viernes, 14 de agosto de 2020

Carlos Condell: un señor del mar

 [Oleo de Carlos Condell de la Haza]

Bajo el sol de un nuevo inca

Los acontecimientos ocurridos en el Perú, bajo la dominación del Mariscal de Zepita don Andrés de Santa Cruz y Calahumana, han terminado con el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana y negros nubarrones se ciernen en el cielo de la nueva nación. Amenazada desde el sur por Chile, en el mar, y la Confederación Argentina, por tierra, la guerra parece inminente. Las brillantes ceremonias que se realizan para que el Protector tome posesión de su cargo, no eliminan los negros presagios que se hacen sobre la posible intromisión extranjera en el Perú. La nación vive con el arma en la mano, precaviéndose de las reacciones que puedan resultar de peruanos y bolivianos, que no aceptan de buen grado de imposición del nuevo inca que aparece en los antiguos dominios del sol.

En estas circunstancias muchos peruanos dejan su patria y buscan refugios en suelos extraños, esperando que las condiciones de su patria vuelvan a su normalidad para regresar.

Bajo la estrella austral

 A mediados de 1837 una nave inglesa de comercio, deja ver sus velas sobre el horizonte del puerto chileno de Valparaiso. Los pasajeros bajan a tierra, conducidos por la multitud de botes y chalupas que han ido al encuentro de la fragata. Hay un enorme transito de embarcaciones en esa mañana soleada de agosto. Entre los viajeros se encuentra don Federico Condell, marino mercante escocés que viene a avecindarse en Chile, trayendo a su familia, doña Manuela de la Haza, su esposa, natural de Piura, en el Perú, y descendiente de una familia de abolengo. Su padre era don Manuel de la Haza, barón de la casa Infanzona, alto oficial de la marina de guerra del Perú. Sus hermanos ocupaban altos puestos en ese país y dos de ellos pertenecían también a la marina peruana.

La posibilidad de la guerra con Chile y la audacia que la marina de este país había demostrado al apresar los barcos de la Confederación en el Callao, habían dificultado las relaciones comerciales del Pacífico y por esta razón, don Federico Condell venía a Chile, buscando un mejor campo de actividad para sus negocios marítimos.

Por espacio de catorce años, don Federico Condell, permaneció con su familia en Chile, realizando continuos viajes por el Pacífico y en este país nacieron sus hijos Orompello, en 1842 y Carlos el 14 de agosto de 1843. Posteriormente su esposa le dio otros seis hijos, que con los cuatro nacidos en el Perú, sumaron a la familia diez vástagos.

En 1853, don Federico Condell contrajo en Centroamérica una fiebre tropical, falleciendo en la travesía entre San Miguel y San Salvador, quedando sepultado en esas regiones.

Doña Manuela de la Haza, enferma de una grave dolencia que la atacaba regresó al Perú y se estableció en el Callao, pero falleció también en 1853, el mismo año de la muerte de su esposo. Doña Manuela había adoptado como hija a una niña chilena, de veinte años, la cual quedó al cuidado de los huérfanos. Al año siguiente, don Federico Condell de la Haza, el mayor de los hijos hombres, se vino a Chile, trayendo consigo a esta joven chilena y a sus hermanos, avecindándose en Valparaiso. En el Perú había quedado parte de la familia, mujeres todas, casadas con sus connacionales. De esta manera la familia se arraigó en esta nación, para darle, con uno de sus miembros, una brillante página a su historia.

Carlos Condell de la Haza

Instalados en Chile, Carlos Condell hizo sus primeros estudios en los Padres Franceses y posteriormente ingresó a un colegio inglés y luego fue admitido como cadete de la Escuela Naval el 29 de julio de 1858. Durante dos años, once meses y dieciséis dias permanece en este establecimiento náutico, donde tuvo por compañeros de curso a los cadetes Agustín Garrao, Calonjo, Juan José Latorre, Arturo Prat Chacón, Jorge Montt Alvarez, Joaquín Orella, Ignacio Serrano Serrano Montaner, Luis Uribe Orrego, Juan Manuel Simpson. Todos estos hombres debían figurar más tarde en las paginas de la Historia Naval de Chile y sus hazañas iban a dar a esta promoción, el título de "Curso de los Héroes".

El 15 de julio de 1861 se le nombraba aspirante, puesto que debía ocupar por espacio de tres años, 11 meses y 16 días, para ascender el 1° de julio de 1865 al grado de guardiamarina.

La Guerra con España

La situación naval en el Pacífico se había complicado en 1865, por la presencia de naves de guerra españolas en aguas del Perú, motivada por las exigencias del gobierno de la Reina Isabel II en hacer reconocer las deudas dejadas por el Gobierno Colonial al declararse la Independencia de este país en 1821. España sostenía que la capitulación que siguió a Ayacucho, era sólo una tregua y reivindicaba su derecho de recobrar su dominio sobre el antiguo virreinato. Para este objeto envió al Perú a don Eusebio Salazar y Mazarredo, con el título de Comisario Regio, nombre con el cual se designaba en la colonia a los agentes que debían fiscalizar a los súbditos de la monarquía hispana. Esta actitud de la Corona, era una ofensa a la nación peruana y su Gobierno se negó a tratar con semejante personaje, por lo cual los españoles ocuparon las islas Chinchas, en nombre de su Majestad doña Isabel II, proclamando su derecho de reivindicación a su dominio sobre el antiguo virreinato y anunciándolo al mismo tiempo a todas las naciones del mundo.

Como era de esperar, tan insólita actitud produjo el inmediato acercamiento de las naciones americanas al Perú, haciendo causa común con él.

La conducta de Chile

Conocida en Chile la ocupación de las islas Chinchas y las desproporcionadas pretensiones de la Reina de España, la opinión pública chilena se colocó inmediatamente al lado del Perú y luego de algunos incidentes en que tomaron parte el representante de España don Salvador de Tavira y el Gobierno de la República, se llegó a un avenimiento que el gobierno de España rechazó de plano.

La presencia en Valparaíso del almirante español José Manuel Pareja a bordo de la fragata "Villa de Madrid", hizo comprender al gobierno chileno que la guerra era ineludible, a pesar que este pais no contaba con fuerzas navales para defenderse de la agresión que la poderosa escuadra hispana podía ocasionarle.

Chile contaba solamente con dos barcos de guerra, de inferiores condiciones que los españoles, y eran la corbeta "Esmeralda" y el vapor "Maipú". Sus cañones no estaban en condiciones de causar ningún daño a los buques blindados de la Reina de España y en un combate naval no podrían resistir por mucho tiempo a flote sin ser echados a pique por la superioridad artillera del enemigo.

Pareja lo había comprendido muy bien, de manera que cuando la "Esmeralda" zarpó del puerto para protegerse de una agresión, al pasar a 100 metros de la "Villa de Madrid", el almirante despreciativamente se limitó a decir:

—"Dejenla que salga, que no será por mucho tiempo".

Pero al mismo tiempo que se mostraba despreciativo por la nave, entregaba al Gobierno una nota en "tono cortante y amenazador" en la cual resumía, en cinco puntos, los agravios que su Nación había recibido de Chile y exigía que su bandera fuera saludada con 21 cañonazos y se presentaran las excusas correspondientes.

El asunto era más de lo que se podía pedir al orgullo de la nación chilena y su Gobierno, lejos de satisfacer las exigencias contestó con la declaración de guerra a España.

Fuerzas navales de los adversarios

 La desproporción de los poderíos navales entre Chile y España era abismante. Cuatro fragatas y dos corbetas se oponían a la "Esmeralda" y el vapor "Maipú", debiéndose descartar por parte de Chile cualquier intento de batir en el mar a las naves españolas. Por otra parte la "Esmeralda" con sus 854 toneladas y sus 16 cañones de 32, tenía sus fondos sucios y sus maquinas no permitían desarrollar mas de 7 millas por hora. El "Maipú" tenía una colisa de 68 y 4 cañones rayados de 32. Frente a este pobre poderío de fuego, los barcos enemigos presentaban más de doscientas bocas, que podían, en escasos minutos, enviar a las profundidades del Pacífico a estas naves, si osaban ponerse en su camino.

Embarcado en "La Esmeralda", Condell viajó al sur con su barco que iba a reaprovisionarse de leña y reparar las averías de su casco. Luego la "Esmeralda" navegó al Perú para sumarse a las naves peruanas "Amazonas", "Apurimac", "Union" y "América" pero la misión fracasó y el comandante Juan Williams, de la "Esmeralda" regresó a Chile, recalando en Lota. Luego de abastecerse de carbón, partió al norte, navegando a la cuadra de la costa de Aconcagua. Por un barco inglés de la carrera, Williams supo que la cañonera "Covadonga" que bloqueaba a Coquimbo, junto con el Matías Cousiño, apresado por los españoles, debía viajar al sur, rumbo Valparaiso, el 26 de noviembre de 1865. De inmediato el comandante chileno resolvió dar un buen golpe al adversario.

Captura de la goleta "Covadonga"

Williams preparó dos divisiones de abordaje para saltar sobre la cubierta de la nave adversaria, ambas a las órdenes del comandante Thompson y mandadas por los guardiamarinas Carlos Condell y Arturo Prat.

A las nueve de la mañana de ese 26 de noviembre de 1865, la "Esmeralda" vigilaba el océano en espera del enemigo. De pronto se escuchó la voz del vigía que gritaba desde la cofa:

—¡"Humos por la proa"...!

Reconocido el barco que avanzaba desde el norte, Williams puso proa hacia él para cortar su paso. El comandante Ferry de la nave española confundió a la "Esmeralda" con una de las fragatas inglesas que estaban en las costas de Chile, pero no tardó en salir de su engaño e hizo tocar zafarrancho de combate. No era posible intentar la fuga por el mal estado de las maquinas de la goleta y la "Esmeralda" acortaba distancias, hasta que estuvo a tiro para descargar su artillería. La "Covandonga" contestó, pero el mayor poder de fuego del adversario pronto causó muchas averías y muertes a bordo. En vista de la inutilidad de continuar una lucha tan desventajosa que duraba media hora, el comandante Ferry hizo tirar al mar la correspondencia , abrir las válvulas y bajar la bandera. La "Esmeralda" se acercó y el comandante Thompson abordó la nave, ordenando cerrar las válvulas y declarando prisioneros a los seis oficiales y ciento diez hombres de la tripulación.

Durante la acción una batería de cañones de la "Esmeralda" estuvo bajo el mando de Carlos Condell y al rendirse la "Covadonga", quedó en ella bajo las órdenes de Thompson. Arregladas las averías que produjo el combate, la "Covadonga" con bandera de Chile, escoltó, junto con el "Maipú" a la "Esmeralda" para ir a fondear en los primeros días de diciembre en la bahía de Ancud.

El 29 de noviembre el Gobierno de Chile, otorgaba a Condell su ascenso a Teniente 2° en mérito al comportamiento observado en el Combate de Papudo.

El suicidio de Pareja

 "La noticia de la toma de la "Covadonga" por Williams, la conoció el almirante Pareja con dos días de atraso, por boca del cónsul norteamericano, que lo visitó a bordo de la "Villa de Madrid". La situación le afectó bastante, pero no dejó traslucir ninguna emoción, y en la tarde del 29 de noviembre se paseó por cubierta con el comandante de la "Villa de Madrid", capitán de fragata Alvar González. Pareja se mostraba tranquilo y fumaba un excelente habano. En un momento de la conversación dejó aflorar su desprecio por sus adversarios diciendo:

—"Parece increible que una corbeta vieja y maltrecha, tripulada por pescadores y maleantes de este pueblo hispanoamericano ha obligado a rendirse a un grupo selecto de oficiales y marinos españoles, casi encima de mis barbas...".

—"Eso demuestra que son audaces, señor almirante, contestó Alvar González.

—"Si, y ya ve usted las noticias del cónsul americano. ¿Admite usted la posibilidad de que haya sido apresada tambien la cañonera "Vencedora".

—"Nada tendría de extraño, dada la desproporción de fuerzas entre uno y otro buque", contestó González.

—"Eso sería una desgracia irreparable, dijo Pareja". Cerca de las diez de la noche Pareja se despidió del comandante de la "Villa de Madrid" y bajó a su cámara. Nada hacia predecir lo que ocurriría, pero poco después se escuchó desde cubierta una detonación y casi simultáneamente la voz del ordenanza del Almirante que gritaba:

—"El señor Almirante se ha suicidado..."

El comandante Alvar González y algunos oficiales corrieron hacia la cámara de Pareja. Este se encontraba tendido en su cámara empuñando su revólver, mientras la sangre manchaba el piso luego de escurrirse por sobre la almohada.

"Sobre su escritorio se encontraban escritas unas pocas líneas dirigidas a su secretario y sobrino Pastor, que decían: "Te estoy agradecido; que no me sepulten en aguas chilenas: que todos se conduzcan con honor".

El Almirante José Manuel Pareja, hijo del Brigadier Antonio Pareja que comandó la primera invasión enviada por el virrey Abascal contra Chile en 1813, no había podido resistir el golpe a su orgullo de marino y español, que le propinaron los chilenos de la Esmeralda en Papudo. Su cuerpo conducido por la "Villa de Madrid" a dos millas mar adentro, encontró sepultura en los abismos del Océano Pacífico".

Bajo el mando de Thompson en la Covadonga

Condell continuó en la Covadonga como oficial de dotación del buque. Allí estaba bajo el mando del comandante Manuel T. Thompson y entre sus compañeros se encontraba el teniente 2° Arturo Prat Chacón.

Con la muerte de Pareja el mando recayó en el Capitán de Navío Casto Méndez Núñez, que continuó el bloque de los puertos chilenos. Se gestionaba una declaración de guerra del Perú a fin de que se pudieran unir las escuadras de los dos países y combatir juntas a las naves españolas, y mientras tanto los barcos chilenos "Esmeralda" y "Covadonga" se habían trasladado al sur, estacionándose en la bahía de Codihue, al norte de la isla de Abtao.

En su búsqueda las fragatas "Villa de Madrid" y "Blanca" navegaron hacia las islas de Juan Fernández, pero como no las encontraron, supusieron que se hubieran refugiado en la región de los canales de Chiloé y hacia allá dirigieron sus proas.

Ya se había efectuado la reunión de buques de guerra de Chile y Perú y el 7 de febrero de 1866 se enfrentaban los españoles con los sudamericanos en Abtao. Por enfermedad del Comandante Williams, la dirección de los aliados se condujo por el Capitán de Navío peruano don Manuel Villar y a él le tocó batirse en esta ocasión.

Combate de Abtao

En la madrugada del 7 de febrero la cañonera "Covadonga" se encontraba de guardia de bahía, cuando aparecieron las fragatas "Villa de Madrid" y "Blanca" rompiéndose los fuegos a una distancia de 1.500 metros. El combate se prolongó por espacio de dos horas y la "Blanca" recibió un impacto bajo la línea de flotación que la obligó a refugiarse tras un islote. Allí la fue a buscar la "Covadonga" creyéndola varada, pero la fragata se encontraba a flote y disparó sus cañones sobre la nave chilena barriendo su cubierta. La serenidad demostrada por sus tripulantes en aquella ocasión les valió el reconocimiento del gobierno y pueblo chileno.

Después de esta acción continuó en servicio hasta el año 1867, retirándose a la marina el 5 de abril de ese año, para dedicarse a trabajos particulares.

Lejos de la marina

Durante ocho meses Condell estuvo fuera de la marina de guerra dedicado a asuntos personales y trabajos, pero la nostalgia del mar lo hizo reincorporarse el 7 de diciembre de 1867, con el mismo grado que tenía. Se le destinó al "Maipú" donde sirvió con Williams. Posteriormente recibió su ascenso a teniente 1° el 9 de noviembre de 1869, para volver a retirarse del servicio el 21 de febrero de 1872.

Esta vez, Carlos Condell estuvo alejado de la Armada por espacio de cuatro años. Volvió al servicio el 20 de marzo de 1876, perdiendo antigüedad, por lo que quedó postergado con respecto a sus compañeros de curso, como era Latorre y Prat. El 25 de noviembre de 1877, se le expedía el título de Capitán de Fragata graduado.

Con charreteras a la iglesia

El 29 de noviembre de 1877 la señorita Matilde Lemus esperaba desposar a su prometido el teniente Primero de la Armada, don Carlos Condell de la Haza. En la puerta del templo esperaban los padrinos la llegada del novio y grande fue su sorpresa al presentarse este vestido con su uniforme de Capitán de Fragata y luciendo en sus hombros las doradas charreteras de su grado. Los superiores de Carlos Condell que conocían su espíritu alegre y travieso guardaron secreto sobre su nombramiento, otorgado el día 27 y sólo se lo comunicaron tres horas antes de que este se presentara en la iglesia para que bendijeran su matrimonio. "De oficial había pasado a Jefe, dice un biógrafo, y fue posorio con las charreteras de su nuevo grado".

¡Guerra... Guerra...!

Llegaron los últimos días de verano de 1879. La ocupación del puerto boliviano de Antofagasta el 14 de febrero de ese año, había hecho que la República de Bolivia declarara la guerra a la de Chile. Pronto salió a luz un Tratado Secreto firmado entre las Repúblicas del Perú y Bolivia y la actitud de ese país llevó a la opinión pública chilena a presionar la declaratoria de guerra en su contra, la cual aprobó el Congreso Nacional el 5 de abril.

Desde ese día la República de Chile entraba en guerra contra las aliadas de Perú y Bolivia y las aguas del Pacífico se encrespaban con las quillas de los barcos que surcaban sus olas llevando desde Valparaíso al norte los soldados de Chile y desde el Callao al sur las fuerzas peruanas dispuestas a enfrentarse en los campos de batalla.

Carlos Condell, fue designado comandante del vapor Abtao, con mando accidental, y en mayo se encontraba con su buque en Iquique donde estaba anclada la escuadra. El día 1° de ese mes llegaba a la bahía la goleta "Covadonga" conducida desde Valparaíso por el Capitán de Fragata graduado Arturo Prat. En tanto la escuadra se preparaba para partir al Callao en busca de la escuadra peruana. El día 11 el comandante Prat era designado comandante de la Esmeralda y Thompson de Abtao, pasando Condell a comandar en propiedad a la Covadonga.

En estas circunstancias el Almirante Williams reunía, en la noche del 17 de mayo a todos los comandantes de las naves surtas en Iquique, para una comida de camaradería en la cámara del blindado "Blanco Encalada". Aquí les dio a conocer su plan de navegar hacia el norte en demanda del Callao, donde se suponía estar la escuadra enemiga. Al mismo tiempo designaba para que continuaran el bloqueo de Iquique a la corbeta "Esmeralda", al mando del capitán Arturo Prat, quien tendría el mando de la división naval y a la cañonera "Covadonga" al mando del capitán Carlos Condell. Estas dos naves tenían la misión de mantener cerrado el puerto peruano a la navegación del Pacífico.

El bloqueo de Iquique

La escuadra partió hacia el norte en la misma noche de 17 de mayo y los marinos de las naves bloqueadoras, vieron perderse hacia el norte las luces de los barcos, hasta que la niebla del mar las hizo invisibles.

Amaneció el día 18. La camanchaca que cubre invariablemente la zona de Iquique comenzó a levantarse a eso de las ocho de la mañana. El semaforista de la Covadonga trasmitió el mensaje de la mañana: "Sin novedad a bordo". Durante el día las naves permanecieron una cerca de otra vigilando los movimientos de tierra donde las fuerzas del general don Juan Buendía trabajaban haciendo ejercicios en las pampas cercanas al puerto.

La oficialidad que acompañaba a Condell a bordo de la "Covadonga" era: segundo jefe el teniente primero Manuel J. Orella, los tenientes segundos Demetrio Eusquiza y Estanislao Lynch, guardiamarinas Eduardo Valenzuela y Miguel S. Sanz, cirujano Pedro Regalado Videla, contador Enrique Reynolds, ingenieros Emilio Cuevas y Pedro Castillo y como jefe de la guarnición militar el Sargento Primero Ramón Olave.

Todos estos hombres eran bravos y temerarios y tenían una gran confianza en su jefe, cuya personalidad destaca un historiador (Bulnes) en la siguiente forma: "Naturaleza impertérrita, poco dócil a la disciplina, no estaba Condell llamado a prosperar en su carrera en las épocas de paz. Era en la guerra donde desarrollaba las admirables cualidades de previsión y de coraje que lo hicieron tan célebre. Muchas muestras dio este gran oficial de valor y habilidad que desplegó en el combate de Iquique, y en Arica, en el Callao, donde quiera que se encontró después en presencia del enemigo, su nombre y su fama se extendieron entre sus contemporáneos en ondas de entusiasmo y de admiración. Condell es el tipo del héroe del mar, y en este aspecto tiene un notable parecido con Lord Cochrane, de quien no desmerece ni por la concepción, ni por la serenidad, ni por la audacia".

Este es el hombre que manda esta pequeña nave de Chile, que lleva por nombre la victoria de Pelayo ante los árabes en el norte de España. Que fue tomada por la audacia chilena ante la agresion española, y que se debía convertir en una realidad heroica de la patria.

Fuente: Reyno Gutiérrez, Manuel, Próceres de Chile: Carlos Condell, Editorial La Nación, Santiago, 1985, P. 5.

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