lunes, 10 de agosto de 2020

Inconvenientes para enviar a Chile los pertrechos de guerra

 [Oleo de Alberto Blest Gana]

NUM. 17.  LEGACION DE CHILE EN FRANCIA.

Paris, Octubre 31 de 1879.

Señor Ministro:

El último correo no me ha traído ninguna correspondencia oficial, de modo que no tengo nota alguna de V. S. que contestar y paso a ocuparme de los asuntos pendientes de ese departamento de Estado.

Cañones.- En diversas notas he explicado a V. S. la forma en que las circunstancias me han hecho cumplir el encargo de 12 cañones para la defensa de costas, y como los seis que había primeramente contratado con la casa Krupp, de solo 15 centímetros, fueron cambiados por cuatro de a 21 centímetros, mucho más poderosos.

Incluso reinito a V. S. un dibujo para las plataformas en que deben colocarse dichos cañones, cuyo envío anunciaré a V. S. oportunamente.


Suponiendo que están designados ya los puntos donde van a situarse las baterías a que estos cañones están destinados, conviene que las plataformas se principien a construir desde luego para recibir dichos cañones a su llegada.

Para este trabajo podrán utilizarse los servicios de un operario, Mr. M., que he contratado en la casa de Armstrong para dirigir en Chile la construcción de las baterías de barbeta de nueva invención en que deben colocarse tanto los cañones de a 20 toneladas que van en el Hylton Castle, cuanto los de a 70, recamarados, de Armstrong, que quedan por mandar y que irán con los arriba mencionados de Krupp.

Unos y otros de estos cañones deben concluirse en el curso del entrante mes.

Conet-gun.- En varias comunicaciones he informado a V. S. que después de buscar inútilmente en Europa las municiones encargadas para una ametralladora de este nombre, pedí su compra al señor Ministro de la República en Washington, quien, después de algunas diligencias infructuosas, pudo por fin encontrarlas y adquirir los 50.000 tiros encargados.

Adjuntos se servirá V. S. encontrar: número 1, copia de las cartas que me ha remitido el señor Astaburuaga que justifican que las municiones compradas son las mismas que se necesitan; número 2, una cuenta del gasto en la compra y envío de estas municiones.

No teniendo ningún otro medio rápido de enviarlas el señor Astaburuaga, hizo el ensayo de mandar la mitad de ellas por Panamá, en cajones o barriles, que disfrazaban completamente el contenido.

Desgraciadamente, parece que después de llegar las municiones a Panamá, la Compañía del Pacífico se negó a tomarlas por haber descubierto la naturaleza de la carga. Según los datos llegados al señor Astaburuaga, este descubrimiento tuvo lugar porque en el mismo vapor trataron los peruanos de embarcar municiones que fueron descubiertas antes de la llegada de las que remitía nuestro Ministro.

Este me ha preguntado si debería reponer las municiones detenidas para enviarlas por buque de vela con la otra mitad que no se había mandado. He respuesto pidiéndole practique las diligencias necesarias para que se le devuelvan las municiones de Panamá antes de entrar en nuevo gasto y espero lo que resulte de esta medida.

El gasto, según la cuenta citada, asciende a la suma de 317.9.2 libras esterlinas, por el cual ruego a V. S. se sirva, recabar la aprobación suprema.Remesa. Preparo actualmente la de los cañones citados y demás artículos de guerra que quedan para completar el envío de todo lo encargado. Los cañones, como he dicho a V. S., se terminarán en el curso del próximo mes. Aun cuando ya en otras notas he explicado las dificultades insuperables que se presentan para adquirir instantáneamente armas y municiones de guerra de tipos especiales, la impaciencia, y reflexión con que veo por los diarios de Chile que se exige al Gobierno la adquisición de elementos cuya compra, remesa y llegada a Chile exige largo tiempo, me hace volver sobre este punto, para que quede explicado que, atendiendo a las dificultades que se ofrecen a los beligerantes y las infinitas que presenta la industria, aun en los países más adelantados como estos, era materialmente imposible hacer las remesas de armas y municiones con más prontitud que las que ha ido despachando esta Legación.

Como el fusil Comblain, reconocido todavía entre los mejores que se conocen, es de fabricación lenta, porque no hay grandes manufacturas preparadas para hacerlo, me limité solo a contratar la mitad de lo pedido mientras se estudiaba como adoptar otros tipos de fusiles modernos y reconocidamente buenos a la bala del calibre Comblain. Este estudio produjo la adopción y trasformación de fusiles Gras y de fusiles Beaumont, tipos uno y otro que no estaban inventados cuando adopté el Comblain seis años atras. Los fusiles trasformados a las entregas parciales de fusiles Comblain, se han ido remitiendo a medida que se concluían, junto con los demás encargos de guerra.

Una observación análoga debe hacerse para las municiones. Cada fábrica solo hace generalmente las del país en que funciona, es decir, las del fusil del ejército de dicho país. Para hacer fabricar cartuchos Comblain en grandes cantidades, fue menester que las fábricas pasaran primero por la preparación de útiles y la adquisición de artículos necesarios para la nueva fabricación. Esto explica cómo no bastaba que el Ministerio hiciera su primer pedido de 3.000.000 de cartuchos, por vapor, porque esos 3.000.000 demandaban al principio, para fabricarse, doble más tiempo que el que ha sido necesario para fabricar después 12.000.000.

En cuanto a los medios de envío, ya he explicado que es imposible contar con los vapores de ninguna línea. Igual cosa sucede con los buques de vela. Ninguno de éstos, con mercaderías de comercio, admite ni un solo fusil, ni un solo cartucho para países en guerra.

Era pues menester fletar buques especialmente, y como se trataba de un país que por economías carecía de todo lo necesario para hacer la guerra, era menester adoptar el único medio rápido conocido, es decir, fletar vapores. Esto es lo que he hecho, despachando vapores apenas he podido reunir, no digo la carga suficiente, sino lo necesario para hacer remesas, capaces cada cual de ir a satisfacer necesidades apremiantes.

Al mismo tiempo, como lo sabe el Gobierno, he tomado sobre mí el enviar armas nuevas y que consideraba indispensables. Así, anticipándome a los deseos del Gobierno, he mandado ametralladoras para la defensa de los buques. He mandado también, venciendo dificultades que es inútil detallar, una batería completa de cañones Krupp, a consignación 6.000 Chassepots, que podrían servir muy bien para la Guardia Nacional, 3.000 fusiles Beaumont y dos ametralladoras, todo con sus municiones, y toda la ventaja excepcionalísima de dejar al Gobierno en la libertad de tomarlo o no. De este modo se verá que por mi parte he atendido a la parte que en la guerra actual me tocaba desempeñar, con toda la prontitud y en mayor proporción aun que lo que se me ha pedido.A esto puedo agregar, con satisfacción, de haber remitido artículos de primera calidad en todos los ramos y a los precios más moderados que es posible obtener aun en tiempo de paz.

Dios guarde a V. S.

A. BLEST GANA.

Al señor Ministro de la Guerra.

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso, 1885, P. 86.

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