[Fotografia de Eulogio Altamirano]
Hé aquí los pronunciados en el meeting de ayer:
EL SEÑOR ALTAMIRANO.
«Señores:
La comisión de que tengo el honor de formar parte, se ha permitido invitaros a este recinto con el fin de que, acercándonos, nos comuniquemos nuestras impresiones, nos demos cuenta de los graneliosos acontecimientos realizados en los últimos dias i nos fortalezcamos en el propósito de pagar con la moneda de nuestra gratitud i de nuestra eterna admiración, la inmensa deuda que reconocemos en favor de los que con su heroísmo acaban de escribir en nuestra historia esa fabulosa leyenda que llamamos «el combate naval de Iquique.»
Démonos cuenta de la situación i penetrémonos bien de los deberes que nos impone. Ese puñado de héroes, capitaneados en Iquique por Arturo Prat, el inmortal, i por Carlos Condell, el vencedor, han elevado a tanta altura el nombre de nuestra patria querida, que el universo entero fijará en nosotros su mirada, i ante el mundo, señores, necesitamos probar que si Chile ha tenido héroes, merecía tenerlos.
Ah! señores, cuánta amargura, qué inmenso dolor por las pérdidas sufridas en el combate de Iquique; pero también qué gloria tan pura, qué honra tan alta!
Si pudiéramos rescatar las vidas de Prat, de Serrano i demás héroes de Iquique con nuestra propia vida, con todos los tesoros de la patria, vida i tesoros daríamos; pero si para volverlos a la vida fuera preciso borrar el recuerdo de su homérica hazaña, si fuera preciso borrar sus nombres en el templo de la inmortalidad, en donde están escritos con caracteres de eterno brillo, diríamos: nó, a ese precio no queremos rescatar sus vidas. A ellos los queremos muertos, pero inmortales; muertos para nosotros, pero vivos para la gloria i para la admiración del universo; a nuestra nave querida, a nuestra gloriosa Esmeralda, no queremos verla meciéndose en las aguas de nuestra bahia:queremos verla hundirse en la rada de Iquique con la bandera nacional orgullosamente izada i desapareciendo de la vista de los hombres con un último cañonazo i con un último grito de sublime patriotismo, el grito de ¡viva Chile!
¡Qué espectáculo asombroso! Por eso ha conmovido tan profundamente todas nuestras fibras, por eso ha inspirado a nuestros poetas i por eso inspirará a todos los artistas i los inspirará mas i mas a medida que pasen los siglos i este hecho histórico i positivo tome las proporciones de la leyenda fabulosa i fantástica.
Kogl
Recordemos.
El inmortal 21 de Mayo, Esmeralda i Covadonga mantienen solas el bloqueo de Iquique; vosotros sabéis lo que eran como resistencia i como poder i es preciso que también lo sepa el mundo para que aprecie debidamente aquel hecho de armas sin ejemplo en la historia del mar.
Esmeralda con su vieja máquina i sus calderos parchados no podia ya moverse; nunca siguió por esto a la nave capitana en sus atrevidas escursiones por las costas del Perú. Con sus cañones de a 40 era completamente impotente para dañar a los blindados peruanos.
La Covadonga, pequeña i débil goleta, tenia apenas dos cañones de a 70 para rechazar el inmenso poder de las naves enemigas.
En esta situación aparecen el Huáscar i la Independencia a la vista de Iquique.
Los oficiales de las naves chilenas se reúnen i deliberan bajó la presidencia de Prat. La deliberación fué corta; el acuerdo fué unánime. Se resolvió combatir, i combatir hasta morir.
A las ocho, en efecto, el combate empieza entre los poderosos blindados i los débiles barcos de madera; entre los cañones de a 300 i los pequeños cañones de a 40.
Los héroes de la Esmeralda observan que su pequeña artillería, aunque certera, no ofende al Huáscar: ¡qué importa! no por eso desfallecen.
Aquellos hombres no conocen el miedo, se han elevado sobre todas las miserias de la humana naturaleza, se han hecho dioses. Prolongan por horas i horas el combate.
El Huáscar, cansado de una lucha que inmortaliza a su adversario i a él lo empequeñece, se empeña por llegar a término, i un primer espolonazo destruye la popa de la Esmeralda. ¡No importa! aquel buque es un ser animado, aquel buque tiene un alma, tiene una historia. Callao i Papudo son las jornadas de esa historia, Cochrane i Williams son los héroes de su pasado. Esmeralda no traicionaría esa gloria.
En los movimientos del combate se acerca a tierra i al punto la artillería e infantería del ejército peruano rompe sobre ella sus fuegos.
¡Qué situación! Para afrontarla se necesitan héroes de Homero i Esmeralda tuvo esos héroes.
Con un-costado contesta a los fuegos de tierra i con el otro al Huáscar. Yo veo, señores, cómo esos hombres se engrandecen, cómo se transfiguran; su talla en aquel momento debió parecer jigantesca a sus vulgares enemigos.
Es preciso concluir.
Un segundo espolonazo del Huáscar rompe e inutiliza la máquina, pero los cañones vomitan fuego todavía.
El jefe del Huáscar, inclinándose delante de tanto heroísmo, grita desde su barco a Prat: «Ríndase, comandante; queremos salvar la vida de un valiente.»
«Rendirse un chileno! grita Prat; ¡ven a matarme!» ¡sigue arrojando balas i metrallas.
¡Llegamos al fin! Un tercer espolonazo en la proa abre nuestro barco. Este es el momento sublime. Peruanos de la marina, peruanos del ejército presencian el hecho portentoso. Ya la Esmeralda va a desaparecer, pero una voz de mando suena potente, i lanza este grito de eterno recuerdo:
«Al abordaje, muchachos, i viva Chile!»
Tras de esta voz, Prat, Serrano i tres mas saltan sobre el puente del Huáscar, i allí mueren como leones i como héroes.
La Esmeralda desaparece también, uniendo el último grito de amor a Chile con el último cañonazo disparado al enemigo.
Guardemos, señores, esta gloria; el mundo no tiene igual.
Pero nosotros sí tenemos otro combate, tenemos otro barco, tenemos otros héroes, otra gloria igual o superior.
La Covadonga se bate con la Independencia, la hormiga con el león.
Pero eso no es posible, me diréis; Covadonga va a ser pulverizada.
¡Os engañáis! Covadonga es vencedora! Ha luchado cuatro i media horas con un jigante i ha obligado a ese jigante a arriar su bandera i a enarbolar bandera de perdon. ¡Oh gloria!
El mundo exijirá pruebas para creer tan portentosa noticia; pero las pruebas existen! Independencia, ha desaparecido, i el Huáscar dirá que Covadonga, le recibió a balazos en la rada de Antofagasta, a donde llegó jadeante i mal herida la débil e invencible goleta.
¡Honor a Condell i a sus compañeros de heroísmo!
Este es, señores, el hecho: decid ahora cuál es nuestro deber.
Nuestro deber como nación i como individuos es llenar de honor i de manifestaciones de respeto i gratitud el hogar de aquellos héroes.
Nuestro deber es inmortalizar en el bronce i en el mármol un hecho tan portentoso.
Nuestro deber, finalmente, es devolver a la marina de Chile su perdido estandarte, su Esmeralda!, Pensad que este nombre i ese buque representan las glorias del pasado i del presente, i que formando en nuestra escuadra será siempre garantía de heroísmo.
¡Qué marino de Chile rendiría jamas la Esmeralda!
Pensad todavía que renaciendo la Esmeralda, de entre el calor de un movimiento popular, aparecerá en nuestros mares como la viva encarnación del pueblo de Chile: será un buque sagrado.
I por último, considerad que si mañana se eleva en nuestras playas el monumento conmemorativo de la hazaña de Iquique i vuelve a pasear los mares la nueva Esmeralda llevaudo en su cámara de honor los retratos de Cochrane, Williams i Arturo Prat, el mundo no podrá menos que decir que si Chile es capaz de enjendrar héroes es porque lleva en su sangre jenerosa el principio de todas las virtudes que subliman al hombre.
Yo os lo suplico!
Ya que no hemos tenido el honor de combatir por la patria, sepamos honrar a los que nos dieron tanta gloria i demos nueva vida a la Esmeralda. Creedme, es ésta una empresa que honrará a Chile.
La patria no es el suelo, no es el pequeño rincón en que hemos nacido; la patria la forman las leyes de libertad que nos rijen, los hábitos de sincera democracia que dia a dia se encarnan en nuestro modo de ser; el recuerdo de nuestros progresos, i sobre todo la historia de nuestras antiguas i presentes glorias, todo esto es lo que forma la idea de la patria.
La Esmeralda es un eslabón que nos une a la patria.
No dejemos que se rompa, no permitamos que se corte por efectos de las balas peruanas una tradición tan hermosa.
Hagamos, señores, os lo. suplico, una nueva Esmeralda; reservemos el mando de buque tan ilustre al mas digno; adornemos su cámara con el retrato de los creadores de esta gloria nacional: Cochrane, Williams, Prat i reservemos un lugar para el jefe que en el porvenir logre imitarlos ya que es imposible superarlos.
Señores: ¡a la obra! i que Valparaiso tenga en un dia próximo el inmenso regocijo de ver en su bahía a la nueva Esmeralda, gallarda, orgullosa i valiente. En ese dia gritaremos a nuestros enemigos: ¡Miradla! tenemos la Esmeralda! i la tenemos joven i vigorosa como es nuestro pais, hermosa como ha de ser el porvenir de este pueblo rico en virtudes, i teniendo la Esmeralda tenemos también la gloria de Iquique! ¡Qué hermosa revancha! ¿Será este un sueño? Yo confio en vosotros, confio en mi pais, i el corazón me dice que en un dia no lejano el vijía nos hará correr a la playa con este anuncio de fausta nueva:
¡Esmeralda a la vista!»
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 289.
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