15 DE ABRIL DE 1879.
(Patria de Lima.)
La representación oficial de Bolivia ofreció ayer una muestra de cordialidad i de simpatía a la prensa de Lima, reuniendo a los directores i redactores de todos los diarios a la vez que al señor Ministro de Relaciones Esteriores i a los representantes diplomáticos de las Repúblicas americanas, en un suntuoso banquete que tuvo el éxito mas satisfactorio, así por la delicadeza i esquisita galantería de los señores Flores i Reyes Ortiz, Ministro residente el primero i en misión especial el segundo, cuanto por la sinceradad i franqueza de los brindis i por el unánime sentimiento que dominaba a todos.
Concurrieron a él las siguientes personas: señor Irigoyen, Ministro de Relaciones Esteriores; el señor Riofrio, Ministro Plenipotenciario del Ecuador; señor Naranjo, Plenipotenciario de Venezuela; señor Bravo, Plenipotenciario del Uruguay; señor doctor Lama, (don Tomas,) Plenipotenciario de Nicaragua; señor Lama (M.,) secretario del Congreso de Juristas, i los señores Derteano, Watson, Braun Aranda i el secretario de la Legación boliviana, señor don Pastor Matienzo.
La prensa se hallaba representada de esta manera: EL PERUANO por el señor don Eujenio Larrabure i Unánue; EL COMERCIO por el señor José Antonio Miro Quezada; EL NACIONAL por los señores doctor don Manuel María del Valle i doctor Cesáreo Chacaltana i don Federico Flucker; LA SOCIEDAD por Monseñor Manuel Tobar; LA OPINION NACIONAL por el señor doctor don Andrés A. Arambarú, i LA PATRIA por los señores doctor don Pedro A. del Solar i don Julio L. Jaimes.
El banquete fué espléndido, suntuoso i digno de las altas personas que lo ofrecieron. La representación boliviana,interpretando el deseo de su patria, no quiso dejar pasar mas tiempo sin dar esa primera muestra del sentimiento de afecto i simpatías engrandecidas hoi i que rebozan en el corazón de aquel pueblo, unido al nuestro por nuevos i mas imperecederos vínculos.
Así lo hicieron conocer sus dignos representantes con toda la verdad i efusión de su elocuente palabra.
No añadiremos aquí inútiles pormenores, dejando el espacio para los significativos i mui notables brindis.
Los insertamos en seguida, en el orden en que fueron pronunciados, dirijiendo antes nuestros plácemes a los señores Flores i Reyes Ortiz, pues su conducta en esta ocasión, como en todas, les ha granjeado el aprecio de nuestra sociedad, en donde cuentan con grandes i sinceras simpatías:
El señor Flores, Ministro de Bolivia.
«Señores:Me permito invitaros a tomar una copa por un tema que debe ser simpático para todos—por el Excmo. Gobierno del Perú—por el ilustre jeneral Prado—por el digno jefe de su ilustrado gabinete, a cuya sombra el pais se ha levantado a la altura que le corresponde, i se ha preparado a la realización de sus grandes destinos. A la conquista de nuevos laureles que completen la grandiosa obra de San Martin, de Bolívar i de Sucre; no ya, señores, contra la ambición de una potencia europea, sino contra la codicia de una nación americana, que parece no haber comprendido todavía que en la gloriosa jornada del 2 de Mayo se sepultó para siempre el titulado derecho de reivindicación. Brindo, pues, señores, por el Excmo. Gobierno del Perú, por el ilustre jeneral Prado i por el digno jefe de su levantado gabinete, llamados a realizar tan grandes bienes para el Perú i para la América entera.»
El señor Irigoyen, Ministro de Relaciones Esteriores del Perú.
«Excmo. señor:
Los acontecimientos humanos, realizan jeneralmente casi de una manera fatal, los impulsos i las tendencias de la naturaleza; i esto es lo que ha acontecido con la íntima i estrecha unión que hoi existe entre el Perú i Bolivia.
Ninguna de las dos naciones ha provocado ni ha deseadola guerra con Chile; ambas, por el contrario, han hecho cuantos esfuerzos decorosos han estado a su alcance para impedirlo; i sin embargo, se encuentran en guerra con aquella República, i como consecuencia de la guerra, unidas fraternalmente, como han debido i deben estarlo siempre, por los mismos sentimientos i aspiraciones, en su presente, que indudablemente será glorioso, i en su porvenir, que será próspero i tranquilo.
Los hombres a quienes como a mí, nos ha tocado una parte activa en estos acontecimientos, no hemos hecho, pues, mas que seguir las evoluciones naturales de los hechos, inspirados i apoyados por el sentimiento uniforme de la opinión pública; hemos cumplido simple i lealmente nuestro deber, como lo han cumplido todos los peruanos, en sus diversas condiciones políticas i sociales. No hai, pues, mérito alguno especial en mis actos. Agradezco, sin embargo, desde lo mas íntimo de mi alma, las benévolas espresiones con que se ha dignado honrarme el señor Ministro de Bolivia.Señores: brindo a la salud de S. E. el jeneral Daza i desu gabinete; por sus representantes en Lima, i por la prosperidad de Bolivia, aliada del Perú.»
El señor Flores, Ministro de Bolivia.
«Señores:Permitidme tomar una segunda copa en homenaje a la poderosa palanca con que el Gobierno ha contado para formar la conciencia pública en el sentido de las mas grandes ideas, de los mas grandes intereses, de las mas nobles aspiraciones que sostiene en la guerra que Chile le ha declarado. Ya comprendéis, señores, que me refiero a la prensa, a la ilustrada prensa de Lima, que ahora, como ayer i como siempre, se ha elevado a la altura del decoro i de las lejítimas conveniencias de la nación. Brindo, pues, señores, por sus ilustrados directores, a quienes la patria i la América agradecidas consagrarán una guirnalda de gloria cual corresponde a los hombres que imprimen a la humanidad una tendencia irresistible, capaz por sí sola, de realizar las mas heroicas proezas, sus mas grandiosos destinos. Brindo, pues, señores, por esos campeones de la idea, de la civilización i del progreso.»
El señor Larrabure i Unánue, redactor de EL PERUANO.
«Señores:
No existe, en efecto, acontecimiento, importante en el que no ejerza la prensa periódica una influencia poderosa: su misión se estiende a todas partes i su voz es escuchada i atendida.
Antes, los Gobiernos i los Parlamentos decidían, primero que los ejércitos, de la suerte de los pueblos; hoi, tenemos otro poder—el periodismo— esto es, la gran palanca de la civilización moderna, que pone en íntimo contacto a gobernantes i gobernados; que discute, razona i aconseja, primero, i alienta después a los guerreros i les señala el camino de la gloria.
Mas, para cumplir bien su misión, la prensa solo debe defender el derecho i la justicia. I la prensa del Perú i Bolivia han combatido, desde que se inició el debate diplomático en La Paz por unas de las causas mas santas que haya visto la América; porque no sufran los fueros de la soberanía nacional; por la integridad de un Estado americano;por el arbitraje, como solución a los conflictos internacionales; porque se llenen todas las formalidades del derecho de jentes; porque no haya sorpresas ni perfidia en la guerra, cuando la guerra es inevitable; en fin, porque no se reivindique en América, que no se invada ni se conquiste.
Al defender tales principios la prensa de Bolivia como la del Perú, no han hecho sino cumplir con su deber.
Habréis observado que solo cuando partió de Chile, preciso es declararlo por ser incidente histórico de mucho precio, solo cuando de las hojas chilenas partió el insulto procaz i la injuria, los escritores peruanos, sin descender a personalidades, hicieron uso del derecho de defensa—que es uno de los primeros derechos del hombre.
El periodismo boliviano, culto, sensato, ilustrado, enérjico i americano, ha estado a la altura de la situación.
Que la alianza de las dos Repúblicas traiga la alianza íntima de las dos prensas.
Brindo por la prensa de Bolivia!»
El señor Reyes Ortiz, Plenipotenciario de Bolivia.
«Siempre me es satisfactorio encontrar oportunidades para espresar la profunda gratitud de los bolivianos a toda la nación peruana, por la noble actitud que ha asumido en una hora solemne, en hora de gran conflicto para mi patria. Sus elevadas ideas por la justicia i sus nobilísimos sentimientos de simpatía a su hermana ultrajada, fueron valientemente espresados por el órgano autorizado de la prensa, donde militan distinguidos patriotas; i ese poderoso impulso de la opinión pública vino a robustecer la acción del Gobierno ilustrado i patriota, que hace mucho tiempo ha comprendido la elevada misión que el Perú desempeña en la América del Sur. Felices los pueblos en que los gobernantes i gobernados no tienen mas que un pensamiento, un solo sentimiento, cuando se trata de sus destinos: ahí está la dignidad i la grandeza; allí el poder i la fuerza invencibles.
Señores: ya que acontecimientos de notoria injusticia han obligado a poner en acción la alianza Perú-boliviana, brindo porque ella, que si está escrita en un pacto solemne es porque lo está en la naturaleza de ambas naciones, sea el lazo que los una eternamente en la mas perfecta i cordial armonía; que la América sepa, como lo sabe ya, que el Perú i Bolivia son dos naciones independientes i libres; pero que no son mas que una sola cuando se ven ofendidas en sus graneles intereses o en sus sagrados derechos.»
El señor Miró Quezada, director de EL COMERCIO.
«Señores:
El redactor del.diario oficial ha contestado ya en nombre de la prensa al Excmo. señor Flores; pero el Excmo. señor Reyes Ortiz insiste bondadosamente en en alterar los merecimientos del periodismo limeño, i mis compañeros, los editores de diarios no oficiales, me encargan corresponder a esta nueva manifestación de simpatía.
La prensa, señores, ha cumplido su deber, i nada mas. Por distintos caminos hemos marchado hacia el mismo fin los que en ella militamos: unos juzgaron necesaria la guerra desde el primer instante; otros abogaron por la paz mientras creyeron poder evitar con honra las calamidades de la guerra. Pero llegó un momento en que ya no fué posible dudar de que Chile estaba resuelto a arrebatar a Bolivia, con fútiles protestos, la mas rica zona de su territorio, i desde ese momento hubo entre nosotros la mas perfecta uniformidad de ideas. Era necesario salvar a Bolivia, protejer al débil contra el fuerte, i el Perú debia hacer relucir su espada en defensa de la causa de un pueblo hermano, que era también la causa de la humanidad.
La usurpación proyectada por Chile no solo debia privar a Bolivia de las riquezas de su suelo, sino paralizar su desarrollo; porque los países mediterráneos progresan con suma lentitud, i arrebatar a Bolivia su codiciado litoral; seria arrebatarle la esperanza de ponerse en breve en comunicación directa con los demás pueblos de la tierra; seria apartarla de la senda del progreso; seria condenarla a vivir en perpetuo aislamiento, con grave daño de la civilización.
El Perú no podia esperar impasible que se realizara un plan de resultados funestos para el pueblo hermano, cuyas riquezas habían despertado la codicia de Chile, para la humanidad entera, cuyos intereses están íntimamente ligados al progreso de cada pueblo; i el Perú aprestándose a la guerra, ha cumplido el deber que la confraternidad i la civilizacion le imponían.
Señores, brindemos por la prosperidad de Bolivia.»
El señor Naranjo, Ministro de Venezuela.
«Dos palabras, señores, para interpretar la manera cómo, a lo que creo, serán apreciados los sucesos allá en las Repúblicas que compusieron la antigua Colombia: la Colombia de Carabobo i Boyacá, de Bombona i Pichincha, i luego de Junin i Ayacucho. El tiempo i la distancia nos tienen aun privados del conocimiento de esa apreciación; pero tengo la convicción de que será unánime para reprobar la conducta de Chile i aplaudir la altivez con que el Perú i Bolivia se aprestan a defender la causa de la justicia i del derecho. Los Estados colombianos jamas verán indeferentes la temeraria empresa de aniquilamiento de Bolivia; porque recordarán que en la creación de esa República tuvieron mucha parte, i porque recordarán también que la nación obsecada que tal empresa acomete no se encontró presente en las dos luchas en que quedó sellada la independencia americana.
I así fué, señores. Antes de Ayacucho se habia ido la división auxiliar de Chile; i al Libertador se le escribía que no debia contar con Chile para nada, nada, nada. La América triunfó, pues, sin Chile en Ayacucho; i en la última tentativa de la España reivindicadora, en esa del Dos de Mayo, tampoco se halló presente para cooperar con el Perú a espulsar definitivamente de América a la España; porque bien sabemos que ese glorioso dia no habia en el Callao mas que un chileno, i no quiero ahora, señores, acordarme de lo que hacia ese chileno, mientras los valientes morían luchando por la independencia americana.
Por otra parte, señores, los países colombianos son esencialmente democráticos i no pueden menos que presentir el desenlace que traerá a Chile la aventura en que lo ha comprometido su Gobierno. Puede decirse que en Chile ha continuado en sus instituciones el réjimen colonial. Es el único pais de América en que las clases populares emigran en mímero considerable. I ¿por qué emigran? Emigran en busca de pan i libertad. Digamos la verdad, señores, que será dura para Chile, pero que puede serle también provechosa. En Chile impera una oligarquía mui pesada para las masas populares: la propiedad territorial remecía en su distribución el réjimen feudal; i los azotes, señores, es una institución chilena, sin la cual se creería perdida aquella República.
En Chile, pues, tiene que venir una revolución que reforme radicalmente sus instituciones; i creo, señores, que su actual Gobierno, sin sospecharlo siquiera, lleva de la mano esa revolución con esta inconsulta guerra que está haciendo a Bolivia i al Perú. ¿Cuál será el resultado de esa guerra? Será, señores, la derrota de Chile. Entonces las masas populares pedirán cuenta a sus señores de la honra i de la suerte del pais. Entonces el ariete democrático demolerá el carcomido edificio de sus anticuadas instituciones; i entonces veremos todos en esta guerra temeraria, uno de esos sucesos que parecen preparados para producir un cambio en que no se pensaba i que no se podía producir por la marcha ordinaria de las cosas.
El vencimiento de Chile será, pues, la rejeneracion de ese pais. Hé aquí, por consiguiente, un doble motivo para brindar por la derrota de Chile: esa derrota será el triunfo de la justicia i del derecho que defienden el Perú i Bolivia;i luego será la rejeneracion del vencido, porque después de la guerra desastrosa le espera la revolución reformadora. Brindemos, pues, señores, por esa derrota de resultados tan provechosos.»
El señor doctor don Pedro A. del Solar, director de LA PATRIA.
«Señores:
Las naciones como los individuos pasan por solemnes momentos de prueba, en los que manifiestan al mundo, lo que son i lo que valen.
Bolivia i el Perú en primera linea i las demás naciones americanas a su turno, bolivianos, peruanos, americanos, todos, vamos a probar hoi, cada cual en su puesto, de qué somos capaces, qué valemos.
Las naciones aliadas que forman hoi una sola entidad social y política, por sus naturales i estrechos vínculos de oríjen, constitución e intereses, al aceptar el reto al enemigo común, han contraído la sagrada obligación de reparar la ofensa i de sacar triunfante en la contienda el nombre i el pabellón de la República.
Los principios de independencia i libertad que sostiene la América, las relaciones de amistad i comercio que nos ligan a Europa, imponen a las naciones de ambos continentes, en las presentes circunstancias, deberes especiales que cumplir.
Los ciudadanos de las Repúblicas hermanas, para llenar.el compromiso de honor contraído ante la patria, debemos comenzar por hacernos dignos de la victoria. Necesitamos, pues, deponer nuestras rencillas domésticas, olvidar nuestros enconos i borrar nuestras miserias, para hacer posible los héroes. Inspirados en odios i venganzas, jamas podremos elevarnos soble el nivel de las mezquinas i mas vulgares pasiones: i, señores, bajo ese nivel, no caben los actos de nobleza, de abnegación i de valor que exije el patriotismo.
Chile, al declararnos la guerra, ha encendido el crisol en que van a ser depurados sus enemigos. Si la guerra va a reparar, la escoria de las malas pasiones políticas, que nos ha cubierto, para que el mundo pueda ver con claridad lo que somos: esforcémonos pues, en estar unidos, para ser grandes.
Yo hago por mi parte, los mas fervientes votos de que soi capaz, porque en la prueba a que estamos sometidos, sepamos todos, gobernantes i gobernados, peruanos i estranjeros, colocarnos a la altura que marca nuestro deber; así, i solo así, tendremos derecho de esperar días de verdadero honor i gloria para la patria.»
El doctor A. A. Aramburú, director de LA OPINIÓN NACIONAL.
«Señores:
Voi quizá a neutralizar la grata impresión que habéis recibido, escuchando la ilustrada i elocuente palabra de los señores que acaban de hablar, pero los que pedimos inspiraciones al corazón, contamos, o al menos esperamos siempre, benévola induljencia.
Pocas veces, señores, se habrá demostrado con mas exactitud la verdad de este aforismo democrático: la voz del pueblo es la voz de Dios.
La voz del pueblo peruano ha sido, en efecto, la voz de la justicia.
No ha vacilado un instante, no ha dudado un instante, no ha dejado de ver claro un instante, que sus simpatías primero, sus convicciones después, i por ultimo, sus resoluciones, estaban en favor de la buena causa.
Por eso nosotros, que como diaristas tenemos el deber de traducir esos sentimientos, nos hemos colocado, al interpretarlos, dentro de la uniformidad mas completa.
Bien se comprendía el desenlace de esta cuestión, desde que dio sus primeros pasos la diplomacia chilena, históricamente traidora, i no se necesitaba mas que interrogar antecedentes para descubrir que buscaba un pretesto cualquiera, a fin de realizar sus alevosas agresiones.
Pero la ceguedad de su impaciencia no le permitió adivinar que aquella agresión encontraría, no solo pechos bolivianos, sino también pechos peruanos, unidos por la honrosa confraternidad de la justicia.
Porque si la alianza con Bolivia no hubiera existido desde 1873, se habria firmado hoi en nombre i para servicio de intereses mui elevados i trascendentales, que acercan a ambos pueblos.
Entre esos intereses descuella un vínculo indisoluble, el del afecto, que no han borrado ni amenguado siquiera nuestras disidencias con los hermanos del Sur.
No sucede lo mismo respecto de Chile; le hemos dado nuestra hospitalidad, nuestros caudales, aun nuestra gloria, pero nunca nuestro afecto.
I hoi pierde hasta nuestra estimación, porque imitando a sus bajos fondos, que se espatrian, buscando pan i huyendo del látigo, como lo acaba de recordar el Excmo. señor Naranjo, sus clases capitalistas, i hoi hasta su Gobierno, que se han convertido en aventureros, que corren tras todas las riquezas ajenas, sin recordar que tendrán que arrojarlos mui pronto como los dineros de Judas.
I así sucederá, porque Chile es el Judas de la América; se vuelve contra sus protectores i ofende nuestra civilización política i social.
Cuando la espada vencedora del Norte vino a pelear en Junin i Ayacucho i la espada inmortal del Oriente libertó a Chile a su paso, sin sospechar que creaba un ingrato, se formó una constelación de Repúblicas, de las cuales solo Chile ha sido una escepcion en el comercio de las ideas i de los progresos democráticos.
Allí está su pueblo, jimiendo entre el plomo i el rollo,i dispuesto siempre a emigrar en pos de salario i libertad.
Un gran hombre de estado del Perú, don Manuel Pardo, dijo que tenia contra Chile absorvente i detentador, dos grandes monitores: uno al Oriente i otro al Norte.
Pues bien: el del Oriente lo ha humillado sin batirlo, el del Norte lo humillará batiéndolo, a la sombra de dos pabellones hermanos.
Brindo, señores, por esta victoria i porque ella sea un nuevo lazo que estreche las relaciones de Bolivia i el Perú, llamados a realizar una gran misión en esta parte del continente americano.
El señor Riofrio, Ministro del Ecuador.
«Como miembro del Congreso Americano me es grato responder de mi parte a la benevolencia con qne ha sido saludado.
A esfuerzos del Gobierno del Perú la unión continental estaba simbolizada en Lima por los representantes de nueve naciones. Esta excelsa fraternidad fué herida por el grito de guerra que ha convertido los mares i las costas de esas Repúblicas en un inmenso teatro de escenas fratricidas.
Si no me es lícito entrar en cierto jénero de apreciaciones, tampoco me es posible dejar de ver el cuadro que está presenciando toda la América.
En él aparece que de nueve naciones reunidas para la paz, son ocho las que permanecen inalterables, formulando sus partes, i una sola la que ha traido la guerra hasta el recinto mismo donde se hallan, suscritos por su mano, solemnes documentos señalando el punto hasta donde llegó la unión i de donde empezó la defección.
El Congreso no puede menos de presentarse como un árbol del que una rama se ha desgajado cuando empezaba a dar sus frutos. De deplorarse es que este daño amengüe, siquiera sea temporalmente, la hermosura i armonía. Pero una vez que el tronco existe i continua como antes absorviendo la fecunda savia americana, yo brindo, señores, por los opimos frutos que ese árbol seguirá dando en provecho del continente, i me complazco en hacer justicia repitiendo una vez mas que ellos serán debidos a la gloriosa iniciativa i a los perseverantes esfuerzos del Perú.»
El señor Tobar, director de LA SOCIEDAD.
«Señores:
Faltara yo a mi deber, en estos solemnes momentos, sino dijera alguna palabra en nombre del clero de mi patria, del cual, aunque no tengo la representación oficial, tengo la que me da el sagrado carácter que invisto.
Señores: La relijion i el patriotismo no estuvieron jamas separados en la historia del mundo. Dígalo, entre muchas pruebas que pudieran presentarse, la noble doncella de Orleans, que fué, al mismo tiempo que una gran santa, la ilustre libertadora de Francia. Dígalo la época lejendaria de la independencia, en que tuvo tan gloriosa parte el clero americano.
Dígalo, por último, señores, el espetáculo que hoi ofrece—i que vosotros contempláis regocijados— el clero del Perú i Bolivia bajo la dirección del ilustre episcopado de ambas Repúblicas.
Brindo, pues, señores, porque la victoria corone los valerosos esfuerzos de los ejércitos del Perú i Bolivia, que marchen al combate a defender, con la bendición de Dios, la santa causa de la justicia i el derecho. Brindo, porque la paz se firme en Santiago, a la sombra de los pabellones unidos del Perú i Bolivia, i en presencia de sus ejércitos vencedores.
El señor don Julio L. Jaimes, redactor de LA PATRIA.
«Señores:
Fuera yo simple espectador en esta fiesta de la confraternidad a que asisten tan distinguidas personas, i sintiendo las emociones que la palabra elocuente del patriotismo produce, me limitara a recojer con gratitud cuanto hai de favorable i simpático para mi patria, sino hubiese escuchado espresiones de elojio i enaltecimiento de la prensa en cuyas filas ocupo un puesto, bien que en relación con mis escasos merecimientos.
Séame, pues, permitida la personería que, ciertamente, no será para abusar de la benévola atención con que os dignáis escucharme.
¿La prensa se ha colocado en efecto a la altura que haga justos i merecidos los elojios que se le tributan?
He ahí lo que no nos toca resolver a los actores en ella. La opinión ilustrada es el juez úuico, i sus fallos, ya lo habéis oído, tienen tan dignos intérpretes.
Pero si no nos es dado apreciar el mérito de lo hecho, nos toca iniciar al menos el programa de lo que se debe hacer, para que el alto destino que tiene entre los pueblos, sea en esta ocasión eficaz i fructuoso.
Las relacioues entre el Perú i Bolivia, mas o menos cordiales en la vida oficial, mas o menos acentuadas i sinceras en la vida ordinaria, no eran, señores, necesario es decirlo, no eran lo que debían ser, atendido el oríjen común de ambos pueblos, su unidad jeográfica, su igualdad de costumbres, de raza i hasta de mitos i dialectos indíjenas: no lo eran, en fin, atendida la importancia de esa estrecha unión para la respetabilidad i progreso de ambos, tan ventajosamente colocados en el centro del continente i a las opuestas faldas de la cadena de los Andes, que, lejos de ser una barrera, es precisamente el nudo que los acerca i los junta.
Nadie hubiera podido calcular el tiempo en que patentizándose tranquilamente la necesidad de estrecharse hasta formar una sola entidad en su representación esterior, se realizase al fin ese bello ideal del progreso.
De pronto Chile arrojando la careta de su hipócrito americanismo, da el escándalo de la mas torpe i descabellada agresión al derecho de ambas, i el grito de guerra lanzado en La Paz, repercute en Lima i se estiende desde el Bermejo al Tumbes, realizado la primera i mas fecunda de las unidades: la unidad del sentimiento patriótico puesto a prueba.
Aquí comienza, pues, la verdadera labor progresista de la prensa i esa es la segunda parte que nos toca desempeñar con inquiebrantable fé i entusiasmo. Nos toca utilizar ese nobilísimo impulso i encaminarlo por la senda del acierto; nos toca trabajar porque se realice el gran pensamiento de constituir una sola entidad de esas dos entidades distintas i ayudar a la naturaleza que les dio a entrambas un mismo destino.
Señores, brindo porque después del triunfo de la causa que defendemos hoi, procuremos ver coronados con el éxito mas satisfactorio los trabajos que la verdadera conveniencia de la América nos impone.
El doctor Bravo, Plenipotenciario del Uruguai, en contestación a las palabras del Excmo. señor Flores, dijo:
Que por su parte «se complacía en poder separar la representación oficial que tiene en el Congreso de Jurisconsultos, para poder manifestar por su propia cuenta la espresion de sus sentimientos cordiales, en la contienda que dolorosamente ha surjido entre las Repúblicas de Bolivia i del Perú i la de Chile.
La guerra que esta última ha emprendido contra Bolivia,i la que ha declarado al Perú, son hechos que han de ocupar una pajina tristísima en la historia de América republicana.
Se comprendería que un pueblo que tuviese exhuberancia de vida, de población, de capacidad productora, de actividad i de movimiento, pretendiera buscar en la conquista la estension de su territorio, i aun esa conquista para ser tolerable habia de ser pacífica, si no con voluntad, al menos con benévola conformidad del pueblo incorporado; pero decir solamente que es estrecha la demarcación de su territorio, cuando no lo posee siquiera íntegro; decir,.como dice Chile, sin probarlo: soi fuerte i quiero en el Oriente la Patagonia, en el Sur el predominio del Estrecho, que es no solo de la América sino del mundo, i en el Norte el litoral que ha poseido i tuvo siempre una República que lo necesita i no quiere cederlo; intentar todo esto, como lo ha hecho Chile, es procurarse una decepción amarga, como el reto no aceptado en Santa Cruz, i provocar las tristes vicisitudes que le esperan en Atacama. ¿I sabéis, señores, lo que sucede a los pueblos que equivocan la soberbia con la virilidad, que confunden la ambición desatentada con el deseo justo de engrandecimiento i que quieren presentar pasiones mezquinas como equivalencias de instintos guerreros o conquistadores? ¿Sabéis lo que la Providencia les reserva? El mayor, el mas tremendo de los castigos que pueden sufrir los hombres congregados en nación independiente: la decadencia moral, la decadencia política, la decadencia social: el aniquilamiento de sus fuerzas i forzosamente su juzgamiento por otro pueblo, es decir, la esclavitud política.
Pero este tema no puede ser desarrollado en estos momentos. Yo queria sencillamente felicitar al pueblo de Bolivia en la persona de sus dos esclarecidos Ministros; queria estender mi saludo al pueblo del Perú, tan dignamente representado en esta reunión, i a eso debo limitarme. Que ambos pueblos se inspiren en la justicia de su causa; que vayan al combate i a la pelea a que nos provocaron, con la fé profunda i viva de que ejercitan el mas sagrado de los deberes, la defensa del hogar: que hagan alarde en tal contienda, alarde que no será en vano ni infecundo, de la nobleza de sentimientos i elevadas dotes que ambos pueblos tienen en sus hombres de acción i de Gobierno. Que Dios los proteja, ¡señores!
Y para Chile ¿cuál es mi deseo? Que calme el aturdimiento de sus actos; que vea con escrutador examen lo que significa la antipática opinión de los Gobiernos i de los hombres imparciales; que estudie, señores, i que retroceda en la senda peligrosa que ha adoptado. Hoi no tiene esa República mas que dos adversarios; bastantes poderosos, sin embargo. Mas tarde su política absorvente puede concitarle nuevos enemigos que hoi están envueltos en las reservas diplomáticas. I sobre todo esto tiene en su propio seno elementos que puestos en desorden el dia de la desgracia, pueden llegar de vicisitud en vicisitud hasta la venganza brutal que desgarra el corazón de la patria. Que no provoque, pues, con mayor tenacidad la acción de los hombres i de los pueblos, que no provoque su cólera, esa cólera señores, de las masas, que se forma, a semejanza de las nubes por vapores invisibles en la superficie de la tierra; densos, negros i terribles en la inmensidad del espacio.»
El señor Flores, Ministro de Bolivia.
Una copa mas, señores, por mis ilustrados compañeros del Congreso Americano de Jurisconsultos, cuya presencia aquí tiene para mí, señores, una grandísima significación: significa nada menos que el triunfo de la confraternidad americana sobre el aleve intento de su dislocación por parte de una hermana refractaria a aquel sentimiento, i cuya concurrencia a las labores del Congreso no ha correspondido jamas, señores, al sentimiento de confraternidad que anima a las demás, sino a la necesidad de evitar el aislamiento que la amenazaba, de la familia americana. Es así como se esplica, sin duda, la conformidad con que los miembros del Congreso se han visto privados del poderoso concurso del representante de Chile. El Congreso de Jurisconsultos ha creído, sin duda, que era mas conveniente a los fines de su institución contar con un elemento homojéneo, de sincera confraternidad, i rechazar de su seno la traición i la alevosía disfrazadas con el manto de la confraternidad americana. Brindo pues, señores, por mis ilustrados compañeros, i mas que todo por la continuación de sus proficuas tareas en las que no presto ni he presentado mas contingente que el de mi ardiente entusiasmo, inspirado por una de las aspiraciones de mi alma cual es, la realización práctica de la unión i de la confraternidad americanas.
Al levantarse de la mesa el señor Larrabure i Unánue.
«Señores:
Permitidme que, antes de que os retiréis de este banquete, pronuncie una sola palabra, que ha hecho siempre palpitar con violencia nuestro corazón i que nos hace sufrir amargamente: Cuba!
La perla de las Antillas jime aun, despertando entre nosotros sentimientos i recuerdos de los cuales no podremos prescindir jamas, ni en la paz ni en la guerra, ni en medio del festín ni en los dias de luto.
Cuba es una hermana que nos es tanto mas amada, cuanto tarda mas en sacudir sus cadenas i. venir a reunirse a su familia, que la espera hace mas de medio siglo con los bravos abiertos.
Por nuestra querida e inolvidable Cuba!»
Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos
oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra
que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo
documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 277.
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