[Óleo de Aguirre Jaramillo que representa a la batalla de Tarapacá, del 27 de noviembre de 1879]
Tenemos a la vista los partes pasados a la Superioridad Militar por todos los jefes chilenos i también poseemos casi todos los del Comando enemigo; i estudiando esos documentos i otras relaciones escritas durante i después de la campaña, hemos escrito esta batalla.
Para completar nuestra información, hemos conversado con varios sobrevivientes; por desgracia de ellos no quedan sino uno que otro.
De los heroicos Zapadores viven únicamente, hablamos de los oficiales, solo los señores don Alejandro Baquedano, don Ricardo 2º Canales, Francisco Silva Basterrica, José Fidel Bahamóndez, el cirujano don Manuel Antonio Vivanco i don Fenelón González, subteniente de la 2ª compañía de la 3ª Brigada del cuerpo nombrado, que es quien no da estos datos.
“Dice, el amigo Fenelón, que ántes de la 7 de la mañana, ya en la División Santa Cruz, se tenía la certidumbre que el enemigo había descubierto a la 3ª División chilena.
I agrega González, que el Mayor don Exequiel Fuentes, que marchaba a la vanguardia de nuestras tropas, hizo presente al comandante de Zapadores, la necesidad absoluta de romper los fuegos de artillería sobre las columnas enemigas que tomaban posiciones de combate a eso de las 7 i media.
Mi Comandante, Santa Cruz, dice González, que era todo un soldado, que tenía instrucciones precisas, severas, que cumplir; que debía llegar a Quillahuasa i dar tiempo a las otras dos secciones de nuestras fuerzas para que cumpliesen su obligación i creyendo poder alcanzarlo, se negó redondamente a dar órden de fuego a la artillería de Fuentes i continuó su marcha.
Como nuestra columna viniese mui disgregada, mi Comandante, mandó hacer alto, a fin de que nuestros rezagados, que serían unos 60 hombres que caminaban bajo la custodia del subteniente don Froilan Guerrero, a quien por cariño apodábamos El Recluta Macheteado, por llevar en su rostro las huellas de profunda cicatriz, se uniesen a nosotros, es decir al grueso de la división...
A vanguardia, he dicho que marchaba la artillería de Fuentes, que se componía de 4 cañones Krupp de montaña; como ayudante del jefe nombrado recuerdo haber visto al alférez don Virjinio 2º Sanhueza; i a cargo de las dos secciones de su arma a los alférez señores don José Manuel Ortúzar i don Julio Puelma.
Inmediatamente a retaguardia de la artillería, marchando por el flanco, venia la 2ª compañía de la 3ª Brigada, que era la única sección de Zapadores que en esos días estuviera en campaña, porque el resto del rejimiento permanecía en Chile.
A la 2ª la mandaba el capitán don Alejandro Baquedano, como a la primera la dirijía don Belisario Zañartu Arrau, que tras la 2ª seguía su pesada i lenta caminata.
El capitán don Emilio Larraín, capitán de la 4ª del 1º del 2º de Línea, cerraba la marcha: pero en realidad de verdad quienes formaban nuestra retaguardia, eran los 60 rezagados de la columna, que he dicho, mandaba el sub-teniente don Froilan Guerrero.
Mi Comandante Santa Cruz, montaba esa mañana un caballo bayo; de ayudantes le servían don José Umitel Urrutia i yo.
Al lado del capitán Baquedano iban como sub-tenientes Amadeo Mendoza, Froilan Guerrero, Federico Maruri i Francisco Silva Basterrica.
Enrique del Canto, que era el teniente de esa compañía había recibido gloriosa herida en la toma de Pisagua.
Con el capitán, don Belisario Zañartu, se batieron ese día su teniente don José Fidel Bahamondes i los sub-tenientes don Francisco Álvarez, don Ricardo 2º Canales i don Ricardo Jordan, que servían de agregados.
En la 4ª del 2º de Línea, cargaba las presillas de teniente Francisco Olivos Bustamante, a quien cariñosamente llamábamos El Tuerto, oficial valeroso, que rindió lo mismo que mi Comandante Santa Cruz su vida en Tacna, como capitán del 2º de Línea.
Manuel Luis Olmedo, el Chico Parraga i Francisco Lagos Z. eran los sub-tenientes del capitán Larraín.
Me olvidaba decir, que el capitán don Rodolfo Villagrán, estaba al frente de los Granaderos; i que estos de orden de mi Comandante, ántes de las 7 de la mañana, tomaron la vanguardia para apoderarse de Quillahuasa, sus aguadas i pastales i cortar la retirada al enemigo empujándolo sobre la villa de Tarapacá”
Después que el Mayor Fuentes pidió la orden de emplazar sus piezas, he dicho que mi Comandante Santa Cruz, dió la orden de alto.
Pues bien, esto ocurría pocos momentos ántes de las 8 de la mañana; el sol quemaba en esos momentos aquellas quebradas sierras; nuestra columna principiaba a reunirse i cuando aun no se juntaba la compañía del capitán Zañartu a la de Baquedano que con la artillería marchaban a vanguardia, el enemigo rompió nutrido fuego de rifle sobre los rezagados del sub-teniente Guerrero, que fué el primero en rendir la vida por su patria.
Guerrero, apenas alcanzó a contestar el fuego cuando fué muerto i con él desaparecieron todos los hombres que con el venían.
Mi Comandante Santa Cruz, tan pronto sintió los disparos enemigos a su retaguardia, formó su línea de combate dando frente al sur i trató desde los primeros momentos de salvar la artillería de Fuentes, pero todo fué inútil.
El enemigo inmediatamente que hubo despejado la zona de los rezagados, volvió sus fuegos contra nosotros; puedo asegurar que a nuestro frente jamás durante la hora i media a dos horas que duró la acción tuvimos ménos de 1,000 a 1,300 hombres a nuestro frente, mandados por jefes que demostraron valor e intelijencia para dirijir a sus tropas.
Mi Mayor Fuentes, en los primeros instantes pudo hacer fuego con sus piezas, pero luego tuvo que abandonarlas, por haber perdido el campo de tiro de sus cañones, batiéndose sus sirvientes como infantes.
Intertanto nuestra infantería, es decir las dos compañías de Zapadores i la 4ª del 1º del 2º de Línea, sostenían desesperadamente el fuego i conseguían detener el avance del enemigo; más aquel esfuerzo hubo que tener su termino, porque uno a uno fueron cayendo casi todos sus oficiales.
A las 8 de la mañana en punto, según mi reloj, la batalla principió; a las 11 estábamos completamente deshechos; i de los veintiuno a veintidós oficiales que mandaban la 3ª división, sólo quedaban en pié ilesos: Santa Cruz, José Umite Urrutia, Fuentes, Sanhueza, Ortúzar, Julio Puelma, Ricardo Canales, Francisco Olivos, Manuel Luis Olmedo, José Fidel Bahamondes i yo trece en todos.
Todos los demás, es decir casi la mitad, habían muerto o soportaban crueles heridas.
I si esto acontecía entre los oficiales, las bajas de la tropa eran tremendas; Zapadores era mucho ménos que un esqueleto; la 4ª del 2º de Línea del capitán Larraín tenía a su capitán gravemente herido i sus heridos sumaban mas de la mitad de su efectivo.
Lo que nos salvó fué la presencia, primero de los granaderos del capitán Villagrán, i en seguida la entrada al fuego, como a las diez i media de la mañana de la Artillería de Marina i el Chacabuco i el valor imponderable de nuestros jefes i oficiales que no cejaron jamás en su empeño de salvar la honra inmaculada de su bandera i de su Patria.
Fuente: Molinare, Nicanor, Batalla de Tarapacá : 27 de noviembre de 1879, Impr. Cervantes, Delicias 1177, 1911, P. 21.
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