[Reunion del Circulo de Veteranos del 79]
A partir de 1879 y en pleno conflicto, nace a la luz una serie de entidades de orden social y mutualista, que buscan en su accionar una connotación pública que les permitiera obtener resultados en sus demandas económicas y laborales. Este accionar se sustentó en un discurso permanente patriótico y heroico manteniendo vivas las hazañas guerreras cumplidas por ellos durante la guerra. Estas organizaciones se estructuraron a base de la jerarquía militar, de acuerdo a los grados que cada uno de ellos llegó a obtener al final de la guerra. Dichas organizaciones les permitieron obtener un espacio donde paulatinamente fueron encontrando eco a sus peticiones. Dentro de las que hemos podido encontrar se pueden citar las siguientes:
Círculo de Veteranos del 79
Círculo de Veteranos del 79
Fue creado en Santiago y llegó a ser el más importante y representativo en su género. Su objetivo principal era proporcionar recursos económicos para la subsistencia a todos los ex combatientes, esposas e hijos, que acudían a él; abarcando, además, los gastos funerarios por fallecimiento del socio y/o de su grupo familiar. Por otra parte, y como actividad complementaria, realizaban llamados a reinstrucción militar, conmemoraciones de los hechos de guerra mediante la celebración de conferencias patrióticas; pero principalmente propendió a todo aquello que les permitiera impulsar acciones para el bienestar social y moral de todos sus miembros.
Se eligió como primer presidente del Círculo al coronel retirado Adolfo Silva Vergara y para su funcionamiento el Ejército les asignó una propiedad en la calle Carmen N° 339 de Santiago. Funcionó ininterrumpidamente hasta mediados de 1969; al parecer, el ocaso de esta institución llegó dado que a esa fecha ya no quedaba, al menos en la capital, algún socio con vida.
Sociedad de Militares, Civiles y Veteranos del 79
El 3 de abril de 1886, a las 15:30 horas, en el cuartel de la policía de la ciudad de Copiapó un grupo de ex combatientes del Regimiento Cívico N° 1 "Atacama" decidió crear una sociedad que les representara y les ayudara a solucionar problemas, principalmente de orden laboral. A partir de ese instante y para todos los efectos legales, pasará a denominarse "Cuerpo de Inválidos de Copiapó". Recién, siete años más tarde y por el decreto supremo N° 2.117 de 22 de noviembre de 1883, se les concede la personalidad jurídica. Pero el 15 de febrero de 1925 cambia de nombre por el de "Sociedad de Inválidos, Militares, Civiles y Veteranos del 79, del Departamento de Copiapó", nombre que hasta el día de hoy conserva.
Tres fueron sus objetivos principales: a) un fin patriótico; b) un fin económico; c) un fin social y cultural, los que se manifestaban en una actitud más solidaria, apreciándose en la permanente búsqueda de trabajos, entrega de asignaciones de viviendas o sitios y una directa acción sobre los hijos para que continuaran sus estudios.
El artículo 1°, letra C señala: "La ayuda pecuniaria a los socios cesantes en su empleo o trabajo, buscándoles nuevas colaboraciones". Mientras que el artículo 4°, dispone: "La formación de un fondo de reserva para auxilio extraordinario de los socios sin trabajo" y seguidamente el artículo 23, sostiene: "Que la sociedad procurará con todo empeño formar el capital necesario para adquirir terrenos en locales convenientes de la ciudad, donde puedan formarse barrios obreros y de empleados"; finalmente: "Sostener o cooperar al sostenimiento de escuelas, especialmente profesionales, artísticas o industriales para sus propios miembros y los hijos de éstos preferentemente".
Actualmente la sociedad se encuentra en pleno funcionamiento y sólo existen dos socios, de 86 y 91 años respectivamente, ambos descendientes directos de veteranos.
Sociedad de Veteranos del 79
La primera de ellas, fundada el 26 de mayo de 1896 -coincidiendo con el aniversario de la Batalla de Tacna-, su personalidad jurídica fue otorgada un año más tarde por el Decreto Supremo N° 3242. Durante las festividades de su centenario esta cambió de nombre, pasando a denominarse en adelante "Sociedad de Socorros Mutuos y Veteranos del 79".
El artículo tercero de su estatuto expresa: "La finalidad de la corporación será propender al bienestar de sus socios mediante el desarrollo de actividades sociales i culturales i el otorgamiento de beneficios mutuales o de asistencia social de acuerdo con sus posibilidades económicas".
Esta al igual que la de Copiapó aún se encuentra en pleno funcionamiento; sus miembros actuales son alrededor de treinta, quienes se agrupan ante la idea de mantener vivas las hazañas gloriosas de la Guerra del Pacífico. Ninguno de sus actuales miembros es descendiente directo de algún veterano del 79.
Círculo de Jefes y Oficiales del Ejército y Marina
La motivación real de su creación quedó consignada en el acta de fundación, la que escuetamente indica: "Los Jefes i Oficiales retirados que suscriben, se comprometen a reunirse tan prontamente como hayan cuarenta firmas, con el objeto de formar una asociación que tendrá por objetivo tratar de propender a la realización de mejorar la situación a los asociados. Santiago a treinta de abril de 1900, luego se leen sesenta y seis firmas.
Fue creado en Santiago el 30 de abril de 1900 por un grupo de oficiales y jefes del Ejército y la Armada, con el fin básico y fundamental de apoyar a los veteranos del 79 y de la Revolución del 91. Inicialmente el círculo estuvo integrado sólo por algunos veteranos de ambos conflictos, pero a partir de 1925 se modificaron sus estatutos de manera que para su ingreso simplemente bastaba haber pertenecido a la oficialidad de ambas instituciones.
Sociedad Defensores de Chile
Esta organización agrupó a ex combatientes de la Guerra del Pacífico y de la Revolución del 91 y su preocupación esencial radicaba en otorgar un bienestar social a todos sus integrantes. La sede de esta organización funcionó por casi 50 años ininterrumpidamente en la calle Juárez 769 de Santiago.
Sociedad de Veteranos del 79 de Osorno
El 8 de octubre de 1905, en el día de la celebración del Combate Naval de Angamos, en la ciudad de Osorno se inauguró la "Sociedad de Veteranos del 79". La ceremonia incluyó la bendición de su nuevo estandarte, y una gran fiesta social que, además, involucró a las más altas autoridades de la ciudad y donde fue invitado el contralmirante y senador de la República, Juan José Latorre, junto a su esposa, para que fueran los padrinos del estandarte de la sociedad recién fundada.
Uno de los objetivos prioritarios era: "Prestarse mutuo apoyo y protección en las postrimerías de su existencia asendereada por las contingencias de la vida militar...".
Su primer presidente fue el veterano de la Marina, Mateo Robles Burgos, quien en el discurso inaugural no hace críticas a la situación socioeconómica de los veteranos, sino que, por una parte, rescata la importancia de la creación de los círculos de veteranos: "para la protección mutua, que fomenta el ahorro, difunden la cultura, suavizan las pasiones i en cuyo fraternal regazo, la ancianidad desvalida que encuentra abrigo i reposo, la viudez desolada, dulce consuelo en sus dolores, i el huérfano abandonado, pan i amigos que sabrán conducirlo por el recto sendero del trabajo, del honor i la virtud" y, por otra, salvaguardar y proyectar a las futuras generaciones los hechos gloriosos de la guerra: "Jóvenes patriotas i entusiastas, nobles industriales, abnegados obreros que formáis el verdadero cimiento del progreso i porvenir de las naciones i en cuya cultura cifra Chile su grandeza: cuando el último de nosotros haya pagado el tributo a la naturaleza, cuando ya no exista ninguno de nuestros hijos a vosotros también entrego esta insignia. A vosotros que sois los herederos y continuadores de las glorias del pasado, i con espíritu previsor i levantado sabréis velar a todas horas por la paz, la integridad i la grandeza de la patria".
Liga Patriótica Militar
Se fundó en Santiago el 2 de abril de 1911. Ella agrupaba a militares y marinos que habían participado en el conflicto. El artículo 2° de su estatuto registraba el objetivo de su creación: "Como lo indica su nombre, es el de asociarse, reuniendo en su seno a los diversos elementos que han actuado en todo tiempo, en las filas del Ejército, Armada, Guardias Cívicas y Movilizadas y servicios anexos, con el fin de propender al bienestar de sus asociados, sus familias y descendientes, procurando por todos los medios a su alcance, la prosperidad del país.
"Es también propósito de la liga educar a la juventud, rememorando los hechos de armas librados en defensa de la patria por medio de conferencias, fiestas u otros medios, que inculquen en las generaciones que nos suceden el amor al país que los vio nacer y el anhelo de imitar virtudes cívicas de los que murieron en su defensa".
La Liga Patriótica Militar, en uno de sus documentos petitorios, hizo hincapié en la necesidad de que el Estado buscara la forma de crear puestos de trabajos remunerados para los veteranos cesantes. Su presidente Domingo de Toro Herrera, cuñado del Presidente Balmaceda, señaló: "Será necesario que se hagan leyes para colocar en algunos puestos públicos a los que hicieran la campaña del Pacífico o simplemente hayan servido en las filas del Ejército".
En resumen y como conclusión, se puede establecer que la acción del Estado hacia los veteranos se produjo al amparo de la Ley de Recompensas de 1881, pero en la medida que el tiempo transcurría y las soluciones inicialmente otorgadas se volvieron insuficientes, fueron ellos mismos los que comenzaron a organizarse para insistir en sus peticiones principalmente de tipo económico, ya que socialmente de una u otra forma sentían que la sociedad les había brindado un merecido reconocimiento al sindicarlos como héroes, si bien estas manifestaciones las vivían sólo una vez por año; pero ese día se transformaba en un hecho muy importante, comprendiendo que cualquiera fuera su origen a diario y en todas partes se les reconocía y se les respetaba; en síntesis, seguían siendo al menos el centro de la atención social.
Fuente: Méndez Notari, Carlos, Héroes del silencio: los veteranos de la Guerra del Pacífico (1884-1924), Centro de Estudios Bicentenario, Santiago, 2009, P. 48.
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