[Panorámica de Lima en 1870]
(Editorial del Diario Oficial de Chile.)
Las indecorosas diatribas pronunciadas contra Chile i su Gobierno por algunos de los representantes de los Gobiernos americanos que tomaron parte eu el congreso de juristas de Lima i que fueron invitados al banquete boliviano, oríjen de tal demostración, pudieran ser erróneamente consideradas como la espresion desmentida, pero en el fondo verdadera, de la política de los Estados cuyo respetable nombre ha servido de amparo a los autores de tan inusitado desahogo, sino que se conociera al propio tiempo cuál es el verdadero carácter que esos señores revisten, las circunstancias en que fueron acreditados por sus respectivos Gobiernos, i las de su anterior posición en el Perú, que los inhabilitan por completo para formarse i espresar sobre el conflicto cuyo conocimiento se abocan indebidamente, una opinión propia, independiente i digna de traducir o reflejar siquiera la de sus Gobiernos i naciones.
Tanto el venezolano don Pedro Naranjo como el colono español don Pascual Bravo, son antiguos huéspedes del Perú, a cuyo pais llegaron como emigrados i han vivido en él a sueldo de diversas empresas.
Durante esa inmigración los Gobiernos de Venezuela i Uruguay i el que se decia existente en la parte de Cuba, que por entonces se mantenía en lucha contra la España, invitados por el del Perú a tomar parte en los trabajos de una codificación internacional, tuvieron a bien aprovecharla presencia en Lima de aquellos señores para hacerse representar por ellos en la discusión que iniciara el Gobierno peruano. El señor Bravo principió sus labores a nombre i en representación del Gobierno de la República de Cuba. Caducados há poco sus poderes por la completa sumisión de la isla a la autoridad española, se retiró del congreso, para volver a él algunos dias después, ya con poderes del Gobierno uruguayo.
Respecto del venezolano señor Naranjo, media ademas la circunstancia de que sus poderes emanaron de un Gobierno cuya política i principales actos acaba de repudiar en masa la nación venezolana, i esto solo da la medida de la inadvertencia con que, arrogándose una representación que en realidad no inviste i olvidando los deberes de la mui circunscrita que le fué otorgada por su Gobierno, se entromete, sin embargo, a espresar como de su pais i aun como la de todos los antiguos Estados colombianos, su particular opinión, viciada ademas por intemperancias de lenguajes que no solo pugnan con la verdad histórica i chocan contra todas las reglas de la circunspección diplomática, sino que están también fuera de los buenos usos sociales.
Como se ve por esta senci la relación de hechos, que son notorios en el Perú i bien conocidos en Montevideo i Caracas, aquellos juristas plenipotenciarios no han tenido autoridad, ni siquiera actitud propia e independiente para llevar al banquete diplomático en que se sentaron, la opinión de sus Gobiernos i mucho menos la de los pueblos venezolano i uruguayo, de cuya leal i antigua amistad está seguro el nuestro. La que allí espresaron atrepellando toda consideración i miramiento no pasa de ser la de agradecidos comensales que se permiten confundir en un momento de efusión sus sentimientos mas o menos íntimos con el juicio sereno, medido i elevado que los Gobiernos ilustrados deben formarse, fuera de todo compromiso de gratitud personal i lejos del choque de las copas, sobre cuestiones tan serias i trascendentales como lo que ha dado oríjen a la actual guerra del Pacífico.
Mas, no obstante tales antecedentes i las reducidas proporciones que ellos dan al inaudito desahogo contra Chile, de que han sido autores los juristas plenipotenciarios de Venezuela i Uruguai, nuestro Gobierno dirijirá en primera oportunidad a los de estos dos pueblos hermanos una esposicion de lo que ha pasado, la que estamos seguros bastará para que sus ilustradas cancillerías reparen el daño que antes que al de Chile han causado al decoro i buen nombre de aquellas naciones los que habiendo recibido el encargo único de tomar parte en las discusiones del Congreso de juristas reunido en la capital del Perú, se han permitido estenderlo, con su solo criterio o sentimiento individual, a asuntos totalmente distintos i de carácter aun mas delicado.
Penoso es tener que advertir también una indiscreción, por decir lo menos, en la alegórica palabra del Enviado Estraordinario i Ministro Plenipotenciario del Ecuador, señor Riofrio, quien a pesar de haber principiado por reconocer los deberes de circunspección i reserva a que está sometido, terminó sin embargo por significar que Chile ha roto culpablemente los lazos de fraternidad con que el Congreso de juristas acababa, según el orador, de afianzar la union americana.
El Gobierno de Quito no ha dado a entender de ninguna manera a nuestro Gobierno que ha cambiado por su parte la política de leal amistad i fraternal intelijencia que ya es tradicional entre las dos Repúblicas. Aun está por conocerse la opinión que ese mismo Gobierno se haya formado sobre las causas de la guerra i sobre el verdadero papel que en ésta representa Chile; i mientras tanto los antecedentes todos de la política que las dos naciones han observado mutuamente, inducen a creer que la nuestra puede contar por lo menos con la neutralidad de aquel Gobierno i con la discreción i comedimiento de los que representan en el esterior. De consiguiente el fallo del señor Riofrio, no obstante la ficticia discreción de sus formas alegóricas, carece de autoridad, i es altamente inconveniente, i hai por qué esperar que él sonará mal en los oidos de los hombres de Estado que hoi dirijen, con el tacto i circunspección propias del momento, las relaciones esteriores del Ecuador, que siempre fueron de franca amistad, de verdadera confraternidad i aun de alianza íntima respecto de nuestro pueblo i Gobierno.
Juzgados en conjunto estos actos, tan estraños como desautorizados, de los cuales hace, sin embargo, gran caudal la prensa de Lima, ellos revelan el febril afán que posee i ajita al Gobierno del Perú de sorprender, por cuantos medios están a su alcance, la opinión de las demás Repiíblicas, i de promover así, aunque sea solo sobre el papel, una especie de segunda guerra del Peloponeso en la que aquel Estado se reserva, con su habitual modestia, el papel de la robusta Esparta.
Afortunadamente, la verdadera opinión americana está fuera de las vulgares influencias de los que en Lima se contentan con falsificarla para sus transacciones del momento,i sabrá espresarse con toda la dignidad, independencia i franqueza que corresponden a los pueblos i Gobiernos que la forman.
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 283.
Los peruanos, siempre complotando en contra de Chile.
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