[Retrato de Pedro Eulogio Altamirano Aracena]
Señor Editor de la Patria:— Valparaíso, Julio 30 de 1879.—Mui señor mió:—Leo en este momento la relación que hace en el Ferrocarril el señor don Gonzalo Bulnes de ciertos antecedentes relativos a la salida del Rimac. He comprendido desde luego que el relato de aquel señor me obliga a dar algunas esplicaciones; pero tocaré solamente aquellos puntos sobre los cuales sea mui inconveniente o imposible guardar silencio.
Nada me seria mas agradable que esplicar punto por punto todo lo que se refiere al viaje de nuestro trasporte, pero por nada del mundo escribiría en estos momentos de ajitacion una sola palabra que alguien pudiera interpretar como el deseo de salvar mi responsabilidad a costa de la ajena.
Voi, pues, a referirme a lo que es puramente personal, a las medidas que he debido tomar como Comandante Jeneral de Marina i que no dicté sin causa justificada. Primer punto.
"Una hora mas o menos después de la partida del vapor, se recibió, según el señor Bulnes, la noticia de la presencia de la escuadra peruana en Caldera, pero el parte no llegó a conocimiento del señor Altamirano sino a las cinco i media de la tarde del mismo dia por haberse ausentado de la Intendencia sin dejar una persona encargada de conducirlos partes al lugar en que se encontraba."
El jueves 17 se me avisó que ya estaba terminada la reparación del fuerte Callao i que todas sus piezas estaban ya montadas; ordené entonces que el domingo siguiente se hiciera en aquel fuerte un ejercicio de prueba i resolví presenciarlo. Me ausenté, pues, en aquel dia en cumplimiento de un deber i en momentos en que no tenia motivos para esperar que mi separación del despacho trajera perjuicios.
La salida del Rimac debió tener lugar el viernes 18 alas tres de la tarde, pero pocos momentos antes recibí orden para suspenderla. No hubo tiempo para comunicar esta orden por escrito; pero el mayor jeneral señor Cabieses fué personalmente a detener los trasportes. Momentos después, el señor Comandante Búlnes, acompañado del señor don Gonzalo, llegaban a mi despacho i les manifesté el telegrama que suspendía la salida del Rimac, i nos separamos, diciéndole por mi parte al señor Bulnes que era preciso esperar nuevas órdenes.
El sábado en la noche quedó resuelta la salida del Rimac para el dia siguiente i se fijó las doce del dia como hora de partida, buscando la comodidad de los pasajeros i también por ver si era posible que el vapor llevara unas dos lanchas que se habían pedido del Norte.
Mui temprano el domingo puse en conocimiento del señor Bulnes que el trasporte debia salir a las doce del dia, i me escusaba de no darle el último adiós porque en ese mismo momento debia estar en el fuerte Callao.
A las 10 A. M., hora en que me fui a Viña del Mar, nada hacia presumir que pudieran llegar noticias alarmantes. Esas noticias llegaron a las 2.40 P. M. en un telegrama del señor intendente de Atacama que copiado a la letra dice así:
"Comandante Jeneral de Armas:
"El vapor llegado a Caldera dice dejó al Huáscar i Union en Chañaral. En este momento dice el Gobernador viene entrando al puerto la Union: no ha puesto bandera i viene en facha de combate. Está en medio de la bahía. Lo comunico a V. S., deseando estar al habla con V. S. ahora."
"Dios guarde a V. S.
Guillermo Matta."
El parte que precede llegó a las 2.40 i el Rimac habia salido a las 12.5 o 12.7 i ello consta a todos los que observaron su partida i entre esos a los que estábamos en el fuerte Callao en aquel momento.
Con estos antecedentes aseguro que era imposible, materialmente imposible, tomar medida alguna para hacer volver al Rimac. Ninguno de los vapores surtos en el puerto estaba listo para salir, i dando a las 12.40 la orden de preparar alguno, era imposible que hiciera vapor en menos de una hora i a lo mas se habría podido despachar a las 4 P. M. un trasporte que fuera a alcanzar al Rimac, que habia salido a las 12.
El Amazonas i el Loa son nuestros buques mas lijeros, pero, como les consta a todos, ninguno de los dos podia salir en aquel dia, porque estaban recorriendo sus máquinas. I aun pudiendo salir habria sido ridículo procurar alcanzara un trasporte lijero que llevaba instrucciones de tomar altura, lo que hacia imposible adivinar el rumbo exacto que hubiera seguido. Pero a mayor abundamiento queda establecido que en aquel dia no podíamos disponer de un trasporte lijero, pues el mejor que teníamos era el Santa Lucía, que dando a éste el aviso de prepararse a las 2.45, pongo solo cinco minutos para llegar al buque, i suponiendo que toda su jente hubiera estado lista, no habria hecho vapor antes de hora i cuarto, i que si en esas condiciones le hubiera hecho salir en alcance del Rimac, habria ejecutado un acto de verdadero idiotismo.
Mi ausencia del despacho ningún perjuicio trajo, ya que he demostrado que con mi presencia nada habria podido salvar. Desde que el Rimac salió de Valparaíso con orden de ir a Antofagasta tomando altura, ya no pudieron influir en su suerte ni las autoridades de Santiago, ni de Antofagasta ni de Valparaíso.
Me he estendido sobre el punto porque necesitaba manifestar que si habia dejado el despacho era para cumplir un deber i que esa separación no causó mal alguno. Por lo demas i desde que principió la guerra, ha sido aquella la única vez en que me he separado por tres o cuatro horas del lugar habitual de mis tareas.2.° punto: Refiere el señor Bulnes que a las 6 P. M., cuando ya era público que habia buques peruanos en Caldera,se dirijió a la intendencia i pidió al que suscribe que tomara alguna medida para evitar el apresamiento del vapor. Agrega que me indicó que era mui conveniente ordenar a la Chacabuco, Copiapó i Tolten que salieran de Coquimbo i vinieran a Valparaíso por tres rumbos distintos para procurar encontrar al Rimac, i, por último, afirma el señor Bulnes que yo me escusé de tomar medida alguna, alegando razones que solo le han manifestado mi deseo de confiar la suerte del convoi a los azares de la mas ciega fortuna.
Comprendo, por mi propio sufrimiento, lo que sufrirá en estos momentos el señor don Gonzalo Bulnes, pero su dolor no justifica su lijereza o su injusticia.
Ha debido pensar que hacia algo de mui grave presentándome ante mi pais como un mandatario indiferente, que se preocupaba bien poco de la suerte de sus compatriotas en aquel momento en peligro. Pero como no he tomado la pluma para ofender a nadie ni aun en mi propia defensa, me limitaré a decir que las esplicaciones que di al señor Bulnes fueron claras i terminantes i con ellas le probé que nada, absolutamente nada, se podia hacer.
En primer lugar, el señor Búlnes sufre una grave equivocación afirmando que el domingo a las 6 P. M. podia disponer del Copiapó, que se encontraba a esa hora en Coquimbo.
Tengo en mi poder un telegrama del señor gobernador de Coquimbo i con fecha 20 me dice:
«Ayer a las 6 P. M. fondeó el trasporte Copiapó i hoi ha partido con dirección a Valparaíso a las 10 A. M. Lleva enfermos.
Dios guarde a V. S.
Pacomio Gomez Solar.»
Como se ve, no podia disponer del Copiapó en el momento en que tenia el honor de hablar con el señor Búlnes:solo estaban en Coquimbo la Chacabuco i el Tolten. La primera por un accidente no podia en aquel momento andar sino a la vela i el segundo era de poquísimo andar.
Todos comprenderán que no podia aceptar, estando en mi juicio, la idea de hacer salir a la Chacabuco con el propósito de que yendo a la vela alcanzase al Rimac.
Por lo demás, la orden que me pedia el señor Búlnes i que con tanta injusticia dice que le rehusé, estaba dada. I como lo deseaba el señor Búlnes, la Chacabuco i el Tolten salieron para Valparaíso con distintos rumbos, i ninguno de los des encontró al Rimac.
Sé que en Coquimbo se me hace el mismo gravísimo cargo de no haber ordenado a la Chacabuco que saliera en busca i en protección del Rimac. Nada mas natural. Veian un buque de guerra en el puerto i no han podido esplicarse el por qué el comandante de marina no utilizó sus servicios. Se comprende que el honorable comandante de aquella nave no podia ni debia decir los motivos que en aquel dia le aconsejaban andar a la vela, pero esos motivos son ya conocidos de todos i debían serlo del señor Bülnes.
Me basta por hoi. Tratando otro punto correría el riesgo, que quiero evitar, de aparecer resguardando mi responsabilidad con la ajena. Estoi seguro que todo lo relativo al viaje del Rimac va a quedar perfectamente esclarecido, i espero que entonces el señor Búlnes comprenderá que no todas las desgracias representan un culpable. En esta vez no hai culpable, lo afirmo con completo conocimiento de causa, así como no hai quien pueda decir que haya previsto mas ni mejor.
Agradeciendo, señor editor, la publicidad de estas líneas,soi de usted amigo i servidor afectísimo
Eulojio Altamirano.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 438.
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