i ya también ocupándose en dirijir tropas de otros cuerpos que ignoraban los caminos para entrar a la línea de combate, por cuyos motivos son, a mi juicio, acreedores a las mayores recomendaciones i con gusto consigno aquí sus nombres: sarjentos mayores Pozzi, González, Infante, Briones, teniente Zilleruelo i subteniente Carreño.
 
«También debo decir a US. que la importancia de los servicios prestados a la división durante la batalla por el teniente coronel de guardias nacionales don Basilio Romero Roa, del capitán don José Domingo Cruzat i del ciudadano don Eduardo Marx, son mui recomendables, pues no han omitido sacrificios en obsequio de la división durante el tiempo que la han acompañado. 
 
«El parque, a cargo del sarjento mayor don Emilio Contreras, i sección de equipajes, de la del capitán don Segundo Fajardo, han correspondido satisfactoriamente a las necesidades del servicio.—Es acreedor a igual recomendación la tercera ambulancia i cuerpo médico a cargo del intelijente Dr. don Absalon Prado, que no ha omitido sacrificios en el desempeño de sus funciones. 
 
«Los reverendos padres frai Elceario Triviño, de la Recolección Franciscana de Chillan, i frai Juan C.. Pacheco, franciscano de Santiago, capellanes de la división; desde el dia que principiaron a prestar sus servicios han participado con nosotros la vida de campaña, i en las batallas han sido verdaderos soldados de la iglesia ocurriendo con prontitud en bu sagrado ministerio a prestar los ausilios a aquellos que que daban fuera de combate, llenos de entusiasmo i patriotismo que obligan nuestra eterna gratitud. 
 
«En esta vez, señor coronel, la división de su mando puede lejítimamente enorgullecerse de haberse batido contra fuerzas mui superiores en número i en posiciones, alcanzando sobre ellas una espléndida victoria. Sus bajas son mui sensibles, pues su número de 1,131 entre muertos i heridos hace próximamente el tercio de su efectivo; pero esta misma circunstancia es la prueba mas brillante e irrefutable de que ha sabido poner bien alto el glorioso pabellón chileno. 
 
Lima, febrero 1.° de 1881.—José -Eustaquio Gorostiaga.
 
Por lo espuesto verá US. la bizarra conducta de los señores jefes, oficiales e individuos de tropa de la división de mi mando en esta batalla de Miraflores que dá una gloria mas a nuestra patria, teniendo sí que lamentar muchas i sensibles pérdidas, entre ellas la del comandante del rejimiento Valparaiso, don José María Marchant, que cayó a los fuegos enemigos al escalar con su tropa uno de los fuertes. 
 
Al jefe de estado mayor, teniente coronel don José Eustaquio Gorostiaga, me hago un deber en recomendarlo mui particularmente a la consideración de US., i por su conducto a la del señor jeneral en jefe, por su intelijencia, actividad, buenas disposiciones i bravura para atender al frente del enemigo, en línea de combate, las fuerzas de la división, tomando posiciones tan convenientes i en tiempo tan oportuno, que en gran parte contribuyeron al buen éxito de las operaciones. Durante la batalla sus dos caballos fueron muertos por balas enemigas i atravesándole en el kepí. Para terminar la acción tuvo que hacer uso de un caballo del rejimiento de Carabineros que se facilitó en los momentos de hallarse a pié. 
 
Recomiendo también por su serenidad i compostura a mis ayudantes, sarjentos mayores don Julio Argomedo i don Teodosio Martínez Ramos, capitanes don Enrique Salcedo i don Roberto Barañao, i teniente don Orlando Lagos P., cuya puntualidad i acierto en la comunicación de mis órdenes dieron por resultado el buen éxito con que avanzó la línea sobre el enemigo, contribuyendo también a esto la celeridad con que el teniente don Ramón Saavedra S., encargado de una sección del parque, proveyó a las fuerzas que combatían. 
 
Los ayudantes del estado mayor jeneral, sarjento mayor don Daniel Silva V. i capitán don Alberto Gándara, que me acompañaron durante esta acción en calidad de agregados, prestaron servicios mui importantes en la trasmisión de mis órdenes i me hago un deber en recomendarlos ante US. 
 
El señor comandante del 3.° de línea, don José Antonio Gutiérrez, se me presentó con uno de mis ayudantes cerca de la población de Miraflores i me prestó servicios oportunos. 
 
El teniente coronel de guardias nacionales del Bio-Bio, don Basilio Romero Roa, i el ciudadano don Eduardo Marx, estuvieron a mi lado en las últimas horas ayudando con su presencia i con su palabra a estimular a los soldados, i a efectuar otros servicios en la linea, que menciono por ser dignos de mi atención por su arrojo. 
 
Concluyo sin otros pormenores que los que detalla el jefe de estado mayor, comandante Gorostiaga, porque tanto el señor jeneral en jefe como US. presenciaron los hechos que tuvieron lugar en esta memorable jomada del 15»
 
Los documentos adjuntos darán a conocer a US. los señores jefes, oficiales e individuos de tropa que tomaron parte, asi como los muertos, heridos i contusos de la división. 
 
Dios guarde a US. 
 
P. LAGOS. 
 
AI señor Jeneral jefe de estado mayor jeneral.

Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 1014.

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