jueves, 6 de agosto de 2020

Carta al Contra-Almirante Grau

 [Fotoretrato de Miguel Grau en la década de 1960]

Ilo, Setiembre 2 de 1879.

Señor contra-almirante don Miguel Grau.—Mi mui respetado amigo: Aunque lo supongo a usted atareadísimo con la lectura de la inagotable cantidad de cartas de felicitación que le estarán llegando de todas partes por el ascenso a contra-almirante de la armada peruana con que las Cámaras acaban de recompensar los inmensos servicios que ha prestado usted a la patria en la actual guerra con Chile, no quiero sin embargo privarme del placer de hacerme presente a usted en estos momentos.

Si para ello tuviera que pecar de importuno i distraerlo un momento de sus mas serias ocupaciones, la sincera amistad que le profeso i la profunda estimación que tengo para con usted me servirán de disculpa.


El dictamen de la comisión de premios i el discurso del señor don Carlos Elias, que no son sino la fiel interpretación de los sentimientos que abriga cada uno de los peruanos, son manifestaciones que honran a usted en alto grado; sin embargo, si bien estoi contento de ver que todo él pais hace justicia a sus méritos, le declaro francamente que no estoi satisfecho con lo que se ha hecho en las Cámaras.

Todos vemos en usted al salvador de la patria; en la conciencia de cada uno está que si el Perú no ha sucumbido en esta guerra que se inició en condiciones tan desfavorables para nosotros, lo debemos esclusivamente a usted, señor Grau, que se ha propuesto que nadie le dispute al Huáscar el señorío de los mares i que lo ha conseguido, gracias a su pericia, a su audacia, a su serenidad i a su jenerosidad, que es ya proverbial en el mundo entero. Ha logrado usted hacerse temer i respetar por el enemigo, i lo que es mas aun, que en medio de su pavor, los chilenos demuestren sin embozo su gratitud i solo tengan palabras para elojiar al noble comandante peruano que con mano firme los castiga durante el combate, pero que también les estiende esa misma mano para socorrerlos en su desgracia.

Con razón dicen todos que es usted el orgullo de la patria; todo peruano debe llevarlo a usted en su corazón i manifestarle su gratitud. Sé perfectamente que su conocida modestia se subleva contra estos merecidos elojios; pero no importa: preciso es también que a la amistad le conceda usted un rato de espansion. Usted tiene la suerte del Perú entre manos; suficientes pruebas hadado usted de que por difícil i pesada que sea la tarea, no por eso esté mas allá de sus fuerzas. Paso ahora a manifestarle porqué no estoi satisfecho. Por mas que busco algún otro peruano que se haya hecho acreedor a la gratitud nacional en igual grado que usted, no lo encuentro, i esto no impide que hayamos tenido i tengamos varios contra-almirantes. De aquí deduzco sencillamente que no se le ha recompensado a usted debidamente, puesto que habiéndose usted colocado por los servicios que ha prestado mui por encima de todos los demás, natural i mui justo era que por su grado se le colocase también en un nivel superior a todos. En buenos términos, si yo hubiese sido diputado habría pedido para usted, como recompensa de sus servicios escepcionales, el puesto de vice-almirante. Sin embargo, abrigo la confianza de que pronto se le hará plena justicia, i que la nación entera lo llamará al primer puesto de la República.

No sé si usted recordará que ahora cinco años, cuando la revolución de Piérola, brindé en casa por el contra-almirante Grau; parece que si bien tengo el defecto de adelantarme, no por eso dejo de salir con la mía. En ocasión no mui remota talvez, volveré a hacerme presente a usted para recordarle lo que llevo dicho anteriormente.

Sabemos que el Huáscar se ha batido cuatro horas en Antofagasta con los fuertes i buques chilenos i que por segunda vez logró usted apagar los fuegos enemigos. Ocioso seria felicitarlo por cosas que usted hace cuando se le antoja. Estamos impacientes por tener detalles. El parte que se nos ha trasmitido es mui lacónico: apostaría a que ha sido redactado por usted.

Por acá temen todos un desembarco de los chilenos; lo que es yo, no me puedo figurar siquiera que tal proyecto se les ocurra seriamente a los chilenos mientras que sepan que el Huáscar anda por el Sur. ¿Qué bonito festín el que le prepararían para usted si viniesen unos diez o doce trasportes en convoi con los famosos blindados que, gracias a usted, han caido en el ridículo mas completo? Ya me figuro al Huáscar introduciéndose a medianoche entre ellos, i el laberinto que metería en esa espedícion disparando sus cañones a diestra i siniestra, mientras que los blindados se quedarían con sus bocas abiertas sin poderle hacer nada, por temor de echar ellos mismos a pique a sus compañeros.

No sé si sea error de concepto o efecto de la confianza ilimitada que tengo en usted, pero me parece que cualquiera espedicion que hagan los chilenos está usted llamado a desbaratarla.

Me voi estendiendo demasiado i estoi abusando de su paciencia.

Matilde me encarga lo salude mui afectuosamente i lo felicite en nombre de ella por sus repetidos triunfos. Tiene usted en ella una entusiasta admiradora de sus proezas.

Reciba usted, señor contra-almirante, un fuerte abrazo de su sincero amigo que hace votos porque la Providencia lo acompañe hasta el fin de esta cruel campaña i lo devuelva con salud al seno de su estimable familia, para quien cada dia de victoria i de gloria debe ser un siglo de ansiedad i de martirio.

Tan cierto es que ante las angustias del corazón todo lo demás no existe.—Suyo de corazón.—EDUARDO LERTORA.

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 575.

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