martes, 3 de diciembre de 2019

Carta de pesame de Vicuña Mackenna a la señora Gabriela Medina de Ramirez

[Fotografia de Benjamin Vicuña Mackenna]


El señor Vicuña Mackenna a nombre de la sociedad Protectora de Santiago:

Señora Gabriela Medina de Ramirez.

Santiago, diciembre 25 de 1879.

Digna señora:

Durante varios dias he retardado voluntariamente el cumplimiento del doloroso encargo que me confiara la sociedad Protectora de Santiago para ofrecer a Ud. su profunda condolencia por la pérdida de su justamente llorado esposo i noble soldado de la República, el teniente coronel i comandante del 2° rejimiento de línea don Eleuterio Ramirez.


I ese retardo, señora, no provenía tanto del temor de aumentar la justa aflicción de su alma viuda como de un resto de esperanza que alentaba la nuestra para no dar por consumado el triste si bien glorioso sacrificio.

Hoi esa esperanza ha desaparecido por completo. Pero junto con la realidad que cubre de luto su hogar i nutre dé calorosa simpatía el corazón de todos los chilenos por una noble memoria i una orfandad acreedora a alto favor, ha llegado a Chile la confirmación del heroísmo supremo que condujo a su denodado esposo a la batalla, i le hizo mantenerse inflexible en su campo, no obstante el derramiento de su sangre que comenzó a postrar sus fuerzas físicas desde la primera hora.

El comandante. Ramirez sucumbió al fin junto con seis dé sus capitanes de fila i rodeado de no menos de veinte de sus subalternos electrizados por su ejemplo.

Quinientos de sus soldados, fieles a su voz, quedaron tendidos en torno suyo después de nueve horas de indómita bravura.

Créame Ud., señora, que conocedor de los fastos militares de la República, no he encontrado en ninguna época hecho semejante a esa proeza; i abrigo la persuacion profunda de que por ella su esposo i el rejimiento de bravos que mandó en la quebrada de Tarapacá el 27 de noviembre del año que fenece, han vinculado su nombre a una gloria señalada i secular de la República.

Cuando se pierde así la vida en lejana tierra, el hogar del héroe no puede ser un techo indeferente para sus conciudadanos; i mientras la hora de la justicia pública llega para los manes del muerto, ruego a Ud., digna señora, no olvide que sus hijos no han quedado del todo sin amigos entre los vivos.

Son estos los votos que la sociedad Protectora de Santiago me ha encargado hacerle presente, i al cumplirlo me cabe, señora, la satisfacción de ofrecer a Ud. mis mas respetuosas consideraciones.

B. VICUÑA MACKENNA.

Fuente: Boletín de la Guerra del Pacifico 1879-1881, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, P. 515.

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