jueves, 22 de abril de 2021

Manifestacion al Comandante Latorre

 [Ilustración de Juan José Latorre de 1904]
 
Una hermosa i merecida manifestación se ha hecho al valiente comandante de la Magallanes. 
 
Varios caballeros de Santiago le envían por el próximo vapor un precioso cronómetro de bolsillo, de oro, i de la forma mas elegante. 
 
Es una esquisita obra de arte adquirida en la acreditada joyería de los señores Herz i C.ª, que vale la pena de ser examinada por los intelijentes i que ha sido vendida por un precio mui inferior al de su costo en razón del objeto a que está dedicada. 
 
En la tapa del reverso i grabadas con preciosas letras esculpidas por el hábil grabador Depaut, se lee la siguiente inscripción:—A J. J. Latorre, comandante de la cañonera Magallanes en el combate de Loa.— Abril 12 de 1879, 12 M. 
 
La última cifra se refiere a la hora cronométrica en que comenzó el combate: las doce en punto. 
 
Los mismos caballeros han enviado también al segundo jefe de la Magallanes, el teniente 1.° don Cenobio Molina., un bonito reloj de viaje con despertador, encerrado dentro de un estuche de tafilete i sumamente a propósito para el camarote de un oficial que desea marcar las horas de su guardia i demás servicios. 
 
Estas obras de. arte tan oportunamente elejidas, han sido costeadas por una suscricion recojida en pocos minutos con las erogaciones de varios señores. 
 
Los objetos que forman el recuerdo (testimonial) ofrecido a los jefes de la Magallanes, serán enviados hoi al señor Altamirano para su pronta i segura remisión a la escuadra; estos van acompañados con la siguiente carta del señor Benjamín Vicuña Mackenna, promotor de la idea: 
 
«Señor don Juan José Latorre.—Santiago, Abril 22 de 1879.—Mi querido comandante: Cuando hace cabalmente un mes tuve el gusto de dar a usted mi abrazo de despedida en Viña del Mar, le dije con sincera efusión que Chile tenia confiados sus destinos a los cañones de su escuadra i a los valerosos brazos encargados de su custodia i servicio, añadiendo que, por tanto, esperaba que si a usted cabia la suerte del primer combate, usted estaría a la altura de las esperanzas de la patria en peligro. 
 
Por única respuesta me dijo usted, con la modestia austera de su noble profesión, que sabría cumplir con su deber como marino de Chile. 
 
El cielo ha querido que la prueba haya venido pronto, i que en ella haya usted dado a su patria un verdadero dia de gloria, batiéndose impávido i sereno contra dos buques poderosos que habían tendido a su pequeña pero valerosa nave, una verdadera i peligrosísima celada de mar. 
 
Usted i sus valientes compañeros han probado que la sorpresa no vale como un ardid de guerra contra marinos chilenos; i al batirse i poner en fuga a dos barcos superiores en tripulación, en artillería, en marcha i mandados por un jefe peruano de renombre, han consumado una verdadera hazaña, digna de los anales de la República. 
 
Marinos que antes de romper el fuego clavan su bandera i alistar; sus válvulas de inmersión para irse a pique antes que entregarse al enemigo, son a la verdad dignos hijos de aquellos bravos que lord Cochrane proclamó «iguales a los primeros marinos del mundo,» cuando en la noche del 5 de Diciembre de 1820 se adueñó, dentro de la rada del Callao, defendida por doscientas bocas de fuego, de la fragata Esmeralda, de cuarenta cañones. 
 
Unánimes i entusiastas son los elojios tributados por la prensa i la opinión pública a los tripulantes de la Magallanes, de capitán a paje. 
 
Para mientras llega la hora en que los directores de la guerra ofrezcan a los que lo hayan merecido el galardón que la ordenanza i el patriotismo les señala, dígnese usted aceptar, en nombre de unos pocos de sus amigos, el cronómetro de bolsillo que será enviado a usted, junto con esta carta, por el Comandante Jeneral de Marina de Valparaíso. 
 
Me permito asi mismo rogar a usted ponga en manos de su digno segundo, el señor Molina, el reloj de viaje que va en un estuche por separado; i como la suscricion que ha costeado estos objetos, i que he recojido hoi en unos pocos minutos, en el camino de mi quinta del Camino de Cintura al centro de la ciudad, ha dejado un sobrante de veinte pesos, me permito incluirle esta pequeña suma en cuatro billetes que usted se servirá distribuir a los artilleros que, a su juicio, hayan hecho mejores punterías de combate en el encuentro. 
 
Rogando a usted escuse la pequeñez de esta manifestación improvisada, i esperando que usted i sus bravos camaradas de la escuadra reservarán todavía al pais días de justo orgullo nacional, me suscribo su afectísimo amigo.— B. VICUÑA MACKENNA».—(Ferrocarril.)
 
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 223.
 

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