REGIMIENTO DE CAZADORES A CABALLO.
Campamento de San Francisco, Noviembre 22 de 1879.
El 18 del actual, por orden de V. S., mandé 120 hombres montados del regimiento de mi mando, al lugar denominado Agua Santa, a las 3 P. M., para reconocer el trayecto hasta aquel punto y ver si convenía acantonar todo el regimiento.
A las 6 P. M., del mismo día, recibí aviso del capitán don Manuel R. Barahona, que mandaba la fuerza, de haber encontrado en Negreiros una avanzada del ejército enemigo como de 300 hombres de infantería y de caballería, la que hizo fuego a nuestra tropa, y viendo que era considerablemente superior, regresó al campamento. Esta circunstancia fue puesta en su conocimiento y acogida favorablemente por V. S.
El 19, a las 3 P. M., recibí orden de V. S. para examinar el lugar que debía ocupar la caballería en la línea de batalla, operación que hice al amanecer de este día, acompañado del capitán ayudante don José Miguel Alcérreca.
Este reconocimiento dio la posición conveniente e indispensable en que con tanto acierto se colocó la caballería en el bajo del cerro Encañada, situado a la derecha de la línea de batalla de nuestro ejército, donde permanecí con todo el regimiento y una compañía de Granaderos a caballo, hasta el momento en que rompieron los fuegos los ejércitos, a las 3:10 P. M. Incontinenti recibí orden de V. S. para situar dos escuadrones, colocando uno al Noreste de la línea de batalla y el otro a inmediaciones de la estación de Dolores, con el fin de observar y defender e paso indispensable del enemigo, que con tanto tesón procuró pasar para apoderarse de la aguada de Dolores, lugar conveniente y en que se provee de agua nuestro ejército.
A las 3:30, juzgándose que la caballería contraría debía atacar al escuadrón avanzado al Noreste, dispuse que el teniente coronel graduado del regimiento, don Feliciano Echeverría, tomara el mando de dicha fuerza para repeler a la caballería enemiga que trataba de darse paso.
Al retirarse el ejército enemigo, se me dio la orden de marchar con el resto de la caballería de mi mando, a proteger nuestra infantería que marchó en su persecución hacia Santa Catalina, lo que ejecuté debidamente.
Al día siguiente, por orden de V. S., dispuse que el teniente coronel graduado don Feliciano Echeverría, al mando de dos escuadrones, se dirigiera a las posiciones en que se encontrara el ejército enemigo y protegiera a nuestra infantería, operación que ejecutó recorriendo dos leguas al Sur desde el lugar de la batalla del día anterior, sin encontrarlo por haberse puesto en derrota precipitada en la noche, obteniendo por resultado, ver que el enemigo había abandonado toda su artillería, parque de municiones, un número considerable de fusiles, mucho vestuario de oficiales y tropa, una cantidad de víveres, animales mulares y una ambulancia.
Antes de concluir, debo expresar a V. S., que, debido al regimiento de mi mando, fue descubierto el enemigo a una distancia conveniente, lo que dio tiempo suficiente a nuestro ejército para tomar las posiciones más ventajosas.
Tanto en este regimiento, como en la compañía de Granaderos a caballo, que también estaba a mis órdenes, no ocurrió felizmente ninguna novedad.
Dios guarde a V. S.
PEDRO SOTO AGUILAR.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación
completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás
publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de
Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia
Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso,
1885, P. 312.
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