viernes, 22 de octubre de 2021

El homenaje á Grau (articulo argentino de la editorial El Porteño)

 [Fotografia de Miguel Grau]
 
Indiqué en este diario la justicia de tributar un homenaje público á la memoria de Grau, del noble mártir cuya muerte ha enlutado la América entera, porque hombres de su temple, no mueren, no bajan á la tumba, ni desaparecen del gran escenario de la humanidad sin que esa misma humanidad reconocida tenga un inmenso sollozo con que humedecer la losa helada de ese sepulcro. 
 
Un puñado de jóvenes entusiastas ha dado forma práctica á la idea, y el juéves tiene lugar el funeral, en la Iglesia Metropolitana. 
 
No importa quien invite. 
 
Basta que la invitación exista. 
 
Es para el juéves, como acabamos de decir. 
 
Quién faltará? 
 
Podemos decirlo desde ya, tomando en su conjunto lo que es el pueblo, y la sociedad: no faltará nadie en Buenos Aires. 
 
Este pueblo y esta sociedad, no conocian á Grau personalmente: jamás le habian visto ni contemplado siquiera, en una de esas grandes reuniones populares en las que se destacan de vez en cuando, ciertas figuras simpáticas que despues quedan grabadas en la memoria de las muchedumbres. 
 
Nada de eso. 
 
Este pueblo y esta sociedad conocia á Grau de lejos; marino distinguido en su patria, caballero, gozando de la consideración de todos, americano, teniendo en su corazón el culto por todas las grandes tradiciones de la patria común, y últimamente, comandante del Huáscar, mensagero atrevido de un pensamiento, de una idea, y de una fé, de que Grau era el alma... 
 
Asi es como aqui se conocia á Grau. 
 
Lanzado á una campaña atrevida, en la que era casi seguro —y ya se lo habia pronosticado yo, debiera sucumbir, por la desproporción de la lucha que aceptaba—este pueblo seguia de hito en hito, sus maniobras, sus movimientos, las apariciones repentinas en los puertos chilenos, esas escursiones casi fantásticas, en las que sobresalía, ante todo, la pericia, la serenidad y el valor indomable de Grau, que anticipadamente pareció haber hecho el sublime sacrificio de su vida, en aras de la causa santa á que estaba consagrado. 
 
De repente llega á Buenos Aires la noticia de su muerte, episodio sublime del heroísmo, en medio de los huracanes de un combate tremendo, y...
 
Un dolor profundo agita todos los corazones, y desde ese momento no se piensa sino en una cosa: honrar la memoria de Grau. 
 
Con ese objeto tienen lugar los funerales de pasado mañana. 
 
Yo no necesito recomendar á nadie su asistencia. 
 
Hay deberes que se cumplen con placer, si es que el placer puede tener cabida en los grandes dolores de la existencia humana. 
 
El que tiene que llenar hoy el pueblo de Buenos Aires, es uno de ellos. 
 
El dolor producido por la muerte de Grau, ha sido unánime. 
 
Espléndido debe ser el concurs'o al templo. 
 
Lo esperamos así, en nombre del sentimiento americano, y del respeto que Buenos Aires ha tenido siempre por las grandes acciones de los hombres!
 
Fuente: Héctor F Varela, Corona Funebre: Homenage de la República Argentina a Miguel Grau, Imprenta de El Porteño, calle Belgrano 79, 1879, P. 18.

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