La Iglesia Metropolitana ha estado hoi llena de jente con motivo de los funerales que se celebraban a la memoria del comandante del monitor Huáscar.
El interior del templo estaba lujosamente arreglado.
Anchos listones negros le cubrían en su mayor parte.
En la nave central abajo de la rotonda se habia formado el catafalco.
Es un túmulo negro en forma piramidal.
En su faz del frente lleva esta inscripción en letras doradas:
El contra-almirante don Miguel Grau i sus compañeros victimas en las aguas de Mejillones.
R. I. P.
En las otras fases del túmulo hai insignias alegóricas, i a los lados algunos trofeos mui bien hechos con dos cañones, seis remos, algunas armas i tres banderas: la boliviana i arjentina i la peruana en el centro.
Todo está cubierto profusamente con flores i coronas.
Adornan ademas el monumento multitud de luces i grandes candelabros.
A uno de los costados, casi en medio del templo, hai una pirámide de flores.
Asistió a la iglesia una concurrencia mui numerosa: muchas señoras, caballeros distinguidos, comisiones diversas i estudiantes.
A las once i media empezaron los funerales.
A las doce i cuarto salió el acompañamiento de la iglesia.
Iban a la cabeza el Ministro del Perú señor Latorre, don Félix Frias, las diversas comisiones, estudiantes, etc.,-etc, así como dos sociedades italianas con sus bandas de música, que ejecutaban continuamente marchas fúnebres.
La Sociedad Tipográfica envió también una comisión compuesta del vice-presidente i dos vocales.
Un numeroso pueblo seguia.
La comitiva, precedida por varias banderas, tomó las calles de Bolívar, Victoria, Perú, Piedad i Maipú hasta el hotel Frascati.
Allí hablaron primeramente el señor Diaz Gómez a nombre del Club Patriótico de la Juventud i en seguida el señor Anjel Carranza Mármol.
Después tomó la palabra el Ministro del Perú.
Dijo que dos pueblos, unidos por lazos que nunca se romperán, lamentaban a un mismo tiempo i con igual dolor la muerte de Grau, que pereció en el Pacífico por sostener una causa justa.
Se estendió en algunas consideraciones en este sentido, hablando con verdadero patriotismo i manifestando por fin que habrían cien Grau mas para salvar la independencia de su patria.
Habló en seguida el doctor don Luis Várela. Su discurso fué bastante aplaudido.
También hablaron otros señores cuyos nombres ignoramos.
Al terminar el último de éstos se promovió un incidente a la puerta de la legación.
Fué éste un incidente de poca significación aunque una de las personas que en él tomó parte es mui conocida.
Como treinta vijilantes acudieron inmediatamente apesar de que casi nada habia, armaron un grandísimo tumulto, i como si tuvieran que lidiar con caníbales o con bárbaros, sacaron precipitadamente sus machetes i la emprendieron a hachazos con los distinguidos caballeros que allí habia.
Dos vijilantes números 817 i 877 en compañía de otros, tomaron por delante a un señor de barba cerrada, alto, que allí estaba casualmente, le hicieron pedazos el sombrero, le empujaron, le dieron unos cuantos golpes, le tomaron del cuello i lo hubieran despedazado si no hubiera sido que un grito de indignación de todos los que se encontraban cercanos, impidiese la continuación de ese atentado.
Difícilmente se logró que la policía dejase de promover tanto desorden.
En seguida la concurrencia fué dispersándose poco a poco.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 530.
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