Señor corresponsal del Mercurio don Eloi T. Caviedez:
Voi a hacerle a la lijera la relación que me pide sobre el combate que tuvo lugar el 12 del actual en la ribera Norte del rio Loa entre las corbetas Union i Pilcomayo i la Magallanes.
Como a las 10.30 A. M. avistamos dos humos por la mura de estribor i nos acercamos para reconocerlos. Una vez cerca de ellos nos pareció ser la Esmeralda la que venia delante i la otra una de las corbetas; pero pocos momentos después conocimos ser los dos buques peruanos ya nombrados. Inmediatamente pusimos la caña a babor i se tocó zafarrancho, pero ya todo el mundo estaba en su puesto. Se cargó los cañones i quedó todo listo para entrar en combate. En este momento se encontraban la Pilcomayo i la Union haciendo señales para tomar sus posiciones de combate; su situación era por la aleta de nosotros.
A las 11.45 la Union enarboló su pabellón afianzándolo con un cañonazo, i lo mismo hizo la Pilcomayo; mas nosotros permanecimos impasibles activando los fuegos para seguir nuestro derrotero. A los nueve cañonazos que hubo disparado la Union, el comandante ordenó izar el tricolor afianzándolo con un tiro con el cañón de a 115. Eran las doce del dia. Se nos dio la distancia i principió el cañoneo, asegurándole de mi parte que todos los tiros lanzados por nosotros han sido mui certeros, a la par que los de la Union mui cortos pero con buena dirección.
La Pilcomayo, que tenia orden de la Union para hacernos fuego por el costado de estribor, no nos daba alcance, pero se atravesaba para lanzarnos sus disparos. Un casco de granada de los de la Pilcomayo vino de rebote i nos dio en la aleta de babor. Ancho 15 centímetros, largo 40 i profundidad 5.
Le diré que todos nuestros disparos se dirijieron solamente a la Union, la que por cada tiro de nosotros ella contestaba con tres. Las averias que creo hayan tenido deben ser de consideración, pues no se comprende cómo dos buenos buques andadores hayan emprendido la fuga sin habernos seguido.
Se observó que durante el cañoneo de ambos buques, la Union ya no disparaba con sus siete cañones sino con dos i a mas que eran mui tardíos. Cuando se vio un gran escape de vapor, ella viró para tierra i nos presentó el costado de babor, que presumo sea el que tendrá bueno i sin disparar un solo tiro mientras que nosotros seguimos, dándole balas mientras ella corriá al Sur a juntarse a la Pilcomayo.
La menor distancia ha sido de 2,300 metros i la mayor a 4,200. Es lo que por ahora puedo relatarle de nuestro feliz combate en Chipana.
De usted.—ONOFRE PÉREZ G.
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Iquique, Abril 14 de 1879.
Querido Daniel:—-Antes de ayer en la noche fondeamos en este puerto con procedencia de Antofagasta. En nuestro trayecto i frente a la desembocadura del rio Loa avistamos dos buques que en los primeros momentos los confundimos con la Esmeralda i una de las corbetas. A poco andar reconocimos a la Union i Pilcomayo que nos pusieron la proa cuando estuvimos frente a ellos.
Inmediatamente tocamos a zafarrancho, i listo todo esperamos el combate. Los buques peruanos tomaron direcciones para tomarnos entre dos fuegos: la Union por estribor i la Pilcomayo por babor. Momentos después de esta maniobra, la Union izó su bandera, afirmándola con un cañonazo. Luego como no nos pudiera dar alcance, la Pilcomayo nos presenta el costado de estribor i dio principio a los disparos.
Nosotros no hicimos el menor juicio a los tiros de la Pilcomayo, i solo presentamos nuestros cañones a la Union, que gracia a su mucho andar, iba a la par con la Magallanes.
Inútil es decirte que nos hemos batido desesperadamente, pues eran dos buques mui superiores contra uno, i en los primeros momentos todos creímos ser vencidos irremisiblemente. Tan lo creyó así el comandante, que mandó amarrar de firme la bandera, alistar el buque para echarlo a pique i rompió todos los papeles por los cuales hubieran podido saber algo los peruanos. El combate duró como una hora larga, i era de ver como cada tiro que era bien dado, era saludado con vivas por toda la tripulación. El miedo nadie lo conocía, i era tal el entusiasmo, que individuos que estaban en cama casi sin moverse, corrían a tomar sus puestos en el combate.
Nosotros perdimos la lancha a vapor, que tuvimos que echarla al agua por incomodar al cañón de a 115 libras; i también era inútil conservarla en los pescantes, pues con los disparos del mismo cañón habría sido despedazada. Por la popa sacamos un balazo de la Pilcomayo, que puede decirse un astillazo, pues no pasó al otro lado. La Union debe haber sacado averias de consideración, pues se le vio escapar mucho vapor i virando abandonarnos para unirse con la Pilcomayo, que la dejamos por la popa. Sin embargo, ésta siguió haciéndonos fuego i la Union calló sus cañones.
La Magallanes continuó su rumbo en medio de los vivas del comandante, oficiales i tripulación.
Los peruanos si no nos tomaron fué de tontos i de cobardes.
En la noche fondeamos en Iquique.
Dispensa te acabe mi carta con lápiz, pues te escribo desde un bote.
Tuyo.
J. M. VlLLARREAL C.
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Iquique, Abril 13 de 1879.—(Bloqueando.)
Corbeta Magallanes.
Señor don José Zegers.
Querido papá:
Sin mas tiempo que el necesario para escribirle unas pocas líneas, le dirijo la presente con el solo objeto de sacarlo de dudas i relatarle a la lijera lo sucedido el 12 del presente, reservándome para el próximo vapor una relación detallada del combate, la cual irá acompañada de un croquis para mejor intelijencia.
Estoi.contento, querido papá, por haberme encontrado en el primer combate naval de esta campaña, el cual ha sido glorioso para nosotros bajo todos conceptos.
El 11 del presente recibimos orden del coronel Sotomayor para marchar a Iquique a reunirnos allí con la escuadra. Cumpliendo con esta orden, zarpamos de la rada de Antofagasta el mismo dia en la noche. Esta trascurrió sin novedad, conservándonos siempre a vista de tierra. Al dia siguiente al amanecer estábamos frente a Cobija i a las 11 avistábamos el rio Loa. Hasta aquí todo iba a pedir de boca, i en todo pensábamos menos en un combate con fuerzas enemigas. A las 11.30 avistamos en la desembocadura del Loa dos buques a vapor; por lo que a primera vista pudimos ver, tomamos por la Esmeralda i O'Higgins a dichos buques, i en consecuencia continuamos navegando con toda confianza; mas pronto vimos que nos habíamos equivocado. El buque que creíamos ser la Esmeralda, era mayor que ésta i en ella reconocimos pronto a la corbeta peruana Union. La otra resultó ser la corbeta Pilcomayo.
Inmediatamente se tocó a zafarrancho i a los dos minutos estaba todo el mundo en sus puestos con los cañones cargados.
A pesar de que el enemigo era tres veces mas fuerte, en todas las caras se veía el contento i la confianza. Se conocía que toda aquella jente era chilena.
Juzgue usted de la diferencia de fuerzas en vista de los siguientes datos:
La corbeta Union, de 1,300 toneladas, carga 14 cañones, dos de a 150 i doce de a 68, sistema francés.
La Pilcomayo, de 750 toneladas, tiene dos colizas de 70 libras i cuatro cañones de a 40.
Vea usted ahora nuestras fuerzas: 770 toneladas i 4 cañones, uno de a 115, otro de 64 i dos de 20 libras.
Por lo que respecta al andar, la Union anda mas que nosotros. Pues bien: con esta desigualdad de fuerzas íbamos a entrar en combate. Pronto reconocieron los peruanos que nuestro buque era chileno; se prestaba a esto el aparejo, que lo llevábamos calado en son de combate, i en consecuencia se lanzaron en nuestra persecución. Nosotros dimos toda fuerza a la máquina. Tan luego como estuvimos a tiro de cañón, los peruanos, creyéndonos presa segura, izaron su inmundo bicolor, afirmándolo con un tiro a bala la Union.
La Pilcomayo siguió haciendo fuego, i solo a su sesto disparo nosotros izamos nuestro glorioso tricolor, afirmándolo con un tiro de a 115 tan certero que le dio a la Union en el medio del costado. Desde este momento principió el combate con todo vigor. La Pilcomayo, situada por la popa i queriéndonos alcanzar, nos disparaba sin cesar. La Union, avanzando por estribor i ganándonos terreno, nos disparaba a cada momento toda su artillería. Nosotros seguíamos a toda fuerza i contestábamos sin cesar a los fuegos del enemigo. Al noveno disparo de la Pilcomayo, una granada nos dio por aleta, sin causar mas perjuicio que un rasmillón de tres pulgadas de profundidad i lanzar una columna de agua que empapó a los sirvientes del cañón 4.
Pocos momentos después nos acertó otro disparo un poco mas a proa, cansando menos daño que el anterior; todos los demás tiros de este buque quedaron por la popa, sin alcanzarnos, pues ya el buque enemigo habia quedado fuera de tiro, con motivo de su menor andar. En consecuencia el combate quedó reducido a la Union i Magallanes, a 14 cañones contra 4. La Union no haría menos de 130 disparos. Sus balas i granadas nos rodeaban, pero todas pasaban sin causar daño.
Al ruido producido por el estampido del cañón, habia que agregar el silvido de las balas en el aire. Le aseguro que aquel espectáculo era imponente. Varios cascos de granadas cayeron próximos a mí, mas por felicidad ninguno causó daño de consideración.
Nuestros cañones seguían disparando con toda actividad, i a cada cañonazo bien dado se sentía un ¡hurra! jeneral. No menos de diez disparos tenemos seguridad de haberle dado a la Union. Después de lanzar nosotros una granada doble que cayó en la cubierta, vimos elevarse una columna de humo i un objeto negro que no pudimos distinguir. A otro disparo nuestro, el buque se tumbó mi poco i empezó a escapar vapor en inmensa cantidad; al mismo tiempo e inmediatamente empezó a virar, tratando de volver atrás. Nosotros continuamos disparando. La Union apuró su máquina i puso proa al Sur, tratando de hacer una cobarde retirada. Entonces nosotros la seguimos un poco, dándole magníficos tiros, los que continuamos hasta estar fuera de cañón. Si hubiéramos andado tanto como ellos los habríamos perseguido, pero en nuestro caso todo era inútil. Media hora después se habia unido a la Pilcomayo i ambas hicieron rumbo a tierra, emprendiendo la mas cobarde retirada.
Como usted ve, el éxito ha sido completo, i desde ese dia habrá un hecho mas que agregar a nuestra gloriosa marina militar.
Ademas de los daños causados por los tiros, tuvimos el sentimiento de perder nuestra lancha a vapor. Daño personal no hemos tenido ninguno. Las pérdidas de la Union no deben haber sido pocas. Así lo atestiguan su vergonzosa retirada i los efectos visibles que produjeron nuestras granadas. El total de nuestros tiros fué de cincuenta i uno.
Aquí, Iquique, llegamos el mismo dia en la noche, siendo recibida con gran entusiasmo la noticia de nuestro encuentro.
El almirante va a pasar una nota mui honrosa al señor Ministro del ramo.
Sin tiempo para mas, salude a mi nombre a todos mis hermanos, etc., etc.
V. ZEGERS R.
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Señor don David Honorato.
Iquique, Abril 14 de 1879.
Mi estimado señor i amigo:
El vapor está a la vista i no tengo tiempo que perder para comunicarle, como le prometí, una noticia de importancia, ya que antes no habia podido hacerlo, pues desde que llegamos la Magallanes se ha llevado en continuo movimiento.
El sábado 12 nos hemos batido con la Union i Pilcomayo a la altura de Bahia Chipana, a 70 millas al Norte de Cobija.
El 7 salimos de este puerto con el Cochrane para Antofagasta, a donde llegamos el 9 por la mañana. En ese dia i al siguiente cargamos carbón, i el 11 a las 9 i media P. M. dejamos el fondeadero nosotros solos, con rumbo al Norte. Los subalternos no sabemos nunca para dónde vamos ni a qué.
El 12, sábado Santo, como a las 10 A. M. se avistaron humos al Norte i creímos que fueran algunos de. nuestros buques. Cuando se distinguieron los cascos, creímos que eran la Esmeralda i alguna de las corbetas; pero bien pronto el comandante reconoció a la Union i Pilcomayo que salían a cortarnos frente a la boca del Loa. Se mandó activar los fuegos i todos ocupamos nuestros puestos de combate. El enemigo distaría cinco millas. Eramos uno contra dos mas fuertes.
En lugar de volver caras, el comandante prefirió forzar el paso. Da gusto servir a las órdenes de un jefe valiente.
A las 12 los teníamos por la cuadra. A las 12.10, izaron su bandera i rompió el fuego la Pilcomayo. En este instante la posición de los buques era así: ellos al lado de la costa; nosotros a tres mil metros mas afuera, todos rumbo al Norte i a unas cinco millas al Oeste de Bahia Chipana. La Union izó una señal, i acto continuo la Pilcomayo se hizo afuera como para tomarnos por babor. Al ejecutar esta maniobra parece que temió nuestros fuegos, pues hizo rumbo rectamente al Oeste en lugar de inclinarse algo hacia nosotros; eso la hizo perder camino i se quedó atrás. La Union se nos iba entrando. Cuando la tuvimos a dos mil quinientos metros rompimos el fuego nosotros; eran las 12.15. La Union ganaba terreno estrechando la distancia; la teníamos algo a popa de la cuadra por estribor i el cañoneo estaba en toda su fuerza. Entre tanto la Pilcomayo nos hacia fuego por la popa. Los tiros de esta última eran mas certeros: uno de ellos rebotó a cincuenta metros de la popa bañándonos en agua, i vino a sacar un astillazo en el costado de estribor cerca la popa i a un metro sobre el agua. Fué el único proyectil enemigo que nos tocó. Los tiros de la Union tenian buena dirección pero mala elevación: no menos de doce tiros pasaron sobre el buque i por entre los palos, i muchos mas cayeron a cien metros de nosotros.
Nuestros tiros fueron con buenas direcciones, pero no podemos apreciar sus efectos. Después de un tiro nuestro se notó un escape de vapor.
Como a las 12.40 la Union comenzó a disminuir su andar i a las 12.50 se retiró del combate, haciéndoles nuestros ultimos disparos a 4,500 metros. ¿Por qué se retiró la Union? ¿Qué le sucedió o qué temieron?
Francamente yo no lo comprendo. El combate cesó frente a Bahia Comache (doce millas al Norte de Chipana). Nosotros seguimos en nuestros puestos hasta perder al enemigo de vista. Ellos se dirijieron a la costa.
Total de tiros disparados: nosotros 45, ellos los estimo en mas de 100, pues por cada tiro nuestro nos disparaban ellos dos o tres. A la Pilcomayo no le hemos hecho un solo disparo, pues estaba por la popa.
¿Qué tal?
Ahora si alguno me pregunta si he oido silbar las balas si las he visto caer cerca de mí, puedo contestar que sí. Francamente, a usted, como mi amigo, se lo digo: no he tenido temor ni lo he notado en nadie a bordo; al principio serenidad i poco después mucho entusiasmo: cada tiro bueno era saludado con ¡hurras!
LUIS V. CÓNTRERAS.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 220.
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