[Retrato de Arturo Prat, oleo de Alfredo Valenzuela Puelma]
ARTURO PRAT.
21 DE MAYO DE 1879.
Al que derrama impío la sangre de otro hombre
Castígalo severa tu mano, sociedad,
I al que asesina a un héroe sin igual renombre
Qué apodo habrá de darle tu historia, humanidad!
I.
Poderoso rival de los titanes
Que libertad i patria nos legaron;
Semi-dios del valor cual no anunciaron
Las épicas trompetas otro igual,
Álcese Homero de su fosa bebida
Para cantar las glorias de tu nombre;
Vuelva a encarnarse Fidias en el hombre
Que tu estatua gloriosa ha de tallar.
Los triunfantes heraldos de la fama
Lleven su nombre hasta confín lejano,
I donde quiera aliente un ser humano
Óigase un himno eterno en su loor;
Para grabar sus cifras inmortales
Preste su brillo májico el brillante;
Sirva de pedestal a ese jigante
El pico de Aconcagua abrasador.
¡Oh, su nombre! sabrálo el tierno infante
Por la nodriza que a su lado vela;
La primera palabra que en la escuela
Debe aprender el niño a deletrear;
El sacerdote en él hallará ejemplo,
Emulación magnífica el guerrero,
Virtud modesta el ciudadano austero
I el orbe una figura colosal.
Oh! veintiuno de Mayo! fiel testigo
De tan heroica i de tan sublime hazaña,
Tu deslumbrante resplandor empaña
Cuanto en la historia fulguró hasta ayer;
Las horas para tí no vuelan rápidas,
No ha muerto el sol que te alumbraba ufano;
Los años i los siglos con sn mano
Jamas podrán tu luz oscurecer.
II.
El dia precursor de tantas glorias
Le señala su puesto en el combate:
El Huáscar está allí, mas no se abate
Su incomparable, indómito valor.
La sangre i destrucción no le amedrentan;
Las balas enemigas atrepella,
Pues lo guiabas tú, chilena estrella,
E iba a ser tu mortaja el tricolor.
Jigante en su heroísmo se levanta,
Volcan abrasador es su mirada,
Rayo de muerte su vibrante espada
I su voz de la patria esclamacion:
Salta el puente enemigo, hiere, mata
Cuanto su diestra vengadora alcanza,
I cae al fin, sublime en su pujanza,
Atacando del Huáscar el torreón!
Entre nimbos de luces celestiales
Dios concedióle a un serafín hermoso
Que llevara a ese espíritu glorioso
Al mas sublime trono del edén;
Mientras su cuerpo examine, sin vida
En la mano ya ríjida i helada
Aun apretaba la luciente espada
Que hizo a la muerte misma estremecer!
Como al calor del sol brotan las flores,
Prat con su ejemplo el heroísmo crea:
Muere junto a su jefe el bravo Aldea,
Pero muere matando sin piedad.
Serrano salta ya: nada hai que iguale
Al poderoso empuje que lo anima:
Llega del heroísmo hasta la cima
I lo coronas tú, inmortalidad.
Ya va a morir la lejendaria nave,
Pero aun se siente su postrer latido:
Es Riquelme que el último estampido
Del último cañón hace tronar.
Niño sublime, llega en un instante
Por su coraje i sin igual bravura
Hasta el dorado alcázar que en la altura
Va el alma de los mártires a hallar.
Ya se hunde la Esmeralda lentamente
Como en dia de triunfo, empavesada;
La enseña tricolor no ha sido arriada,
El deseo de Prat cumplido está.
¿I su émulo en la hazaña i en la gloria?
¿Uribe? vedlo: impávido, sereno:
La Esmeralda es su madre i en sn seno
Al abismo con ella bajará!!!
III
Meteoro fugaz fué su existencia,
Mas la estela que marca tu sendero
Será de luz magnífico reguero
Que eternamente fulgurante esté;
Tu nombre será un canto de victoria,
Una leyenda tu grandiosa hazaña,
I el apacible mar que a Chile baña
Blandos rumores sin cesar te dé.
¿En dónde hallar un pedestal que pueda
Soportar al coloso de la gloria?
El bronce i el diamante son escoria
Que no bastan su nombre a conservar.
En las cimas mas altas de los Andes,
Teniendo por antorchas cien volcanes,
I bien cerca de Dios, podrá a sus manes
La patria humilde ofrenda tributar.
Al heroico valor de ese soldado
Eleve Chile majestuoso templo;
Ha enseñado a morir dando el ejemplo,
I es preciso su herencia conservar.
Si el cadáver glorioso de ese mártir
No lo comió antropófago el peruano,
En urnas de oro el pueblo soberano
Sus cenizas benditas sepa honrar.
Hoi mudo está su hogar antes risueño,
Pero orgulloso con su nombre egréjio;
Chile, si es justo, patrimonio réjio
A sus huérfanos hijos ha de dar.
Su madre al arrullarlos en la cuna
Les cantará magnífica leyenda
I cuando la razón su mente encienda
La historia de sn padre ya sabrán.
PEDRO NOLASCO PRÉNDEZ.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 380.
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