En la tarde del día 20 el comandante y jefe del bloqueo, Arturo Prat Chacón, llegó en una chalupa a bordo de la Covadonga. Durante largo rato conversaron sobre la cubierta de la cañonera, hablando sobre la situación en que se encontraban sus barcos y luego de cambiar sus ideas, convinieron en colocar en cada buque un cañón auxiliar, en la proa, que hacía bastante falta para cualquier emergencia.
En esa conversación, Prat aludió la posibilidad de que pudieran ser atacados por naves peruanas que se hubieran filtrado a través de la Escuadra de Williams, y Condell manifestó su confianza de que nada ocurriría mientras la Escuadra se encontrara navegando en aguas peruanas.
La noche se había venido lentamente sobre el puerto. Algunas luces se divisaban en las casas de Iquique, mientras la ceja de los cerros de Molle se divisaba cubierta por la camanchaca que impedía ver el interior. Eran las 8:30 P.M cuando Prat se despidió de su amigo y segundo, bajando a la chalupa que esperaba al pie de la escala de la Covadonga.
Habían convenido que a la mañana siguiente se colocarían en las naves los cañones que debían defender sus proas, de manera que Prat ofreció enviar la madera necesaria para los trabajos, y algunas reparaciones que necesitaba la cañonera.
Cuando ya Prat estaba en la chalupa, Condell, afirmado en la borda de su nave, dijo a Prat "a manera de retruécano", "¡No me escatime la madera, Comandante...!" "¡No, Condell, contestó con seriedad Prat, no le escatimaré la madera ni la ortografía...!" ¡Buenas noches...!
Este iba a ser la ultima entrevista de aquellos dos hombres que fueron condiscípulos en la Escuela Naval y recibieron juntos el bautismo de fuego en las dos naves que ahora comandaban y en una memorable acción de la guerra de 1865 contra España.
Fuente: Reyno Gutiérrez, Manuel, Próceres de Chile: Carlos Condell, Editorial La Nación, Santiago, 1985, P. 22.
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