(Correspondencia a EL NACIONAL de Lima.)
Arica, Noviembre 11 de 1879.
Señor Director de EL NACIONAL.
Los fundados temores que abrigábamos por la suerte de la Unión y el Chalaco, se han desvanecido: en las primeras horas de la mañana, nuestros dos buques han fondeado sin otra novedad que el haberse descompuesto en las aguas de Mollendo la máquina de la Unión.
De esto el corresponsal de a bordo de la corbeta dará a Ud. Pormenores.
Con gran entusiasmo ha sido recibido el Provisional de Lima núm. 2.
Ha desembarcado en medio de los vivas de la multitud agrupada en el muelle y avenidas; vivas que él contestaba por su parte con igual entusiasmo.
A la hora en que el batallón núm. 2 desembarcaba, empezó a desfilar el ejército boliviano, al compás de los pasos dobles tocados por sus bandas de música y los ataques ejecutados por las del Cazadores del Cuzco y núm. 2 Provisional de Lima.
El batallón Colorado marchó a la cabeza.
En mi correspondencia anterior hablé ligeramente sobre este batallón, y merece que en ésta diga algo más.
Tiene 700 soldados de musculatura y talla hercúleas, veteranos escogidos todos, y vencedor el que menos en tres combates.
Imponente es el aspecto que presentan esos soldados con sus altos morriones y chaquetas punzó, y pantalones blancos; con sus robustos pies desnudos (calzan hojotas), y con sus Remington apoyados en sus anchas manos y fuertes brazos.
La Décima de César y los Granaderos de Napoleón no causarán efecto más imponente que el Colorado.
Su disciplina, por supuesto, que no es menor que la de un batallón prusiano.
Imagínese de lo que será capaz un batallón igual con el general Daza, que lo manda particularmente, a su cabeza.
Igual cosa puede decirse de los demás batallones bolivianos. He aquí los nombres de los que han salido hoy sobre Tiliviche.
1. Granaderos Daza (Colorados.)
2. Sucre (Amarillos.)
3. Aroma, 2º de Cochabamba (Verdes.)
4. Vidma, 3º de Cochabamba.
El escuadrón Vanguardia, compuesto de 40 hombres de cada uno de los regimientos que forman la Legión Boliviana.
El Regimiento de Artillería.
La escolta del general Daza.
Inmenso fue el entusiasmo con que partieron esos soldados; entusiasmo del cual participamos todos los que presenciamos la marcha de tan brava tropa; y mucho más aun, cuando vimos al general Daza, más simpático y apuesto que nunca, en un hermoso caballo tordillo.
Parecía que de las penetrantes miradas del general, que sonriendo contestaba los vivas que se le hacían, se desprendía no se que luz, presagio de la gloria de que va a cubrirse.
Jamás, vivas, hurras más atronadoras se han lanzado como los de hoy; vivas y hurras salidos desde el fondo del alma y arrojados al aire con toda la fuerza de los pulmones.
Y de todos los corazones, al mismo tiempo que esos gritos llenaban el espacio, surgían también, y se elevaban hasta Dios, ardientes plegarias por ese noble entre los nobles hijo de Bolivia y América.
¡Adelante, general! Lleváis la fortuna de dos pueblos que os aman y bendicen con toda el alma.
¡Adelante general! ¡Sois el Gran boliviano! ¡Quiera Dios reservaros mejor suerte en tierra que a él le cupo en el mar!
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Acompañaron al general hasta una legua fuera de la población, S. S. el director de la guerra, el contralmirante Montero y todos los jefes y muchas personas de este puerto.
Hubiéramos querido oír palpitar al despedirse, esos tres corazones de Daza, Prado y Montero, pero desgraciadamente nos fue imposible conseguir un caballo, y a pié este maldito cuerpo se fatiga demasiado.
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Inmensa era la alegría que resplandecía en los semblantes de los jefes y soldados bolivianos.
Era la alegría de la victoria o de la muerte, hermosas perspectivas, bien cercanas de realización para ellos.
Vencer o morir; sepultar al enemigo odiado, triunfar o encontrar la muerte combatiendo por la patria, y más que por la patria, por la humanidad; porque a la humanidad también ha retado Chile con sus innumerables crímenes desde el robo del 14 de Febrero, hasta los asesinatos de las mujeres y los niños en Pisagua, el 2 de Noviembre, ¡oh! Qué alegría en efecto!
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Después de despedirse del general Daza, el director de la guerra con el contralmirante Montero y demás acompañamiento, fue a visitar al núm. 2, Provisional de Lima, y habló a la tropa. No sé lo que dijo, pero desde lejos he oído que lo vivaban y también al contralmirante Montero.
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El núm. 2 tendrá su cuartel en Tacna. Hoy ha salido para ese punto la mitad, en el tren de 3; mañana irá la otra parte.
Las noticias que tenemos del ejército de Tarapacá son las siguientes:
Campero se aproxima a marcha forzada.
El cuartel general sigue en Pozo Almonte, distante diez leguas de Agua Santa, donde están los chilenos.
Corre que hubo un consejo de oficiales en el cual se acordó dar el mando a Suárez, como primer jefe, con retención del mando de su división, y al coronel Dávila como segundo.
No sabemos hasta qué punto sea cierta esta noticia.
Nosotros no creemos que sea verdadera.
Hemos averiguado en las regiones oficiales a cerca de ella, pero nadie nos la ha afirmado ni desmentido tampoco.
Una palabra para terminar.
Ya nadie ignora el inaudito descuido de los hombres del Gobierno.
Ya nadie ignora que apenas dos o tres batallones residentes en tenían, antes de que S. E. el director de la guerra mandara a la Pilcomayo, 80 cartuchos por plaza; y uno, Granaderos del Cuzco, tan solo 40.
El ejército del general Daza, con dos batallones peruanos, hubiera partido el mismo día del combate de Pisagua; nueve días de atraso, nos han sido fatales.
Hoy no estuviéramos incomunicados con el ejército de Tarapacá. Agua Santa, llave de los caminos de Tarapacá, no hubiera sido tomado; Daza estaría al frente de todo el ejército.
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Bien lo sabemos: el ejército enemigo necesitará pasar sobre los cadáveres de 8.000 hombres del Sur.
Bien lo sabemos: perecerá sin huir jamás hasta el último de los soldados del ejército aliado; pero no importa combatir y morir con gloria, es necesario vencer.
No, no desconfiemos de que la victoria será al fin de los soldados que luchan como en Pisagua.
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Noviembre 12.
Nada hemos sabido hoy.
Es verdad que S. E. ha recibido partes de Iquique, pero ignoramos el contenido de ellos.
Hay rumores de que el enemigo avanza también por Guatacondo, pero esto no importa, se encontrará con el valiente y entendido Campero.
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El general Daza ha acampado en Chaca en esta tarde.
En Chaca espera al regimiento de Artillería aliado, que saldrá esta noche o mañana de aquí.
Bien pues, el comandante general del regimiento será el señor teniente coronel Barbosa, con retención del mando de nuestra brigada, y el jefe de la artillería boliviana, con Krupp de a 6 y 4 ametralladoras y Blakely de a 4, el teniente coronel don José Manuel Pando.
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Noviembre 12.
Hoy nada hemos sabido.
La artillería no ha salido. ¿Por qué?
De modo que el general Daza tendrá que esperar más aun en Camarones.
¡Oh! ¡Tardanzas, tardanzas!
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Noviembre 14.
Anoche, a la una poco más o menos, los botes de ronda descubrieron tres luces de otros tantos buques enemigos sin duda, que se alejaron rápidamente cuando aquellos hicieron señales con cohetes de Bengala.
Las luces se perdieron en dirección al Norte.
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A las 5:30 A. M., el Chalaco salió para el Callao.
En el Chalaco debía haber ido esta correspondencia, pero el trasporte partió en la hora menos esperada.
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El general Daza esperará en Camarones hasta que la artillería se una con él, lo que será mañana por la noche o al amanecer del 16, porque el regimiento saldrá hoy a las tres. En este momento se está cargando el parque (2:30 P. M.)
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El Trujillo no saldrá hasta las 4 P. M.; aun tengo pues tiempo para copiar y remitir a Ud. los partes sobre el com¬bate de Pisagua.
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El enemigo no ha avanzado; se ha contentado con ocupar todos los caminos que conducen a Arica.
Ha mandado a sus trasportes por refuerzo, lo cual manifiesta que se encuentra bastante débil.
¡Si los pertrechos últimamente llegados hubieran estado aquí ocho días antes...!
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación
completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás
publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de
Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia
Tomo II, Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, Valparaiso,
1885, P. 275.
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