El pueblo de Antofagasta i el ejército acantonado en la ciudad a que no podían permanecer indiferentes habiendo sido testigos de la heroica muerte de los bravos marinos del Abtao.
Por eso, ciudadanos i soldados se apresuraron a preparar unas solemnes honras que fueron celebradas en el templo de aquel puerto con toda la pompa que fué posible.
El día 3 del presente mes tuvo lugar esta espléndida al par que conmovedora ceremonia.
La austeridad i sencillez de los adornos del templo no fué lo que menos llamó la atención.
Del pórtico de entrada pendían cortinajes negros. El altar mayor estaba adornado con banderas nacionales con crespones negros, como para significar que la patria se asociaba al duelo jeneral. A cada lado del altar se veian trofeos militares los cuales eran custodiados por marineros del Abtao.
El catafalco que se levantaba en el medio de la nave principal era también un sencillo féretro.
Lo mas respetable de nuestra sociedad, ejército i marina, se veian allí elevando sus preces al Hacedor Supremo.
Entre otras muchas personas pudimos notar a nuestro jeneral en jefe señor Escala, con su ayudante i secretario señor J. F. Vergara, teniendo a su derecha al comandante del Abtao señor Sánchez, i a su izquierda al capitán de fragata señor Condell, al señor coronel E. Sotomayor con sus ayudantes, al comandante del 4.° de línea, coronel don José Domingo Amunátegui i demás jefes i oficiales de este rejimiento, al teniente coronel comandante del Buin don Luis J. Ortiz i oficíales de este cuerpo, al teniente coronel comandante del 2.° de línea don Eleuterio Ramirez i a los comandantes del Chacabuco, Zapadores, Búlnes, Valparaiso, Rejimiento de Cazadores a Caballo, señores Toro Herrera, Santa Cruz, Echeverría, Castro, Pedro Soto Aguilar, con todos sus oficiales.
En representación del ejército según se ordenó en la orden del dia, concurrieron 25 hombres de cada uno de los rejimientos i batallones de nuestro ejército al mando de un oficial i la trípulacion del Abtao. Toda esta tropa llenaba las naves laterales del templo ocupando el lugar de preferencia los compañeros de las víctimas en cuyo honor se celebraban las honras.
La oración fúnebre se encomendó al intelijente i patriota presbítero señor Fontecilla i fué una pieza notable que correspondió admirablemente a lo que merecían los valientes que murieron defendiendo nuestro glorioso pabellón.
Durante la ceremonia la magnífica banda del rejimiento 4.° de línea tocó fúnebres piezas que hacían mas conmovedora aquella escena.
Así es como se ha cumplido el deber para con los héroes que combatieron por la patria sucumbiendo por conservar inmaculada la honra de nuestra bandera.
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También se trata de levantar en Antofagasta un monumento que recuerde eternamente a los muertos del 28 de agosto abordo del Abtao.
Al efecto, se ha celebrado últimamente una reunión de muchos respetables vecinos.
Se nombró una comisión compuesta de los señores Filomeno Jiménez, Vicente Rosende, Pedro C. Molina, reverendo padre Madariaga i J. Rafael Infante, como tesorero. Se acordó que esta comisión se acerque al señor Jeneral Escala i a la autoridad civil con el objeto de ponerles en su conocimiento esta resolución para su aprobación i cooperación. Da esta manera, la erección del mausoleo será una obra popular en que tomarán parte el ejército, la marina i vecindario de Antofagasta, tanto nacionales como estranjeros.
Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 336.
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